El coste de la desmemoria histórica
La escasa recuperación de la Memoria Histórica en los círculos
políticos, mediáticos e incluso académicos españoles explica que no se
haya corregido la tergiversada historia de este país, tergiversación que
continúa dominando el relato del pasado y del
presente. No hay plena conciencia ni hay pleno reconocimiento, por
ejemplo, de que la Guerra Civil fue un golpe militar contra un sistema
democrático gobernado por unas fuerzas políticas promotoras de reformas
urgentes y necesarias que estaban afectando los
intereses de las clases privilegiadas y dominantes que, siendo una
minoría de la población, necesitaron de una enorme y cruel represión
frente a la mayoría de la población, que eran las clases populares. De
no ser por la enorme resistencia popular en la mayor
parte de los territorios españoles, aquel golpe militar se hubiera
impuesto en cuestión de dos o tres meses. Pero a pesar de la ayuda de
las tropas nazis alemanas y fascistas italianas, y de la escasa ayuda
militar que el gobierno republicano recibió de los
supuestamente democráticos gobiernos occidentales (temerosos estos de
que las reformas altamente populares del Frente Popular contaminaran a
sus propias clases populares), no pudieron conseguir someter a la
mayoría de la población hasta tres años más tarde,
estableciendo uno de los regímenes más represivos, crueles y
terroristas (es decir, que el terror era una política del Estado) que
hayan existido en Europa durante el siglo XX. Nunca hay que olvidar que
por cada asesinato que cometió Mussolini, el régimen
de Franco cometió diez mil.
La Guerra Civil fue una lucha de clases. Pero también fue una lucha de dos visiones de lo que es España
No hay duda de que la Guerra Civil fue una lucha de clases,
de las oligarquías y de las burguesías en contra de la clase trabajadora
de los distintos pueblos y naciones de España. Los vencedores de
aquella lucha de clases establecieron el Estado
dictatorial, y, cuarenta años más tarde, fueron las fuerzas dominantes
en la transición de la dictadura a la democracia, definida erróneamente
como modélica. Y digo erróneamente porque el desequilibrio de fuerzas en
aquel proceso fue tan grande a favor de
los vencedores de la Guerra Civil y en contra de los vencidos (las
izquierdas que lideraban las fuerzas democráticas) que era imposible que
el resultado de aquella transición fuera modélico. Su producto, la
democracia española, era y continúa siendo enormemente
limitada y el Estado del Bienestar fue y continúa siendo muy
insuficiente. Los datos que avalan tal observación están ahí para el que
quiera verlos. Los muestro en mis libros (ver
Bienestar insuficiente, democracia incompleta. De lo que no se habla en nuestro país. Anagrama, 2002; y
El subdesarrollo social de España: causas y consecuencias. Anagrama, 2006).
Ahora bien, hay otra parte de la desmemoria histórica que está
incluso más ocultada. Es poco conocido hoy en España que además de la
lucha de clases que apareció en la mayoría de los pueblos y naciones de
España, hubo otra lucha que se sintió con especial
énfasis en las naciones “periféricas”, como Catalunya y el País Vasco
(y también en Galicia). La represión en contra de la cultura e identidad
nacional en Catalunya fue una característica de aquel golpe militar y
del régimen que estableció. Puedo dar constancia
de ello, como catalán que soy. No soy muy dado a referirme a
experiencias personales, pero me permito hacer una excepción en este
artículo en mi intento de explicar una dimensión poco conocida del
pasado de nuestro país a mis amigos al sur del Ebro, a quien
está dirigido predominantemente este artículo. Cuando yo era un niño,
alrededor de los 10-11 años, un gris (la policía franquista) en
Barcelona se molestó por dirigirme a él, en la calle, en catalán –mi
lengua materna- diciéndome
“no hables como un perro, habla como un cristiano”. Recuerdo
bien la frase, a la que respondí escupiéndole en la cara. Además de la
paliza y el bofetón que me dio, me llevó al cuartelillo de la policía,
desde donde llamaron a mis padres, maestros republicanos
que fueron brutalmente represaliados por su apoyo a las reformas
educativas de la República y a la Generalitat de Catalunya (ver
Una breve historia personal de nuestro país. biografía de Vicenç Navarro, en www.vnavarro.org). Mi padre me acarició la cabeza, y hablando para sí mismo dijo
“Tan jove, ja” (tan joven, ya), y mi madre, delante de los
grises, me dio uno de los besos más grandes y más políticos que una
madre haya dado a su hijo en Catalunya, mostrando lo enormemente
orgullosa que estaba de mí.
