9.30.2017

La necesaria movilización de las fuerzas democráticas frente a los herederos del franquismo Vicenç Navarro Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra (EL PULPITO LAICO)

El coste de la desmemoria histórica
La escasa recuperación de la Memoria Histórica en los círculos políticos, mediáticos e incluso académicos españoles explica que no se haya corregido la tergiversada historia de este país, tergiversación que continúa dominando el relato del pasado y del presente. No hay plena conciencia ni hay pleno reconocimiento, por ejemplo, de que la Guerra Civil fue un golpe militar contra un sistema democrático gobernado por unas fuerzas políticas promotoras de reformas urgentes y necesarias que estaban afectando los intereses de las clases privilegiadas y dominantes que, siendo una minoría de la población, necesitaron de una enorme y cruel represión frente a la mayoría de la población, que eran las clases populares. De no ser por la enorme resistencia popular en la mayor parte de los territorios españoles, aquel golpe militar se hubiera impuesto en cuestión de dos o tres meses. Pero a pesar de la ayuda de las tropas nazis alemanas y fascistas italianas, y de la escasa ayuda militar que el gobierno republicano recibió de los supuestamente democráticos gobiernos occidentales (temerosos estos de que las reformas altamente populares del Frente Popular contaminaran a sus propias clases populares), no pudieron conseguir someter a la mayoría de la población hasta tres años más tarde, estableciendo uno de los regímenes más represivos, crueles y terroristas (es decir, que el terror era una política del Estado) que hayan existido en Europa durante el siglo XX. Nunca hay que olvidar que por cada asesinato que cometió Mussolini, el régimen de Franco cometió diez mil.

La Guerra Civil fue una lucha de clases. Pero también fue una lucha de dos visiones de lo que es España 
No hay duda de que la Guerra Civil fue una lucha de clases, de las oligarquías y de las burguesías en contra de la clase trabajadora de los distintos pueblos y naciones de España. Los vencedores de aquella lucha de clases establecieron el Estado dictatorial, y, cuarenta años más tarde, fueron las fuerzas dominantes en la transición de la dictadura a la democracia, definida erróneamente como modélica. Y digo erróneamente porque el desequilibrio de fuerzas en aquel proceso fue tan grande a favor de los vencedores de la Guerra Civil y en contra de los vencidos (las izquierdas que lideraban las fuerzas democráticas) que era imposible que el resultado de aquella transición fuera modélico. Su producto, la democracia española, era y continúa siendo enormemente limitada y el Estado del Bienestar fue y continúa siendo muy insuficiente. Los datos que avalan tal observación están ahí para el que quiera verlos. Los muestro en mis libros (ver Bienestar insuficiente, democracia incompleta. De lo que no se habla en nuestro país. Anagrama, 2002; y El subdesarrollo social de España: causas y consecuencias. Anagrama, 2006). 
Ahora bien, hay otra parte de la desmemoria histórica que está incluso más ocultada. Es poco conocido hoy en España que además de la lucha de clases que apareció en la mayoría de los pueblos y naciones de España, hubo otra lucha que se sintió con especial énfasis en las naciones “periféricas”, como Catalunya y el País Vasco (y también en Galicia). La represión en contra de la cultura e identidad nacional en Catalunya fue una característica de aquel golpe militar y del régimen que estableció. Puedo dar constancia de ello, como catalán que soy. No soy muy dado a referirme a experiencias personales, pero me permito hacer una excepción en este artículo en mi intento de explicar una dimensión poco conocida del pasado de nuestro país a mis amigos al sur del Ebro, a quien está dirigido predominantemente este artículo. Cuando yo era un niño, alrededor de los 10-11 años, un gris (la policía franquista) en Barcelona se molestó por dirigirme a él, en la calle, en catalán –mi lengua materna- diciéndome “no hables como un perro, habla como un cristiano”. Recuerdo bien la frase, a la que respondí escupiéndole en la cara. Además de la paliza y el bofetón que me dio, me llevó al cuartelillo de la policía, desde donde llamaron a mis padres, maestros republicanos que fueron brutalmente represaliados por su apoyo a las reformas educativas de la República y a la Generalitat de Catalunya (ver Una breve historia personal de nuestro país. biografía de Vicenç Navarro, en www.vnavarro.org). Mi padre me acarició la cabeza, y hablando para sí mismo dijo “Tan jove, ja” (tan  joven, ya), y mi madre, delante de los grises, me dio uno de los besos más grandes y más políticos que una madre haya dado a su hijo en Catalunya, mostrando lo enormemente orgullosa que estaba de mí.
En muchas partes de España parece no conocerse que siempre ha habido en Catalunya un sentimiento de identidad que no tiene por qué ser excluyente o insolidario. Es cierto que este sentimiento puede lamentablemente traducirse en un nacionalismo excluyente. Así pasó con Jordi Pujol, el mayor punto de referencia político del nacionalismo catalanista conservador, cuando escribía que los “inmigrantes” murcianos y andaluces que venía a trabajar a Catalunya (a los que la burguesía catalana y los nacionalistas pujolianos llamaban “charnegos”) tenían una capacidad intelectual inferior a la de los catalanes. Ahora bien, siempre hubo otro sentimiento identitario solidario característico de las izquierdas catalanas, opuesto al anterior. En el mismo periodo que Jordi Pujol promovía aquel nacionalismo, yo escogí ser médico de los “charnegos” en el barrio más pobre de Barcelona, el Somorrostro. La resistencia antifascista que se había infiltrado en el sindicato fascista, el SEU, fundó el SUT (el Servicio Universitario del Trabajo), que había establecido el único centro sanitario en aquel barrio y cuyos habitantes representaban la clase trabajadora venida de otras parte de España que estaba construyendo el país y luchando, muchos de ellos, en la resistencia antifascista. Las izquierdas catalanas siempre vimos que la lucha social y la lucha por la recuperación de la identidad catalana estaban unidas, pues la causa de su opresión era la misma: el Estado fascista. Y esta diversidad de identidades regionales y nacionales era la riqueza del país. Nuestro deseo era que tal diversidad quedara reflejada en la configuración del Estado cuando se estableciera la democracia.

La España plurinacional fue siempre la visión preferente dentro de las izquierdas catalanas y españolas
La tergiversada historia de España, heredada de la dictadura, ha ocultado que siempre ha habido dos versiones de España. Una, la uninacional, de las derechas españolas, cuya máxima expresión se dio durante el fascismo. Esta visión de España es la visión de los vencedores de la Guerra Civil. Pero la de los vencidos era la visión plurinacional y pluri-identitaria, característica de las izquierdas. No se conoce en España que tanto el PSOE como el PCE, durante la resistencia antifascista, tenían en su programa el reconocimiento de dicha plurinacionalidad, garantizada por el derecho de decisión o autodeterminación, que aseguraba que la deseada unión de España estuviera basada en la voluntad de las distintas regiones y naciones de España, en lugar de estar unidas por la fuerza, tal como exige la actual Constitución Española, que asigna nada menos que al Ejercito la función de asegurar tal unión (cláusula impuesta por el Monarca y el Ejército en el redactado de la Constitución). En esta última versión, la uninacional, se consideraba a la visión plurinacional como la anti-España, siendo brutalmente reprimida por el régimen dictatorial, y todavía ocultada o discriminada durante el régimen del 78 iniciado en la inmodélica transición, como resultado de la pervivencia de la cultura franquista, todavía muy extendida en los aparatos del Estado español, incluyendo su judicatura y sus órganos de seguridad.

