6.07.2014

JESÚS CIVERA, La familia (LEVANTE-EMV, 07/06/2014)

Una sociedad que abdica de su pasado es una sociedad enfermiza. Durante siete años las instituciones valencianas han tenido a su alcance cientos de miles de documentos sobre los pontificados de Calixto III y Alejandro VI, los papas Borja. Ni caso. Como si lloviera en Singapur. No han dedicado un mínimo esfuerzo presupuestario a la materia, ni han colocado a un becario para archivar y adecentar el inmenso papeleo. Es todavía peor: su desidia significa el menosprecio por la investigación de un tiempo y unas biografías de raíces valencianas cuya trascendencia universal no es objeto de impugnación. Se reconoce en Hollywood, en las universidades internacionales, en la literatura de medio mundo, entre los tratadistas políticos y hasta en el acervo popular. Las instituciones valencianas, sin embargo, se ven obligadas, de vez en cuando, a constatar su provincianismo, que es uno de los rasgos probados de la estupidez. La cosa comenzó con Camps. Desembarcó por aquí Marichalar para firmar la subvención correspondiente junto al jefe del archivo del Vaticano y la Generalitat no mandó ni a un bedel protocolario. Después se ha gastado millones en el mundo del espectáculo, con las carreras de coches, con el tenis del Ágora, regando con césped artificial los campos de fútbol municipales o desempolvando las alfombras rojas al paso deUrdangarin. Todo, menos dirigir la mirada hacia el propio pasado a fin de curiosear y comprender las tribulaciones de la familia valenciana más internacional. Una sociedad fastidiada, frágil, achacosa. Preocupada por la pompa, por la ostentación que se divisa en la figura del desclasado estamental. Nada que ver con una sociedad orgullosa, cultivadora de la memoria. ¿Es posible que nadie dedicara un euro a investigar los documentos porque la institución que los custodiaba destilaba reflejos políticos adversos a los núcleos de poder? ¿Nadie advierte que el color político de las instituciones muda y que han de existir espacios inmunes a las discrepancias ideológicas? Al parecer, no. El alcalde Torró, de Gandia elimina, por ejemplo, una escultura de Miró levantada durante la época socialista. ¿Es queBarberá retiró la Pantera Rosa? A la sociedad enclenque –porque dio un gatillazo con la modernidad y así nos va–, debemos añadir la declaración de la consellera Catalá de ayer: hay que trabajar para que el archivo no se marche. Ahora que ya se ha ido. No sé. A veces es como si nos gobernaran extraterrestres.