En muchas partes de España parece no conocerse que siempre ha
habido en Catalunya un sentimiento de identidad que no tiene por qué ser
excluyente o insolidario. Es cierto que este sentimiento puede
lamentablemente traducirse en un nacionalismo excluyente.
Así pasó con Jordi Pujol, el mayor punto de referencia político del
nacionalismo catalanista conservador, cuando escribía que los
“inmigrantes” murcianos y andaluces que venía a trabajar a Catalunya (a
los que la burguesía catalana y los nacionalistas pujolianos
llamaban “charnegos”) tenían una capacidad intelectual inferior a la de
los catalanes. Ahora bien, siempre hubo otro sentimiento identitario
solidario característico de las izquierdas catalanas, opuesto al
anterior. En el mismo periodo que Jordi Pujol promovía
aquel nacionalismo, yo escogí ser médico de los “charnegos” en el
barrio más pobre de Barcelona, el Somorrostro. La resistencia
antifascista que se había infiltrado en el sindicato fascista, el SEU,
fundó el SUT (el Servicio Universitario del Trabajo), que
había establecido el único centro sanitario en aquel barrio y cuyos
habitantes representaban la clase trabajadora venida de otras parte de
España que estaba construyendo el país y luchando, muchos de ellos, en
la resistencia antifascista. Las izquierdas catalanas
siempre vimos que la lucha social y la lucha por la recuperación de la
identidad catalana estaban unidas, pues la causa de su opresión era la
misma: el Estado fascista. Y esta diversidad de identidades regionales y
nacionales era la riqueza del país. Nuestro
deseo era que tal diversidad quedara reflejada en la configuración del
Estado cuando se estableciera la democracia.
La España plurinacional fue siempre la visión preferente dentro de las izquierdas catalanas y españolas
La tergiversada historia de España, heredada de la dictadura, ha
ocultado que siempre ha habido dos versiones de España. Una, la
uninacional, de las derechas españolas, cuya máxima expresión se dio
durante el fascismo. Esta visión de España es la visión
de los vencedores de la Guerra Civil. Pero la de los vencidos era la
visión plurinacional y pluri-identitaria, característica de las
izquierdas. No se conoce en España que tanto el PSOE como el PCE,
durante la resistencia antifascista, tenían en su programa
el reconocimiento de dicha plurinacionalidad, garantizada por el
derecho de decisión o autodeterminación, que aseguraba que la deseada
unión de España estuviera basada en la voluntad de las distintas
regiones y naciones de España, en lugar de estar unidas
por la fuerza, tal como exige la actual Constitución Española, que
asigna nada menos que al Ejercito la función de asegurar tal unión
(cláusula impuesta por el Monarca y el Ejército en el redactado de la
Constitución). En esta última versión, la uninacional,
se consideraba a la visión plurinacional como la anti-España, siendo
brutalmente reprimida por el régimen dictatorial, y todavía ocultada o
discriminada durante el régimen del 78 iniciado en la inmodélica
transición, como resultado de la pervivencia de la
cultura franquista, todavía muy extendida en los aparatos del Estado
español, incluyendo su judicatura y sus órganos de seguridad.