La represión fascista contra los que la dictadura definió como rojos y separatistas
La mayor represión fruto del golpe militar fascista y del régimen que le siguió fue dirigida a los que fueron definidos como rojos y separatistas, categorías que incluían en Catalunya a aquellas personas que habían luchado por una España justa, libre y democrática (a las que definían como rojos), y a aquellas personas que luchaban por una España plurinacional (a las que definían como separatistas). Y lo peor de esta represión era que a uno se le definiera como rojo y separatista, como lo fue gran parte de mi familia, incluyendo mi padre, al que se le supuso separatista por haber sido secretario de la Asociación en Defensa de la República Catalana en la Federación Española. Mi padre era federalista, no secesionista. Y amaba profundamente a España y a Catalunya. Era valenciano de origen y maestro ilusionado, junto con mi madre, también maestra ilusionada, con las reformas docentes realizadas por la Generalitat de Catalunya y por la II República. Que los considerasen a ellos, mis padres (y mis tíos y tías que tuvieron que dejar España y más tarde luchar contra el nazismo en la Francia ocupada) como anti-España, es absurdo y ofensivo en extremo, pues lucharon y dieron lo mejor de su vida por otra España diferente a la España monárquica borbónica, centrada en la capital del Reino, Madrid (que no tenía nada que ver con el Madrid popular), radial, jerárquica, corrupta e injusta. Su España era republicana, democrática, justa y plurinacional. Pero para los “nacionales” (así se definían a sí mismas las fuerzas fascistas), los que apoyaban la otra visión de España eran antiespañoles. Para ellos, separatistas eran todos aquellos que no compartían su visión uninacional. El president Companys (al que los fascistas fusilaron), que había sido director de una revista titulada Nueva España, y que fue Ministro del gobierno español republicano, era un federalista, no un secesionista. Y sorprenderá también a muchos lectores saber que los mártires y héroes cuya vida y muerte se homenajea el día nacional de Catalunya, el 11 de septiembre, por defender los derechos de Catalunya frente a Felipe V, de la realeza borbónica, también luchaban por el bien de España, dato que las derechas nacionalistas españolistas y los independentistas siempre ocultan en su historia tergiversada de España. Cito textualmente las palabras del General Villarroel, que dirigió a los luchadores que se enfrentaron a las fuerzas borbónicas que los derrotaron, eliminando los derechos de la nación catalana: “Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. ¡Por nosotros y POR LA NACIÓN ESPAÑOLA PELEAMOS! Hoy es el día de morir o vencer” (el original no está en mayúsculas, las añado para que se pueda leer bien). Queda claro que los héroes masacrados por las tropas borbónicas luchaban por otra visión de España, claramente plurinacional, cuya memoria es recordada el 11 de septiembre, la Fiesta Nacional de Catalunya. El Día Nacional en la primera versión de España –la uninacional borbónica- es el día de la Raza (tal como se llamaba) en el que se celebra la victoria y conquista de un nuevo continente. En Catalunya, sin embargo, el Día Nacional es un homenaje a los derrotados defendiendo otra visión de Catalunya y de España.

El renacer del plurinacionalismo
Esta visión plurinacional ha continuado viva en las izquierdas catalanas durante la época democrática. Fue precisamente un gobierno de izquierdas -el gobierno tripartito del socialista Pasqual Maragall- el que preparó el Estatut de Catalunya que fue vetado, después de ser aprobado por el Parlament de Catalunya, por las Cortes Españolas y refrendado por la población en Catalunya, por el Tribunal Constitucional (TC), controlado por el PP. Tal veto (de partes esenciales de aquel Estatut, como considerar a Catalunya como una nación) y la pasividad del PSOE han creado la situación actual. La derecha española en general, y el PP en particular, han sido una fábrica de independentistas. El nacionalismo españolista y su versión y expresión uninacional son la mayor causa del crecimiento del independentismo.
Dicho esto, me niego a creer que el gobierno Rajoy esté aplicando claras políticas represivas que están incrementando el independentismo como resultado de su incompetencia, como algunas voces de izquierdas están indicando. El Sr. Rajoy encaja perfectamente en el molde extremista del nacionalismo uninacional heredado del franquismo. Cree, como también creen muchas personas de derechas, e incluso de izquierdas, que los partidos independentistas son los responsables de haber creado este enorme movimiento en Catalunya, sin querer darse cuenta de que la realidad es precisamente lo contrario. Ha sido el hecho de ver desoídas las justas demandas de redefinición de España lo que ha convertido el deseo de reconocimiento en un deseo de separación. Y el hecho de que la visión uninacional sea todavía la dominante en España, en parte debido a la renuncia por parte de las izquierdas tradicionales de su visión plurinacional, explica el comportamiento electoralista de Rajoy, totalmente comprensible desde el punto de vista electoral, pues lo beneficia a nivel de votos.

La demanda por un referéndum
En Catalunya, según las encuestas, la mayoría favorece una consulta o un referéndum sobre si Catalunya debería separarse o  no de España. Tal apoyo va (según la encuesta) de un 70 a un 80%. Sin embargo, la mayoría no es favorable a la independencia. La prohibición del “referéndum” por parte del Estado y del gobierno Rajoy, consecuente con su historia de falta de sensibilidad hacia las peticiones provenientes de Catalunya, ha generado una gran protesta, claramente instrumentalizada por los partidos independentistas que gobiernan Catalunya, que han utilizado a su vez métodos sectarios y antidemocráticos en su instrumentalización del referéndum, el cual se ha transformado más en un plebiscito de apoyo a la independencia que en un auténtico proceso de debate democrático sobre los méritos o deméritos de tal opción, libremente expresados en los medios públicos de la Generalitat. En realidad, tales medios han sido meros instrumentos independentistas.
Esto ha dado pie a desarrollar una enorme represión contra las instituciones de la Generalitat de Catalunya que está siendo llevada a cabo por los aparatos del Estado uninacional (el judicial y el policial) bajo el gobierno Rajoy, represión que están afectando los derechos políticos y civiles de toda la población mediante medidas que, como han  indicado varios juristas y constitucionalistas de conocido prestigio (como el Sr. José Antonio Martín Pallín, fiscal y magistrado emérito del Tribunal Supremo, el Sr. Baltasar Garzón o el profesor Javier Pérez Royo), son ilegales.

Crítica a algunas respuestas de sectores de izquierdas
Ante esta situación es sorprendente el silencio de la intelectualidad española. Me parece bien que unas personas de izquierdas publicaran en El País (hoy uno de los diarios más hostiles a la transformación social y nacional de España) una carta indicando que el referéndum no es un referéndum. Debo ser una de las personas en Catalunya que ha sido más crítica con Junts Pel Sí y su mal llamado referéndum. Ahora bien, me parece muy mal que no critiquen la continua y agresiva intervención del Estado, tanto por parte del gobierno como por parte de los aparatos del Estado, dirigidos por un coronel de la Guardia Civil, procedente de una familia de Fuerza Nueva y hermano de un ex miembro del TC, hecho ampliamente conocido en Catalunya. El sistema judicial y constitucional español dista mucho de ser el sistema democrático que el país tendría si hubiera habido una ruptura con el Estado anterior. Y lo mismo ocurre con las fuerzas de seguridad. Es preocupante que miembros de la Guardia Civil saludaran a miembros de la ultraderecha que los vitoreaban cuando estaban reprimiendo manifestaciones totalmente pacíficas y no violentas. Hemos visto estos días la llegada a Barcelona de grupos civiles fascistas que están intentando agredir a la población, que se está manifestando pacíficamente. Estos mismos grupos fascistas rodearon el centro de Zaragoza, donde fuerzas democráticas estaban reunidas para realizar un acto político que pudiera contribuir a resolver uno de los mayores problemas que hoy existen en España. No ha habido ninguna detención de miembros de dichos grupos. Y los políticos que acudieron al acto tuvieron que encerrarse en el lugar donde éste se realizaba. 

