Decidme cómo es un árbol
Decidme cómo es un árbol,
contadme
el canto de un río
cuando
se cubre de pájaros,
habladme
del mar,
habladme
del olor ancho del campo
de las
estrellas, del aire.
Recitadme un horizonte sin cerradura
y sin
llave como la choza de un pobre,
decidme
cómo es el beso de una mujer,
dadme
el nombre del amor
no lo
recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman de enamorados
tiemblos
de pasión bajo la luna
o solo
queda esta fosa,
la luz
de una cerradura
y la canción
de mi rosa?
22 años, ya olvidé
la dimensión
de las cosas,
su olor,
su aroma,
escribo
a tientas el mar,
el campo,
el bosque, digo bosque
y he perdido
la geometría del árbol.
Hablo por hablar asuntos
que los
años me olvidaron.
No puedo seguir:
escucho
los pasos del funcionario.
Mi corazón es patio
La tierra no es redonda:
es
un patio cuadrado
donde
los hombres giran
bajo
un cielo de estaño.
Soñé que el mundo era
un
redondo espectáculo
envuelto
por el cielo,
con
ciudades y campos
en
paz, con trigo y besos,
con
ríos, montes y anchos
mares
donde navegan
corazones
y barcos.
Pero el mundo es un patio
(Un
patio donde giran
los
hombres sin espacio)
A veces, cuando subo
a
mi ventana, palpo
con
mis ojos la vida
de
luz que voy soñando.
y
entonces, digo: “El mundo
es
algo más que el patio
y
estas losas terribles
donde
me voy gastando”.
Y oigo colinas libres,
voces
entre los álamos,
la
charla azul del río
que
ciñe mi cadalso.
“Es la vida”, me dicen
los
aromas, el canto
rojo
de los jilgueros,
la
música en el vaso
blanco
y azul del día,
la
risa de un muchacho…
Pero soñar es despierto
(mi
reja es el costado
de
un sueño
que
da al campo)
Amanezco, y ya todo
-fuera
del sueño- es patio:
un
patio donde giran
los
hombres sin espacio.
¡Hace ya tantos siglos
que
nací emparedado,
que
me olvidé del mundo,
de
cómo canta el árbol,
de
la pasión que enciende
el
amor en los labios,
de
si hay puertas sin llaves
y
otras manos sin clavos!
Yo ya creo que todo
-fuera
del sueño- es patio.
(Un
patio bajo un cielo
de
fosa, desgarrado,
que
acuchillan y acotan
muros
y pararrayos).
Ya ni el sueño me lleva
hacia
mis libres años.
Ya
todo, todo, todo,
-hasta
en el sueño- es patio.
Un patio donde gira
mi
corazón, clavado;
mi
corazón, desnudo;
mi
corazón, clamando;
mi
corazón, que tiene
la
forma gris de un patio.
(Un
patio donde giran
los
hombres sin descanso)
Mi vida
Mi vida,
os
la puedo contar en dos palabras:
Un
patio.
Y
un trocito de cielo
por
donde a veces pasan
una
nube perdida
y
algún pájaro huyendo de sus alas.
Yo denuncio
Yo no pido clemencia. Yo no pido
con
un hilo de voz descolorida
perdón
para la vida que me deben.
Odio
la voz delgada que se postra
y
el corazón que llora de rodillas
y
esas frentes vertidas en el polvo,
hecha
añicos la luz del pensamiento.
Yo no pido clemencia. Yo no junto
las
manos temblorosas en un ruego.
Arden
voces de orgullo en mi palabra
cuando
exigen -sin llanto- que las puertas
de
la venganza oscura se derriben
y
a los hombres descuelguen de sus cruces.
Yo no pido clemencia. Yo denuncio
al
dictador cadáver que gobierna
la
vida de los hombres con un hacha
y
ahora quiere dejar para escarmiento
mi
cabeza cortada en una pica.
Yo no pido clemencia.
Doy
banderas.
Paso
de mano el golpeado
corazón
de mi pueblo prisionero.
Carta urgente a la juventud del mundo
Si la juventud quisiera
mi
pena se acabaría,
y
mis cadenas.
(Decid ¡basta!
Haced
la prueba.)
Vuestros brazos son un bosque
que
llena toda la tierra;
si
enarboláis vuestras manos
el
cielo cubrís con ellas.
¿Qué
tiranos, qué cerrojos,
qué
murallones, qué puertas
no
vencieran vuestras voces
en
un alud de protesta?
(Todos los tiranos tienen
sus
pedestales de arena,
de
sangre rota, y de barro
babilónico
sus piernas.)
Pronunciad una palabra,
decid
una sola letra,
moved
tan solo los labios
a
la vez y la marea
juvenil
atronaría
como
un mar cuando se encrespa.
Pero, ¿quién soy yo, qué barco
de
dolor, qué espuma vieja,
qué
aire sin luz en el viento
acerco
a vuestras riberas?
Como campanario de oro
vuestros
corazones sueñan.
La
juventud es la hora
del
amor, su primavera.
¿Por
qué mover vuestras ramas
alegres
con mi tristeza?
¿No
es mejor que yo me coma
mi
pan solo en las tinieblas;
que
mis pies cuenten las losas
veinte
años más, mientras sueñan
mis
alas entre las nubes
de
un cielo roto en mis rejas?
Pero la vida -mi vida-
me
está clamando en las venas;
abrasa
loca las palmas
de
mis manos; lanzaderas
clava
y desclava en mi frente
y
el pensamiento me quema.
Ved nuestros tonos. Ya somos
como
terribles cortezas;
claustrales
rostros, salobres
ojos
que buscan a tientas
-sedientos
de luz y sol-
una
grieta entre las piedras.
No sabéis lo que es vivir
muriéndose
a vida llena;
grises,
sobre grises patios,
sin
más luz que una bandera
de
amor...
Ni lo sepáis nunca...
Más
si queréis que esta lepra
jamás
os alcance el pecho,
no
dejéis "mi muerte" quieta.
No
dejadme, no dejadnos
con
nuestras sienes abiertas
y
en un cerrojo sangrante
crucificada
la lengua.
Levad vuestros pechos. ¡Pronto!
(
Es bueno que esta gangrena
os
revuelva las entrañas.)
¡Echad
abajo mi celda!
Abrid
mi ataúd; que el mundo
en
pie de asombro nos vea
indomables,
pero heridos,
sepultos
bajo la tierra.
¡Que
no queden en silencio
mis
cadenas!