La represión fascista contra los que la dictadura definió como rojos y separatistas
La mayor represión fruto del golpe militar fascista y del régimen
que le siguió fue dirigida a los que fueron definidos como rojos y
separatistas, categorías que incluían en Catalunya a aquellas personas
que habían luchado por una España justa, libre
y democrática (a las que definían como rojos), y a aquellas personas
que luchaban por una España plurinacional (a las que definían como
separatistas). Y lo peor de esta represión era que a uno se le definiera
como rojo y separatista, como lo fue gran parte
de mi familia, incluyendo mi padre, al que se le supuso separatista por
haber sido secretario de la Asociación en Defensa de la República
Catalana en la Federación Española. Mi padre era federalista, no
secesionista. Y amaba profundamente a España y a Catalunya.
Era valenciano de origen y maestro ilusionado, junto con mi madre,
también maestra ilusionada, con las reformas docentes realizadas por la
Generalitat de Catalunya y por la II República. Que los considerasen a
ellos, mis padres (y mis tíos y tías que tuvieron
que dejar España y más tarde luchar contra el nazismo en la Francia
ocupada) como anti-España, es absurdo y ofensivo en extremo, pues
lucharon y dieron lo mejor de su vida por otra España diferente a la
España monárquica borbónica, centrada en la capital del
Reino, Madrid (que no tenía nada que ver con el Madrid popular),
radial, jerárquica, corrupta e injusta. Su España era republicana,
democrática, justa y plurinacional. Pero para los “nacionales” (así se
definían a sí mismas las fuerzas fascistas), los que
apoyaban la otra visión de España eran antiespañoles. Para ellos,
separatistas eran todos aquellos que no compartían su visión
uninacional. El president Companys (al que los fascistas fusilaron), que
había sido director de una revista titulada
Nueva España, y que fue Ministro del gobierno español
republicano, era un federalista, no un secesionista. Y sorprenderá
también a muchos lectores saber que los mártires y héroes cuya vida y
muerte se homenajea el día nacional de Catalunya, el 11 de
septiembre, por defender los derechos de Catalunya frente a Felipe V,
de la realeza borbónica, también luchaban por el bien de España, dato
que las derechas nacionalistas españolistas y los independentistas
siempre ocultan en su historia tergiversada de España.
Cito textualmente las palabras del General Villarroel, que dirigió a
los luchadores que se enfrentaron a las fuerzas borbónicas que los
derrotaron, eliminando los derechos de la nación catalana:
“Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar
del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra
nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser
catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores.
¡Por nosotros y POR LA NACIÓN ESPAÑOLA PELEAMOS! Hoy es el día de morir
o vencer”
(el original no está en mayúsculas, las añado para que se pueda
leer bien). Queda claro que los héroes masacrados por las tropas
borbónicas luchaban por otra visión de España, claramente plurinacional,
cuya memoria es recordada el 11 de septiembre, la
Fiesta Nacional de Catalunya. El Día Nacional en la primera versión de
España –la uninacional borbónica- es el día de la Raza (tal como se
llamaba) en el que se celebra la victoria y conquista de un nuevo
continente. En Catalunya, sin embargo, el Día Nacional
es un homenaje a los derrotados defendiendo otra visión de Catalunya y
de España.
El renacer del plurinacionalismo
Esta visión plurinacional ha continuado viva en las izquierdas
catalanas durante la época democrática. Fue precisamente un gobierno de
izquierdas -el gobierno tripartito del socialista Pasqual Maragall- el
que preparó el Estatut de Catalunya que fue vetado,
después de ser aprobado por el Parlament de Catalunya, por las Cortes
Españolas y refrendado por la población en Catalunya, por el Tribunal
Constitucional (TC), controlado por el PP. Tal veto (de partes
esenciales de aquel Estatut, como considerar a Catalunya
como una nación) y la pasividad del PSOE han creado la situación
actual. La derecha española en general, y el PP en particular, han sido
una fábrica de independentistas. El nacionalismo españolista y su
versión y expresión uninacional son la mayor causa del
crecimiento del independentismo.