La llamada a la movilización democrática
Cualquier persona democrática, sea o no catalana, consciente de la historia real y no tergiversada del país, necesita movilizarse y decir NO a esta ocupación de Catalunya por los aparatos del Estado central, dirigidos por un gobierno corrupto que utiliza el Estado y sus aparatos de represión para fines partidistas y personales. Escribir ahora diciendo que el referéndum propuesto por la Generalitat de Catalunya no es legal me parece insuficiente. Lo que estamos viendo hoy es la movilización de las fuerzas herederas del fascismo, los súper patriotas de siempre, que están, como también hicieron en el 36, recurriendo a una represión que (por desgracia y como resultado de la insuficiente recuperación de la memoria histórica está contando con la simpatía de amplios sectores de la población española), reforzando así su dominio sobre España y su Estado. La victoria de Rajoy en su enfrentamiento con la Generalitat de Catalunya (conseguida, una vez más, con la pasividad del PSOE) debilitará enormemente a las fuerzas democráticas en España. De ahí la importancia de las fuerzas españolas que se reunieron en Zaragoza representando esa otra España, la plurinacional, sin la cual será también imposible resolver el gran problema social creado a su vez por el mismo Estado uninacional (también con la pasividad del PSOE). La democracia en España está en peligro y el máximo responsable de ello es la persistencia de la cultura franquista en el Estado español.

El movimiento democrático iniciado en Catalunya que debería extenderse al resto de España 
La represión ha movilizado a la mayoría de las asociaciones progresistas de la sociedad civil, desde los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT, hasta los movimientos vecinales, asociaciones de pequeños empresarios, clubs de fútbol, etc. que se están organizando para oponerse a tanta represión. La gran mayoría de dichas asociaciones no son independentistas, pero se sienten ofendidas por la brutal represión que está hoy teniendo lugar en Catalunya. Y un elemento muy importante es que se ha diluido el protagonismo que los partidos independentistas y los movimientos afines como la ANC y OMNIUM CULTURAL han tenido hasta ahora, dirigiendo las movilizaciones. Los sindicatos son las asociaciones civiles más grandes de Catalunya, y  junto con la clase trabajadora, que no es independentista y no se movilizó en las campañas independentistas, se están ahora movilizando para defender las instituciones catalanas y la democracia. Es significativo que los trabajadores del puerto no estén abasteciendo a los barcos que han utilizado las tropas enviadas a Catalunya para ocuparla. El movimiento pro-independentista grande, pero no mayoritario, se está ampliando en un movimiento más grande a favor de la democracia, de las instituciones catalanas y de la plurinacionalidad de España. Hoy, significativamente reunidos en el Museo de Historia de Catalunya, han aprobado un manifiesto en el que se convoca a la sociedad civil catalana a defender la democracia en Catalunya, violada ahora por el intervencionismo judicial y político del Estado español. Por el bien de Catalunya y de España es importante que se haga esta movilización de todas las fuerzas democráticas en contra de las políticas antidemocráticas y represoras que están siguiendo los herederos de la dictadura que oprimió tanto a las clases populares de los distintos pueblos y naciones de España.

9.29.2017

Festa de la Música /Acte final de campanya - Acto final de campaña. Mont...

El descarrilamiento del ‘procés’ de Eduardo Mendoza El Pulpito Laico

Los que invocan el nacionalismo lo hacen en vano. El amor a la comunidad a la que uno pertenece y el cuidado de los intereses materiales y culturales de esa comunidad no se articulan hoy en día por medio del nacionalismo

Hace unos días me pasaron a la firma un manifiesto sobre el referéndum catalán. Los firmantes eran personas que respeto y con muchas de las cuales tengo una buena amistad y el contenido del manifiesto era inocuo, a pesar de lo cual no quise sumarme a la lista de firmantes por varias razones de forma y de estrategia: en primer lugar, todos los firmantes tienen, sin ánimo de ofender, una cierta edad, con lo cual su opinión encarna la sabiduría y la experiencia, pero no representa el ímpetu y la esperanza de una población más joven. Al margen de esto, en el momento presente, un manifiesto publicado en un determinado órgano de expresión sería tomado como una declaración de guerra dijera lo que dijera. Y así ocurrió. Sin embargo, de poco sirvió mi exquisita prudencia y mi nombre ha sido incorporado a la lista de los firmantes a la hora de repartir denuestos. Qué le vamos a hacer.
Seguramente esta adhesión virtual se debe a unas declaraciones recientes, expresadas en el curso de una entrevista, en las que dije que el procés había descarrilado. Con eso quise decir que el planteamiento de la cuestión y su desarrollo posterior habían sido erróneos y seguían un camino equivocado, no tanto por su contenido, discutible en algunos puntos, pero merecedor de un serio debate, sino el espíritu que lo había alimentado y del que se seguía nutriendo. Con esta frase tan retorcida me refería, como añadí, al nacionalismo.
En la entrevista a que me refiero dije que el nacionalismo era un concepto anacrónico. Pervive, sin duda, en el ánimo de muchas personas, pero ha cambiado de sentido. Lo mismo ocurre con otros conceptos. Por ejemplo, el romanticismo. Si hoy digo que soy un romántico, nadie interpretará que pienso como Schiller o como Lord Byron, sino que me gustan las canciones melódicas y las películas ñoñas que acaban bien. Otros conceptos sufren hoy el mismo desgaste: democracia, por ejemplo; o socialismo. Pero no nos alejemos del tema. Lo que quería decir es que los que invocan el nacionalismo lo hacen en vano. El amor a la comunidad a la que uno pertenece y el cuidado de los intereses materiales y culturales de esa comunidad no se articulan hoy en día por medio del nacionalismo ni son, en rigor, nacionalismo. El nacionalismo tuvo su momento y pasó. Ahora es un conjuro que permite al que lo usa creer que representa los intereses de la comunidad y descalificar al que no comparte su postura. Por suerte o por desgracia, hoy en día los problemas son otros y añadir el elemento emocional a las cuestiones prácticas lo enreda todo. Pero también es cierto que las emociones existen y son importantes para quien las siente y rechazarlas con la altanería de quien está de vuelta de todo es contraproducente y está mal. Cataluña no es un país de ideas. Las relaciones humanas, el pragmatismo y la creatividad artística son sus principales virtudes. En uno y otro terreno subyace un elemento infantil que hace a Cataluña especialmente atractiva, como se demuestra por un turismo que la desborda. Y los visitantes acuden en masa a ver la obra de Gaudí y la de Dalí, dos artistas que apelan a lo que algunos llaman “el niño que todos llevamos dentro” y esta cualidad le ha permitido pasar rápidamente y con éxito de una economía industrial en decadencia a una economía de servicios y a Barcelona en la capital europea del desmadre. Nadie escapa a este influjo. Lo mismo se aplica las grandes manifestaciones públicas. Comparadas con las broncas de cualquier otro país, las manifestaciones que tienen lugar en Barcelona, sea para protestar o para exigir, son una fiesta escolar. La gente se ríe, se abraza, canta y su comportamiento, en todo momento ejemplar, hace que la manifestación parezca un juego. Los corresponsales extranjeros, que del niño ven la inocencia y no la rabieta, flipan y se apuntan a una causa tan guai. Del mismo modo, las actitudes desafiantes de los dirigentes, los insultos y las descalificaciones les salen del alma, pero vistas objetivamente, son de tebeo.
A esto el Gobierno español, tanto el actual, como todos los gobiernos que le han precedido a lo largo de una historia que dura más de cien años, no sabe cómo responder. En el caso del Gobierno actual la cosa se agrava porque sus recursos intelectuales son, por decirlo de algún modo, limitados. Regaña, llama al orden y amenaza, todo lo cual da el resultado contrario al que busca, si es que busca resolver el conflicto y no encrespar los ánimos con fines electorales. El recurso a la legalidad difícilmente surte efecto cuando ni este Gobierno ni ninguno ha demostrado mucha preocupación por las leyes a la hora de manejar los dineros propios y ajenos. Y la amenaza de poco sirve frente a la irresponsabilidad.
¿Qué hay que hacer? No tengo ni idea. Lo preocupante es que tampoco parece haber nadie que tenga alguna, salvo la de continuar la batalla de slogans y llegado el momento salir a la calle y liarse a mamporros. Mientras tanto, el papel de las personas como yo, apartadas de la cosa pública por inclinación, pero metidos en ella por las circunstancias, sólo puede ser el de intentar aclarar las ideas y reconducir las cosas a un terreno más serio. Y en cumplimiento de esta noble función hago dos apuntes de orden lingüístico e histórico. El primero es de uso interno: La Historia nos enseña que no se grita por las calles que no hay democracia cuando realmente no hay democracia; si te dejan salir a gritar lo que te da la gana es que las cosas no están tan mal. El segundo se refiere a la Guardia Civil. Los medios de información extranjeros califican a la Guardia Civil de “paramilitares”, lo cual es una falsedad, primero porque la Guardia Civil es una rama más de la policía estatal y segundo porque este término remite al lector a otros países y otras actividades que por fortuna no tienen nada que ver con lo que ahora pasa en Cataluña. Y quienes en Cataluña invocan la Historia reciente bien saben que el levantamiento militar de 1936 no triunfó en Barcelona gracias a la lealtad de la Guardia Civil a la República. Es verdad que luego fue un instrumento del franquismo, pero no más que los curas que ahora declaran su apoyo al referéndum.
Los medios de información cumplen una labor necesaria. Algunos son tendenciosos e incluso sectarios, pero en conjunto son la salvaguardia de las libertades o, al menos, una defensa contra el abuso de poder, en la medida en que son una tribuna abierta donde cabe la disidencia y la denuncia. Pero no son infalibles y, por la propia naturaleza de su función, son fragmentarios y precipitados. Alguien dijo que la guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los militares. Lo mismo se puede decir de la opinión pública: algo demasiado importante para dejarlo exclusivamente en manos de los medios de información. Y esto va también para el periódico (El País) en el que aparece este artículo. En medio de la vorágine, alguien tiene que pararse y ponerse a pensar un poco más a fondo.

