Los datos del PIB del segundo trimestre muestran un mejora económica
apabullante en todas las partidas, excepto en la remuneración de los
trabajadores
El ministro de Economía reconoce que hasta que no se recupere todo el
empleo perdido en la crisis no se puede decir que España se haya
recuperado
El tipo de empleo que sea crea, temporal y precario, hace que los
salarios de los trabajadores no reciban su parte en la recuperación
económica
La economía va como una moto. La actividad crece en España a tasas superiores al 3%,
muy por encima de los países
homólogos, y ya se ha alcanzado el nivel de renta previo a la crisis.
Estas proclamas son ciertas y conviven con otras realidades mucho menos
satisfactorias. La economía española tiene una tasa de paro del 18%, muy
superior a la de los países europeos, y los
salarios siguen sin recuperarse. Es más. En el segundo trimestre de
este año 2017 de
boom económico, los datos dicen que el sueldo medio ha vuelto a caer.
Este es el mix
de crecimiento con el que España está saliendo de la crisis, una
inmersión a pulmón, con el oxígeno de los sueldos de los trabajadores y
la política expansiva del BCE. Estos dos pilares sustentan unas
rutilantes
tasas de crecimiento que también son sus talones de Aquiles.
En la primavera de 2017, el consumo
privado fue el auténtico motor de la economía. En opinión del director
del servicio de estudios de Funcas, Raymond Torres, el fenómeno puede
tener fecha de caducidad. Torres recuerda que el consumo de los hogares
está creciendo por encima de la mejora de los ingresos, lo que hace que
estén tirando del ahorro. "La tasa de ahorro va a marcar su segundo
mínimo histórico", recuerda este economista.
Como los ahorros no son un pozo sin
fondo, la capacidad de los hogares de seguir impulsando la actividad
económica tiene un límite que se podría mejorar elevando los salarios.
Un respuesta que por ahora ni se la ve ni se la espera.
En el segundo trimestre del año la
remuneración media por asalariado cayó una décima. No es una caída
espectacular pero estaba precedida, por fin, de una subida significativa
en el trimestre anterior del 0,4%. La mejora en el arranque del año
parece así quedarse en un espejismo y continuar la tendencia de
congelación o reducción de la remuneración media en los años
precedentes.
También cae el coste laboral
unitario (un 0,4%), y todo esto en medio de subidas del empleo por
encima del 3%, en línea con la actividad económica pero a años luz del
bolsillo de los trabajadores.
Según los datos de la EPA, en
España aún hay casi cuatro millones de parados, rozando el 18% del
desempleo. Esta cantidad de desocupados es una de las explicaciones, la
tradicional, que ofrece la teoría económica a la razón de por qué crece
la
economía y no lo hacen los sueldos. Aún hay un exceso de oferta y hasta
que no se equilibre se complicará ver subidas de sueldos.
Pero la cuestión no es que los
sueldos no suban, ¡es que incluso caen! Y para explicar esta cuestión
Torres cree que entra otro valor en juego: el del tipo de empleo que se
crea. La "composición" del mercado de trabajo, con alta temporalidad
y con empleos relacionados con sectores poco productivos, es una de las
claves que lleva a que los nuevos empleos que se crean estén aparejados
a salarios a la baja.
Para el economista José Domingo
Roselló, la parcialidad y el tipo de jornadas laborales también explican
este descenso en la remuneración. Aunque los datos que se conocieron el
jueves solo hablan de empleos a tiempo completo (o su equivalente)
sí dejan ver una aminoración en las horas trabajadas en pleno subidón
de casi 480.000 puestos de trabajo a tiempo completo más.
Trabaja más gente, pero no se reparte a jornada completa.
Roselló también recuerda que en el
mismo trimestre de 2016 se devolvió parte de la paga extra de los
funcionarios. La aportación ha influido en la comparación frente al año
anterior, aunque no justifica la tendencia.
Los economistas claman por subidas
salariales ligadas a la productividad, que por hora trabajada está en el
1,3%, y los sindicatos piden que en algunos sectores se gane poder
adquisitivo y se llegue hasta el 2,5%. Pero la moderación salarial
sigue su curso, envuelta en una tendencia global de desproporción de la
riqueza a favor del capital frente a los trabajadores.
Para el economista José Carlos
Díez, "a corto plazo la recuperación no llega a los salarios y a largo
plazo la productividad está estancada, lo que lleva a cronificar la
precariedad salarial provocada por la crisis". Como receta, propone
"aumentar
la
productividad y repartir mejor ese crecimiento. Con más inversión, especialmente en capital humano y educación y más innovación en nuestras empresas".
productividad y repartir mejor ese crecimiento. Con más inversión, especialmente en capital humano y educación y más innovación en nuestras empresas".
Precisamente captar este tipo de
inversión es el objetivo del BCE con su política ultraexpansiva. Y
Torres teme que no se esté cumpliendo, ya que la inversión en el
ladrillo es una de las partidas que más mejora en el trimestre.
Menos porción de la tarta
En cuanto a la preocupación por los
salarios, el propio Luis de Guindos en rueda de prensa explicó que el
peso de los salarios en la economía apenas se sitúa en el 49%, cuando
antes de la crisis se fijaba en el 51%. Pero auguró que cuando se
recuperen los casi dos millones de puestos de trabajo que faltan para
tener el mismo tamaño de mercado laboral que en 2007, los trabajadores
volverían a recuperar su porción de la tarta de la riqueza.
Díez
cree que el peso de los salarios sobre PIB tocó suelo en el 47% del tercer trimestre de 2016
y que, efectivamente, todo el aumento de remuneración de asalariados
se produce por pura creación de empleo ya que los salarios en media
están estancados. Pero revertir al tendencia será complicado en un
contexto internacional en el que los trabajadores
son los perdedores en el reparto de la riqueza.
La caída de las rentas del trabajo
en la economía empezó a darse a finales de los noventa en los países
desarrollados y ya en 2007, antes de la crisis, era un fenómeno
preocupante. El G-20 tiene su propio grupo de trabajo para analizar lo
que
considera un problema, ya que el aumento del peso del capital genera
desigualdad. Entre 1990 y 2007, los trabajadores de Canadá perdieron
casi ocho puntos de su peso en la riqueza y los estadounidenses cerca de
cuatro.
Ampliando la mirada, y siempre
según datos de la OCDE recabados por este grupo del G-20, los
asalariados españoles han perdido entre 1970 y 2014 casi 15 puntos de su
participación en la tarta de la riqueza. Italia, Corea del Sur y
Estados Unidos
son los otros tres países estudiados donde la participación de los
salarios en la economía ha caído más de un 10% en este mismo periodo.
El fenómeno tiene mucho que ver con
la nueva economía, los nuevos modelos de empleo, la deslocalización de
mano de obra a otros países más baratos... y muchos factores que se
están aún estudiando. El problema es que esta tendencia cogió a España
con el pie cambiado acelerando y agravando el fenómeno. Así, cuando la
economía empieza a emerger, lo hace en un proceso global de
estancamiento de los sueldos.
El debate de la renta básica y de
los salarios mínimos ha surgido precisamente tras extenderse este
fenómeno que será complicado que España revierta en solitario.
Por el momento, el propio De
Guindos ha reconocido que no se puede hablar de salida de la crisis
hasta que se creen estos casi dos millones de empleos que faltan para
retomar el nivel del mercado de trabajo de 2007. Y que será en ese
momento
cuando la "normalización" de los salarios se vaya produciendo.