Dicho esto, me niego a creer que el gobierno Rajoy esté aplicando
claras políticas represivas que están incrementando el independentismo
como resultado de su incompetencia, como algunas voces de izquierdas
están indicando. El Sr. Rajoy encaja perfectamente
en el molde extremista del nacionalismo uninacional heredado del
franquismo. Cree, como también creen muchas personas de derechas, e
incluso de izquierdas, que los partidos independentistas son los
responsables de haber creado este enorme movimiento en Catalunya,
sin querer darse cuenta de que la realidad es precisamente lo
contrario. Ha sido el hecho de ver desoídas las justas demandas de
redefinición de España lo que ha convertido el deseo de reconocimiento
en un deseo de separación. Y el hecho de que la visión uninacional
sea todavía la dominante en España, en parte debido a la renuncia por
parte de las izquierdas tradicionales de su visión plurinacional,
explica el comportamiento electoralista de Rajoy, totalmente
comprensible desde el punto de vista electoral, pues lo beneficia
a nivel de votos.
La demanda por un referéndum
En Catalunya, según las encuestas, la mayoría favorece una
consulta o un referéndum sobre si Catalunya debería separarse o no de
España. Tal apoyo va (según la encuesta) de un 70 a un 80%. Sin embargo,
la mayoría no es favorable a la independencia. La
prohibición del “referéndum” por parte del Estado y del gobierno Rajoy,
consecuente con su historia de falta de sensibilidad hacia las
peticiones provenientes de Catalunya, ha generado una gran protesta,
claramente instrumentalizada por los partidos independentistas
que gobiernan Catalunya, que han utilizado a su vez métodos sectarios y
antidemocráticos en su instrumentalización del referéndum, el cual se
ha transformado más en un plebiscito de apoyo a la independencia que en
un auténtico proceso de debate democrático
sobre los méritos o deméritos de tal opción, libremente expresados en
los medios públicos de la Generalitat. En realidad, tales medios han
sido meros instrumentos independentistas.
Esto ha dado pie a desarrollar una enorme represión contra las
instituciones de la Generalitat de Catalunya que está siendo llevada a
cabo por los aparatos del Estado uninacional (el judicial y el policial)
bajo el gobierno Rajoy, represión que están
afectando los derechos políticos y civiles de toda la población
mediante medidas que, como han indicado varios juristas y
constitucionalistas de conocido prestigio (como el Sr. José Antonio
Martín Pallín, fiscal y magistrado emérito del Tribunal Supremo,
el Sr. Baltasar Garzón o el profesor Javier Pérez Royo), son ilegales.
Crítica a algunas respuestas de sectores de izquierdas
Ante esta situación es
sorprendente el silencio de la intelectualidad española. Me parece bien
que unas personas de izquierdas publicaran en
El País (hoy
uno de los diarios más hostiles a la transformación social y nacional
de España) una carta indicando que el referéndum no es un referéndum.
Debo ser una de las personas
en Catalunya que ha sido más crítica con Junts Pel Sí
y su mal llamado referéndum. Ahora bien, me parece muy mal que no
critiquen la continua y agresiva intervención del Estado,
tanto por parte del gobierno como por parte de los aparatos del Estado,
dirigidos por un coronel de la Guardia Civil, procedente de una familia
de Fuerza Nueva y hermano de un ex miembro del TC, hecho ampliamente
conocido en Catalunya. El sistema judicial
y constitucional español dista mucho de ser el sistema democrático que
el país tendría si hubiera habido una ruptura con el Estado anterior. Y
lo mismo ocurre con las fuerzas de seguridad. Es preocupante que
miembros de la Guardia Civil saludaran a miembros
de la ultraderecha que los vitoreaban cuando estaban reprimiendo
manifestaciones totalmente pacíficas y no violentas. Hemos visto estos
días la llegada a Barcelona de grupos civiles fascistas que están
intentando agredir a la población, que se está manifestando
pacíficamente. Estos mismos grupos fascistas rodearon el centro de
Zaragoza, donde fuerzas democráticas estaban reunidas para realizar un
acto político que pudiera contribuir a resolver uno de los mayores
problemas que hoy existen en España. No ha habido ninguna
detención de miembros de dichos grupos. Y los políticos que acudieron
al acto tuvieron que encerrarse en el lugar donde éste se realizaba.