9.28.2017

Carta a Papa Francesc dels 390 preveres i dels 30 diaques signants de la Declaració sobre el Referèndum d'Autodeterminació de Catalunya

Benvolgut,
Reps aquest correu per ser uns dels 390 preveres i 30 diaques signants de la Declaració sobre el Referèndum d’Autodeterminació de preveres i diaques catalans.
 És per aquest motiu que els 20 preveres i el diaca convocants de  la Declaració hem preparat la següent carta que avui mateix seria enviada al Papa Francesc. L’enviaríem signada per tots els 420 signants de la Declaració, si no em dius abans de vuit de la tarda res al contrari. Perdona les presses, però hem de jugar amb l’oportunitat del moment.
 Barcelona, 24 de setembre de 2017
 A S.S. el Papa Francesc
Ciutat del Vaticà
 Santedat,
            Ens adrecem a Vostè per posar-lo al corrent del següent comunicat que hem fet públic fa dos dies i al qual ens hem adherit fins ara 390 preveres i 30 diaques de tot Catalunya, sabent-nos presos d’enmig del poble i enviats al poble «de tal manera que la nostra identitat no s’entén sense aquesta pertinença» (EG 268):
             Els sotasignats, preveres i diaques al servei de les comunitats catòliques de Catalunya, moguts pels valors evangèlics i humanístics que representem i empesos per l’amor sincer al poble que volem servir, en sintonia amb els nostres bisbes, els quals reiteradament han afirmat el caràcter nacional de Catalunya i consideren que «convé que siguin escoltades les legítimes aspiracions del poble català» (Comunicat Conferència Episcopal Tarraconense 11-V-2017), manifestem que, valorant totes les circumstàncies que han portat a la convocatòria per part del Govern de la Generalitat d’un referèndum d’autodeterminació el proper 1 d’octubre i davant la impossibilitat de pactar les condicions per a dur-lo a terme de forma acordada, considerem legítima i necessària la realització d’aquest referèndum, i convidem  els catòlics i tots els ciutadans de Catalunya a reflexionar sobre la importància dels actuals esdeveniments i a votar en consciència en exercici del dret fonamental que té qualsevol persona a expressar lliurement les seves posicions.
            Vista la dificultat existent d’un diàleg serè i constructiu entre totes les parts, ens hem sentit moralment obligats a fer sentir la nostra veu en aquesta hora decisiva per al futur immediat de Catalunya i Espanya.
            S’ha fet pública la protesta del Govern espanyol davant la Santa Seu per aquesta iniciativa nostra en defensa dels drets legítims del nostre poble, que s’afegeix als comunicats dels bisbes catalans, dels abats i abadesses de Catalunya i de nombroses entitats cristianes; i per aquest motiu, li demanem fraternalment que demani al Govern d’Espanya, públicament o mitjançant vies diplomàtiques, que revisi la seva visceral oposició a aquest referèndum reclamat pel 80% de la població i cessi les seves actuacions repressives, i així permeti al Govern de Catalunya, legitimat pel Parlament català, a procedir amb garanties en la realització d’aquesta consulta el proper diumenge 1 d’octubre.
             Segueixen els noms i la incardinació dels 390 preveres i els 30 diaques signants.
 En comunió,
Els 21 convocants de la Declaració

La ultraderecha en Rajoystán de Ruth Toledano EL PULPITO LAICO

Sobre Rajoy recae la gravísima responsabilidad de dar alimento al monstruo del fascismo español. Será que no le repugna ni le es tan extraño.


La ultraderecha volvió a hacerse visible en toda Europa cuando azotó, primero, la crisis del neoliberalismo y cuando los refugiados, después, empezaron a llamar a sus puertas pidiendo ayuda. Las fuerzas políticas fascistas ganaron incluso un preocupante terreno electoral. Aquí, en Rajoystán, a la extrema derecha apenas se la había vuelto a ver, en parte porque está integrada en las filas del PP  acogida y, por tanto, los xenófobos tenían poco por lo que protestar. Ha habido acciones violentas, como la incursión de falangistas, brazo en alto, en la librería Blanquerna de Madrid (ahora condenados a entrar en prisión), crecientes y numerosas agresiones homófobas y peleas de banda futbolera, pero aparentaba ser algo residual, sin espacio ni estructura. Salieron en Cataluña el 12-O y el Hogar Social, por su parte, supo infiltrarse en el tejido popular con su presunta solidaridad de nacionalismoespañolista. Pero la calle en España ya no era de los fascistas y hasta sus siniestras marchas del 20-N al Valle de losno pasaban de ser un raquítico anacronismo.
Mirando a Europa, no obstante, crecía la preocupación ante su refortalecimiento. Y aquí los tenemos. Lo que no habían llegado a conseguir ni el castigo de la crisis ni el drama de los refugiados, lo ha conseguido la irresponsable cerrazón de Rajoy. Porque si montas destacamentos con miles de antidisturbios acuartelados en unos transatlánticos en el puerto de Barcelona, te acompañará una escuadrón de ultras. Si te llevas detenidos a cargos electos que no han cometido delito alguno, te aplaudirá un grupúsculo de ultras. Si impones medidas totalitarias a funcionarios, intervienes medios de comunicación, allanas sedes y despachos, registras documentación ajena, amenazas con multas, acusas de sedición, te jaleará un comando de ultras. Si declaras sin declarar un Estado de excepción, formará junto a ti una columna de ultras. Si tomas por la fuerza el control de las instituciones, te apoyará una hueste de ultras. Porque si eres el represor, los ultras serán tus esbirros. Si eres el dictador, los ultras serán la fuerza que te acompaña

Tiene toda la lógica, por tanto, que hayan vuelto a las calles las banderas del escudo franquista y las banderas del yugo y las flechas falangistas. Yo estuve en la Puerta del Sol apoyando el derecho a decidir y la libertad de expresión del pueblo catalán, y allí estaban los fascistas. Eran cuatro gatos (no, los gatos no merecen ser relacionados con ellos) pero estaban allí. Como están en Cataluña –Generación Identitaria, Dolça Cataluña o Democracia Nacional–, protegidos por Vox y por Intereconomía. Como han ido, envalentonados, a intimidar, increpar y agredir a los asistentes a la asamblea de Unidos Podemos en Zaragoza. A la presidenta de las Cortes de Aragón le han dado un botellazo.
Cabe recordar la sangre que mancha las banderas que portan los ultras, mientras que ni señeras ni esteladas son responsables aún de violencia alguna. Quizás es lo que se busca. Quizá sea esa la finalidad que persiguen las órdenes de Rajoy: una violencia que legitime su autoritarismo. Lo que es un hecho, en cualquier caso, es que la ultraderecha está siguiendo la estela de la represión de Rajoy y se está dejando ver. Si la actuación con Cataluña del Gobierno central es la mejor representación del fracaso de la política, la mejor muestra del fallo estructural que conlleva la negativa al diálogo y a la negociación, la prueba patente de que rechazar el pacto es salirte del terreno de juego político y provocar el colapso democrático (como han lamentado, sensatas en sus diferencias, Ada Colau y Manuela Carmena), no es de extrañar que venga acompañada de banderas franquistas y falangistas.

Sobre Rajoy recae también, pues, la gravísima responsabilidad de dar alimento al monstruo del fascismo español. Será que no le repugna ni le es tan extraño. Más aún, le sirve de milicia en su estúpida cruzada. Y cuando de verdad haya venido para quedarse, el monstruo despertará a los peores fantasmas. Y será demasiado tarde. Y eso no tiene perdón. 

FERRAN SUAY Sobre els valors europeus i democràtics vulnerats a Catalunya

9.24.2017

Un policía a una manifestante en Murcia: “Ven guarra, con lo que saque de tus multas me voy a ir de fin de semana. El pulpito laico

“Ven conmigo, guarra”. Así se dirigió la noche del pasado jueves un policía antidisturbios, durante la protesta por el soterramiento del AVE en Santiago el Mayor (Murcia), a una manifestante y activista de la PAH, aprovechando que el grueso de la gente se iba alejando rumbo a la Gran Vía y ella se estaba quedando sola, según testigos presenciales.
Tras cogerla del brazo, el policía la encerró entre dos furgones, donde había otra media docena de antidisturbios. Al final a la chica le impusieron dos sanciones en aplicación de la ‘Ley Mordaza’.
Pero antes, según relatan testigos presenciales, la mujer tuvo que escuchar, por parte de los antidisturbios que se acercaban, frases denigrantes como las siguientes: "Tienes más pelos en los brazos que yo, guarra", "No te me acerques, que llevo el uniforme limpio y no quiero que se me pegue tu peste", "Con lo que saque de tus sanciones me voy a ir de fin de semana", "Seguro que no usas desodorante, asquerosa", "Como tu domicilio no es de Murcia pero dices que vives aquí, te voy a poner una tercera denuncia por domicilio falso". Al final se libró de esta tercera multa.
Uno de los testigos criticó esta “conducta repugnante, machista y propia de gente mierda que se sabe impune por su uniforme, la porra y la placa que pagamos de nuestro bolsillo, y que escondía una doble intención: amedrentar y humillar a esta persona, mujer y activista, e intentar provocarla con el fin de que su reacción diera lugar a una sanción más grave o, incluso, a que pasara la noche en el calabozo. Todo muy profesional”.

La Agrupación Reformista de Policías advierte: "No somos mano de obra barata para tapar fracasos políticos" (EL PULPITO LAICO)


ARP denuncia las condiciones "lamentables" en las que están desarrollando su trabajo en Cataluña los agentes de la Policía Nacional

Las fuerzas de seguridad del Estado se han convertido en parte de la diana dentro de la crisis catalana. Sobre ello se pronunciaban esta misma semana distintas asociaciones de guardias civiles, que llamaban la atención sobre la necesidad de frenar el acoso a los agentes; y en este sentido se han manifestado ahora también los integrantes de la Agrupación Reformista de Policías. El colectivo ha querido dejar claro que lo que está sucediendo "es imputable exclusivamente a los políticos".
"Es una costumbre bastante habitual, por desgracia, que nos utilicen tanto a los policías como a los guardias civiles, como diana del descontento social", expone a ELPLURAL.COM Luis Miguel Lorente, Coordinador General de ARP. "Recurren a nosotros para enmendar sus fracasos", subraya. 
La agrupación hace un llamamiento a la necesidad de diálogo. "Los ciudadanos guiados por la clase dirigente en calles y plazas de Cataluña, deben dar un ejemplo primordial evitando cualquier acto que ensucie la imagen del Pueblo de Cataluña. Instamos al cese de actos en vía publica contra las diferentes policías actuantes, para evitar cualquier suceso lamentable", recalcan. 
sindicatos del Cuerpo de Policía Nacional con carácter representativo"populista"n ferrys atracados en puertos que nada tienen que ver con cruceros". 
"Como en los años 80 se les ha llevado en comisiones a barracones y cuarteles del Ejército, viajando en trenes y autobuses para permanecer anclados en buques con bandera nacional, sin poder pisar un hotel o dependencias en tierra firme, y con unas condiciones impropias como son literas y duchas comunes, y unas dietas irrisorias que nada tienen que ver con las de los policías autonómicos", denuncia la Agrupación en un comunicado.
"No debe aprovecharse el ímpetu, compromiso y profesionalidad de los policías para obtener mano de obra barata por el fracaso de las negociaciones de los políticos", sentencia el escrito.

Rajoy nos lleva a todos al desastre, Carlos Elordi (EL PULPITO LAICO)