La llamada a la movilización democrática
Cualquier persona democrática, sea o no catalana, consciente de la
historia real y no tergiversada del país, necesita movilizarse y decir
NO a esta ocupación de Catalunya por los aparatos del Estado central,
dirigidos por un gobierno corrupto que utiliza
el Estado y sus aparatos de represión para fines partidistas y
personales. Escribir ahora diciendo que el referéndum propuesto por la
Generalitat de Catalunya no es legal me parece insuficiente. Lo que
estamos viendo hoy es la movilización de las fuerzas herederas
del fascismo, los súper patriotas de siempre, que están, como también
hicieron en el 36, recurriendo a una represión que (por desgracia y como
resultado de la insuficiente recuperación de la memoria histórica está
contando con la simpatía de amplios sectores
de la población española), reforzando así su dominio sobre España y su
Estado. La victoria de Rajoy en su enfrentamiento con la Generalitat de
Catalunya (conseguida, una vez más, con la pasividad del PSOE)
debilitará enormemente a las fuerzas democráticas
en España. De ahí la importancia de las fuerzas españolas que se
reunieron en Zaragoza representando esa otra España, la plurinacional,
sin la cual será también imposible resolver el gran problema social
creado a su vez por el mismo Estado uninacional (también
con la pasividad del PSOE). La democracia en España está en peligro y
el máximo responsable de ello es la persistencia de la cultura
franquista en el Estado español.
El movimiento democrático iniciado en Catalunya que debería extenderse al resto de España
La represión ha movilizado a la mayoría de las asociaciones
progresistas de la sociedad civil, desde los sindicatos mayoritarios
CCOO y UGT, hasta los movimientos vecinales, asociaciones de pequeños
empresarios, clubs de fútbol, etc. que se están organizando
para oponerse a tanta represión. La gran mayoría de dichas asociaciones
no son independentistas, pero se sienten ofendidas por la brutal
represión que está hoy teniendo lugar en Catalunya. Y un elemento muy
importante es que se ha diluido el protagonismo que
los partidos independentistas y los movimientos afines como la ANC y
OMNIUM CULTURAL han tenido hasta ahora, dirigiendo las movilizaciones.
Los sindicatos son las asociaciones civiles más grandes de Catalunya, y
junto con la clase trabajadora, que no es independentista
y no se movilizó en las campañas independentistas, se están ahora
movilizando para defender las instituciones catalanas y la democracia.
Es significativo que los trabajadores del puerto no estén abasteciendo a
los barcos que han utilizado las tropas enviadas
a Catalunya para ocuparla. El movimiento pro-independentista grande,
pero no mayoritario, se está ampliando en un movimiento más grande a
favor de la democracia, de las instituciones catalanas y de la
plurinacionalidad de España. Hoy, significativamente reunidos
en el Museo de Historia de Catalunya, han aprobado un manifiesto en el
que se convoca a la sociedad civil catalana a defender la democracia en
Catalunya, violada ahora por el intervencionismo judicial y político del
Estado español. Por el bien de Catalunya
y de España es importante que se haga esta movilización de todas las
fuerzas democráticas en contra de las políticas antidemocráticas y
represoras que están siguiendo los herederos de la dictadura que oprimió
tanto a las clases populares de los distintos pueblos
y naciones de España.