Más allá de hipótesis tremendistas, que desgraciadamente pueden verificarse, lo que está claro es que el Gobierno del PP no está dispuesto a permitir que se celebre nada que se pueda parecer a un referéndum
La única opción de Pedro Sánchez es entenderse de una u otra manera con las fuerzas que están en contra de Rajoy para formar un frente en defensa de la democracia amenazada
Quienes ingenuamente creían que Mariano Rajoy podía rectificar y que el diálogo aún era posible no han tardado mucho en comprobar la vanidad de su sueño. No han pasado ni 48 horas desde la “razzia” de la Guardia Civil del lunes para que el fiscal general haya ordenado la apertura de una causa por sedición, seguramente contra los líderes de Omnium y ANC, y para que el ministro del Interior anuncie el envío de más policías a Catalunya. “Para poder poner bajo sus órdenes a los Mossos d’Esquadra” ha dicho el Gobierno catalán. Con el fin de reprimir a fondo la movilización popular. Y antes del 1-O pueden pasar cosas aún más graves. Y no digamos el día mismo de la consulta.
No es impensable que miembros del Govern, y Puigdemont mismo, estén para esas fechas en la cárcel. Tampoco que las calles de las principales ciudades catalanas estén tomadas por la Guardia Civil y los antidisturbios para impedir concentraciones y manifestaciones y la votación misma. Sobre todo esto último. Puede pasar de todo si eso ocurre. Habrá que ver qué hace la policía catalana. Una ley de 1986 podría ser invocada para ponerla a las órdenes de los cuerpos estatales. ¿Se negará el mayor Trapero a obedecerla? Si algo de eso se produjera, el conflicto ascendería a otro nivel: el de la confrontación entre fuerzas policiales distintas. Casi una guerra.
Más allá de hipótesis tremendistas, que desgraciadamente pueden verificarse, lo que está claro es que el Gobierno del PP no está dispuesto a permitir que se celebre nada que se pueda parecer a un referéndum. Y, por otro lado, también es evidente que los líderes independentistas no van ceder. No hay duda de que saben perfectamente lo que les puede caer encima. Pero mantienen su posición. La declaración de Puigdemont en la tarde del jueves tenía algo de anuncio de tragedia.
Y hay una tercera certeza. La de que después del 2 de octubre las cosas estarán peor que nunca. ¿Qué diálogo se puede entablar con los líderes de un movimiento que están en prisión o amenazados con largas condenas? Únicamente el de su amnistía. Muy improbable, además. Pero ninguno que permita abordar los problemas reales que han empujado al mundo independentista a emprender la vía de la ruptura. En la que hoy seguramente están muchos más catalanes de que los que lo estaban hace tan sólo una semana.
¿Había previsto Rajoy ese escenario sin salida? Seguramente sí. Tan tonto no puede ser. Pero ha sido incapaz de dirigir las cosas en otro sentido. Por su debilidad e inseguridad congénitas. Las de un líder que manda casi por casualidad y que desde hace más de una década ha dedicado lo fundamental de sus esfuerzos a evitar que los suyos le echaran del cargo. El problema que planteaban los independentistas catalanes, nacido de otros muchos, entre ellos de las barbaridades contra el nacionalismo cometidas por el PP, requería, para hacerle frente, de un político con otros registros además de ese. Y con más fortaleza y convicción de su papel como presidente del Gobierno de España. La que habría hecho falta para que se enfrentara al nacionalismo español más burdo. Para que le dijera que esta vez no se impondría. Por muchos votos que le dé. Por mucha capacidad de presión que pueda ejercer.
No se ha atrevido a enfrentarse a los duros, a Aznar en primer lugar. Y ha dejado pasar el tiempo. Porque no sabe hacer otra cosa. Y porque tampoco sabe negociar. No lo ha hecho nunca. Ha dejado correr las cosas haciendo creer, para eso estaban sus corifeos, que eso iba a resolver algo. La política es cruel: las cuentas pendientes siempre se terminan pagando. Y la de Catalunya no se iba a borrar por ensalmo. Al final, Rajoy ha terminado actuando como un gobernador civil del franquismo, que se limitaba a aplicar la brutal legislación del sistema y las órdenes que le venían desde arriba poniendo cara de que estaba haciendo algo importante.
Hay quien asegura que su deriva autoritaria le está produciendo buenas rentas electorales. Que su partido, con él a la cabeza, crecerá en las próximas elecciones, que todo indica que serán el año que viene porque el PNV no va a seguir cambiando cromos con el PP. Demasiado bonito para ser verdad. Porque si la crisis catalana deriva en lo que todo indica que va a derivar, en una rebeldía sin fin y cada vez más nutrida y dramática en defensa de sus derechos democráticos, Rajoy caerá, antes o después. Porque los influyentes de Europa sugerirán esa salida a quienes pueden propiciarla. Hoy por hoy se contienen. Pero los grandes diarios del continente condenan unánimemente la actuación el gobierno de Madrid y prevén lo peor en Catalunya. Y también porque llegará un momento en el que los poderes económicos exigirán que alguien distinto pare el desastre que en ese terreno puede provocar la citada rebeldía. 
Que el PSOE, por sus errores y su debilidad, esté entrampado con este hombre clama al cielo. Más que cualquiera de las crisis internas que ha padecido, y de la que sigue sufriendo, éste es el peor momento del Partido Socialista desde su refundación en 1972. Porque no tiene ni voz ni voto en el entuerto más serio que la democracia española ha conocido desde el intento de golpe de estado de 1981.  ¿Puede hacer algo Pedro Sánchez para salir de este agujero?
Su única opción es entenderse de una u otra manera con las fuerzas que están en contra de Rajoy. Con Unidos Podemos y las mareas en primer lugar. Y también con los nacionalistas, incluidos los catalanes. Para formar un frente en defensa de la democracia amenazada que ofrezca una alternativa a la inepcia autoritaria del PP. Lo de menos es cómo se formalice esa iniciativa e incluso tampoco importa si no se formaliza mucho. Lo fundamental es que desde España llegue otra voz a Cataluña. Cuanto antes mejor.
Puede que haya mucha gente en las izquierdas que, en principio, esté de acuerdo con la insensata dureza de Rajoy. Por atávicos antinacionalismos que seguramente van a seguir. Pero que en un momento como éste, y más si las cosas se ponen peor, se pueden ver durante un tiempo desplazados a un segundo lugar ante el espectáculo de una derecha que actúa como Franco. Ojalá.

9.22.2017

Gabilondo califica la situación con Cataluña de "muy peligrosa": "La moderación se ha convertido en posición de alto riesgo" (El pulpito laico)

"Ayer, 20-S, empezó otro partido en un clima de muy alta tensión", argumenta.

"Que la situación es muy peligrosa lo demuestra el hecho de que la moderación se ha convertido en posición de alto riesgo". En estos términos se expresa —en la Cadena Ser— el periodista Iñaki Gabilondo, en referencia al conflicto catalán.
Para Gabilondo, "ayer, 20-S, empezó otro partido en un clima de muy alta tensión", por lo que esa moderación "es más importante que nunca practicarla y predicarla".
"Rajoy compareció ayer noche e hizo una declaración, una declaración muy medida, en la que defendió la razón legal con firmeza e invitó al govern a deponer su actitud para evitar males mayores", ha explicado Gabilondo, quien prevé que "mucho me temo que ya es tarde".
"Además, una parte significativa de la sociedad catalana ya está en otro sitio y hace mucho que la disputa se desplazó al terreno emocional", ha sentenciado.
"De pronto, el 1 de octubre ya no parece lo más importante. Queda lejos, a nueve larguísimos días de distancia. Y además, después de la última ofensiva policial y judicial, el referéndum es operativamente inviable. Ahora preocupa lo más acuciante, lo que está pasando y lo que puede pasar en las próximas horas y días, una vez que el govern, de forma solemne y con durísimas palabras, dio por consumado el cisma, por suspendida la autonomía. Y una vez que ha entrado en liza el factor más azaroso: la calle.
Ante la gravedad del momento, Rajoy compareció ayer noche e hizo una declaración, una declaración muy medida, en la que defendió la razón legal con firmeza e invitó al govern a deponer su actitud para evitar males mayores, dijo. Pero mucho me temo que ya es tarde. En este desencuentro, tantos años abandonado a su suerte, se han dado pasos que tienen muy difícil vuelta atrás. Además, una parte significativa de la sociedad catalana ya está en otro sitio y hace mucho que la disputa se desplazó al terreno emocional.
Ayer, 20-S, empezó otro partido. No habrá referéndum, es una batalla que ni la ley ni el Estado podían perder, pero esto está lejos de haber terminado, pues es seguro que, de alguna forma, se expresará el día 1 la voluntad que pretendía expresarse en las urnas. Empieza otro partido en un clima de muy alta tensión. Que la situación es muy peligrosa lo demuestra el hecho de que la moderación se ha convertido en posición de alto riesgo. Sin embargo, es más importante que nunca practicarla y predicarla".

Un éxito policial, un fracaso político de Ignacio Escolar (EL PULPITO LAICO)

La operación de la Guardia Civil contra el referéndum servirá para impedir el 1-O, pero impulsa la estrategia independentista, aleja a muchos catalanes de España y complica aún más la situación

1. La detención del núcleo duro del Govern que estaba organizando el 1-O marca un antes y un después en este terrible septiembre catalán. No solo es  un golpe letal a esta votación por la vía de la logística: sin papeletas, sin centro de datos, sin presumiblemente urnas… es evidente que será imposible el 1-O que quería la Generalitat. También es un salto importante en el auténtico conflicto, el político, que se ha incendiado aún más.

2. ¿Quién ha ordenado la operación de la Guardia Civil contra varios altos cargos de la Generalitat por organizar el 1-O? No ha sido el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), el juzgado que desde hace diez días instruye una investigación donde ya están imputados el president Carles Puigdemont y todos los consellers de la Generalitat. No ha sido la Guardia Civil por su cuenta y riesgo –aunque escuchando a algunos líderes políticos pareciese que es así–. No ha sido siquiera la Fiscalía, que fue informada pero no consultada, aunque tampoco se opuso. Ha sido el titular del juzgado de instrucción número 13 de Barcelona quien ha ordenado de oficio esta operación.

3. El juez se llama Juan Antonio Ramírez Sunyer. Tiene 70 años y es de perfil conservador. Entre otras decisiones polémicas, como órdenes de prisión preventiva contra manifestantes anarquistas que después fueron absueltos, es el juez que, en 2015, abrió diligencias contra el entonces jefe de los Mossos por no evitar los pitidos al himno nacional durante una final de la Copa del Rey. Según el juez, los Mossos podían haber cometido un delito por no intervenir y frenar la pitada en el Camp Nou. Es un buen ejemplo, relevante hoy, de qué entiende este juez por uso proporcional de la fuerza.

4. ¿Por qué interviene este juez en el 1-O a pesar de que la investigación sobre esta votación estaba ya en el Tribunal Superior  de Justicia de Catalunya? Por lo que sabemos, el juez lleva investigando desde febrero, bajo secreto de sumario, a varios altos cargos de la Generalitat. El proceso penal arrancó con la denuncia que a finales de enero presentaron el partido derechista VOX y el abogado Miguel Durán contra el exsenador de ERC Santiago Vidal, que alardeó de que el Govern ya tenía los datos fiscales de los catalanes, de cara a la secesión. El mismo juzgado, en esa misma causa, ya había imputado hace meses al número dos de Oriol Junqueras, Lluís Salvadó, al que ha detenido hoy.

5. ¿Se ha extralimitado el juez? ¿Debería haberse inhibido y pasar el caso al TSJC? ¿Ha aprovechado la Guardia Civil esta ventanilla para pedir estas detenciones porque lo tenía más fácil que con la juez Mercedes Armas, que lleva el 1-O en el TSJC? Es difícil de saber porque el caso aún sigue bajo secreto de sumario, no se conocen los autos del juez Ramírez Sunyer ni tampoco los detalles de su argumentación legal. Algunas fuentes jurídicas consultadas cuestinan la decisión del juez mientras que otras lo respaldan. Para entender bien ambas posturas conviene leer al abogado Gonzalo Boye, y a la periodista Elisa Beni, siempre interesantes e informados los dos, aunque hoy discrepen en su interpretación.

6. La primera consecuencia política de esta operación policial es que la Generalitat ha obtenido el apoyo político contra el Gobierno de algunos sectores que sin duda no respaldan la posición independentista. Entre otros, el de los dos principales sindicatos –CCOO y UGT–, el de dirigentes políticos como Joan Coscubiela –que tan claro y tan duro fue en el debate donde se aprobó el referéndum– o incluso algunos líderes del PSOE y el PSC, entre los que destaca la presidenta autonómica de Baleares, Francina Armengol. En el propio PSOE, solo Armengol ha dicho en público lo que pensaba. Pero muchos otros, en privado, están de acuerdo con su argumentación: se ha cruzado una línea roja. En Ferraz están incómodos con la operación policial y ha habido un fuerte debate interno, que probablemente estos días continuará.

7. De fondo, el gran error sigue siendo el mismo: que se ha judicializado un problema político; que la maquinaria pesada del Código Penal es lenta pero implacable; que los puentes destruidos serán caros de reconstruir. Todo esto es consecuencia de la estrategia de ruptura de Carles Puigdemont: la desobediencia a las leyes, en una democracia, siempre acaba en los juzgados. En  la estrategia independentista siempre estuvo esta situación: forzar la reacción más dura posible por parte del Estado para ganar más partidarios a la independencia. Ir más allá del 47,8%: el apoyo que lograron la última vez que se votó y que es un porcentaje más que de sobra para gobernar Catalunya o reivindicar un referéndum, pero no el suficiente para reformar el Estatut o la ley electoral, ni mucho menos para declarar una independencia unilateral.

8. También es culpable de esta terrible situación el presidente del Gobierno Mariano Rajoy. No solo por iniciar el incendio con el primer referéndum ilegal, la recogida de firmas contra el Estatut, sino por su falta de diálogo posterior. El presidente del Gobierno presumió el miércoles por la noche del éxito de esta operación, que implícitamente ha hecho suya. “Les dije que el Estado de derecho no fallaría”, ha asegurado Rajoy en  una declaración institucional sin aceptar preguntas de la prensa. Su discurso y lo ocurrido este 20 de septiembre sin duda refuerzan su imagen entre los suyos, que le tachaban de blando ante los independentistas. Pero también deterioran aún más el crédito institucional de una democracia en la que un gran porcentaje de los catalanes ya ha dejado de creer.

9. No parece probable que el referéndum del 1-O se vaya a celebrar. El problema es el precio, el coste en la convivencia y quiénes lo vamos a pagar.

9.21.2017

El Estado de deshecho de Antón Losada (EL PULPITO LAICO)

El derecho penal no puede arrojarse de manera indeterminada sobre decenas de miles de ciudadanos porque eso es puro Estado de deshecho.

En una curiosa manera de no participar en una campaña supuestamente ilegal, justo al día siguiente de su arranque, Mariano Rajoy se fue a Barcelona a presidir un acto de la Junta directiva del Partido Popular; por si a alguien le quedaba alguna duda respecto al uso partidista que el PP aplica a todo cuanto sucede en Catalunya, mientras desde Ciudadanos y el PSOE les hacen el favor de blanquear su estrategia de partido como si fuera una razón de Estado tan eterna como sagrada.
Sin que a nadie le llamara la atención o le inquietara, allí explicó solemne Mariano Rajoy que "nos va a obligar a llegar donde no queremos llegar"; como si gobernar y cumplir y hacer cumplir la ley fuese un acto discrecional, un ejercicio de pura voluntad que dependiera del buen comportamiento del súbdito y la generosidad del gobernante.
En España esto del Estado de Derecho supone una novedad de hace poco más de tres décadas. Pero lo tratamos y lo enarbolamos como si fuéramos ingleses y siempre hubiera formado parte de nuestra forma de gobernar. También solemos manipularlo como si fuera duro y resistente a todo, igual que el diamante, el plástico que envuelve los DVDs o la kriptonita. Pero ni los españoles inventaron el Habeas Corpus, ni el Estado de Derecho es indestructible.
El Estado de Derecho se ha demostrado más bien frágil y vulnerable a lo largo de la historia. Hay que manejarlo con cuidado, no magrearlo con la torpeza y la vastedad que estamos presenciando estos días; porque de tanto usarlo no solo se rompe, como decía la canción, sino que se convierte en un auténtico estado de deshecho.
No hay Estado de Derecho que pueda soportar que los jueces, argumentado que se contraviene la suspensión del TC sobre la Ley del Referéndum catalana, empiecen a prohibir actos públicos en espacios públicos simplemente porque son público y se va a hablar del derecho a decidir, pedir un referéndum o incluso animar a participar en el 1-O, porque inevitablemente lo siguiente será prohibir que se defienda en cualquier espacio y lo siguiente prohibir que se hable de ello de cualquier manera. Si el auto lo dicta un juez que se ha posicionado púbicamente contra el referéndum y contra la alcaldesa, Manuela Carmena, que lo ha autorizado en un espacio municipal, entonces nos encontramos a las puertas del estado de desecho.
No hay Estado de Derecho que pueda soportar que el Fiscal General advierta a 55.000 ciudadanos que pueden incurrir en delito si acuden a formar parte de una mesa electoral. En primer lugar porque ni es delito, ni puede serlo, atender la llamada de una administración legalmente constituida para atender un deber cívico ordinario mientras un juez no diga lo contrario. En segundo lugar porque, en un Estado de Derecho homologado, igual que no existen las causas generales, no pueden existir los avisos penales indeterminados, ni la desobediencia sin una instrucción previa y personalizada.
En un Estado de Derecho, el derecho penal se trata como un instrumento de uso y alcance rigurosamente tasado y limitado. No puede arrojarse de manera indeterminada sobre decenas de miles de ciudadanos porque eso es puro estado de deshecho.

Ese olor a corrupción que no se va de Anón Losada (EL PULPITO LAICO)

Cuesta trabajo decidir qué puede dañar más a una democracia: si reformular el concepto de soberanía nacional o confirmar que la corrupción se ha convertido en una rutina diaria para el PP
Estamos todos tan atareados cursando esta especie de máster nacional en derecho constitucional donde nos hemos metido, tan entretenidos siguiendo el carrusel de registros, decomisos e identificaciones efectuadas por la Guardia Civil en lugares tan peligroso como imprentas o empresas de mensajerías que, a veces, se nos pasan o despachamos como rutinarias otras cosas que también tiene su importancia. 
Comparados con la supuesta quiebra de la soberanía nacional puede que para muchos sean cosa menor o incluso bastante pedestre. Pero que un inspector de Hacienda confirme en sede judicial que el Partido Popular se financió ilegalmente, o que las facturas presentadas en su día por  la exministra Ana Mato para acreditar que ella se pagaba sus viajes no se corresponden con aquellos que le regaló la trama Gürtel, son algo más que pequeños detalles que no vale la pena ni comentar porque ya está todo dicho. 
Cuesta trabajo decidir qué puede dañar más a una democracia: si reformular el concepto de soberanía nacional como sostienen desde el PP, o confirmar que la corrupción se ha convertido en una rutina diaria para el partido del gobierno, más frecuente y menos perseguida que ir a votar o formar parte de una mesa en un referéndum suspendido.
No quiero ser malpensado pero hasta me ha dado por sospechar que, a lo mejor, por eso tantos sobreactúan tanto en Catalunya y se pretende convertir el referéndum en una película de acción con buenos, malos, carreras y persecuciones; para que dejemos de hablar de una vez de la dichosa corrupción y nos centremos en “los temas que de verdad importan a la gente”.
De tanto oírle decir al PP que la corrupción era cosa del pasado y ya estaba amortizada parece que muchos se lo han acabado comprando. Pero lo cierto es que aún nos falta la parte más difícil de gestionar: la de su castigo. De su correcta implementación depende que la mayoría decida si vive en un país donde corromperse se castiga severamente y sale muy caro, o vive en un país donde corromperse sale muy barato y el olor a podrido y a corrupción se ha vuelto insoportable.

La Guardia Civil detiene al 'número dos' de Junqueras y a otras 13 personas (EL PULPITO LAICO)

..me gustaría creer, que el sentimiento de tristeza e indignación que me embarga por la cadena de "locuras" y juego sucio que cometen los dos bandos en el conflicto catalán, es compartido por gran parte de la ciudadanía. ...deben pensar que estamos en guerra y que por éllo todo está permitido, la legalidad se usa para justificar las aberraciones que uno comete y se ignora en las acciones de los contrarios...en esta locura de la que cada día que pasa va a ser más difícil salir, hay un montón de pirómanos que juegan a avivar el fuego, sin valorar que el bosque quemado, que aquí sí que es de todos, y no como el viejo chiste de "cuando un bosque se quema, algo suyo se quema, Sr. Conde"... así mientras las fotos de los alcaldes que se oponían a dar soporte al referendum se hacían públicas, se comparaban con las dianas que ETA ponía sobre fotos de sus oponentes, hoy Josep Pedrerol, en la sexta, iba sacando a deportistas catalanes manifestando su apoyo al referendum, y no para ensalzarlos precisamente...hay que hacer lo que sea para vender, caiga quien caiga...el discurso de Rajoy de esta noche adoctrinándonos a valorar su manera de aplicar la ley de manera proporcional, equilibrada es sorprendente viendo como son tratados los grandes corruptos en comparación con la dureza que se aplica a los delincuentes de medio pelo...también es curioso que desde su visión de que merecen ser detenidos 14 dirigentes políticos como organizadores del referendum, no se detenga al presidente Puigdemont y a Junqueras...o es que proyectan sobre las máximas cabezas la ignorancia, para justificarse Rajoy de su postura de que el no sabía nada de la corrupción que le rodeaba en su partido...y no pensáis que es una barbaridad ese gran desplazamiento de fuerzas antidisturbios, cuando no ha habido ningún acto de violencia, algo que no se hizo en el Pais Vasco en los momentos más intensos de la actividad etarra...es una fanfarronada, o peor, se pretende provocar que la violencia estalle.

9.19.2017

“Las empresas no tienen ningún vínculo de lealtad con sus trabajadores ni con la sociedad” (EL PULPITO LAICO)

El filósofo David Schweickart propone como alternativa al capitalismo un modelo de 'democracia económica', basado en la democratización de los mercados de trabajo y de inversión y la eliminación del trabajo asalariado


A finales de los años sesenta, David Schweickart (Cleveland, 1942) decidía dar un giro a su carrera como matemático y trasladarse a Birmingham (Alabama) para impartir unas clases de verano universitarias, experimentando de primera mano la represión estudiantil y la violencia policial contra los afroamericanos en el sur estadounidense. “Como estudiante universitario no tenía ningún interés en política, era otro chico conservador más. Estudié matemáticas, en esa época se daba mucha importancia a las ciencias. Los patriotas debíamos estudiar matemáticas e ingeniería y ayudar con el desarrollo técnico del país”, recuerda con ahínco.
Aquel despertar político de la ciudadanía estadounidense con la marcha de Martin Luther King desde Selma (Alabama) marcó para siempre la carrera profesional de Schweickart. “¿Qué estoy haciendo como matemático?”, me preguntaba. En aquel contexto, accedió a El Capital de Karl Marx deteniéndose en cada ecuación y nada volvió a ser igual. Tras su regreso a su estado natal, David Schweickart disipa su curiosidad intelectual con un doctorado en Filosofía por la Universidad Estatal de Ohio. Disciplina en la que finalmente desarrolla gran parte de su carrera profesional, impartiendo hasta la actualidad clases en la Universidad de Loyola de Chicago.
Fruto de su interés por la obra de Marx y el descontento con el sistema económico predominante en Estados Unidos, en 1993 publica su primera obra, Contra el capitalismo. En ella, Schweickart desarrolla una alternativa al capitalismo en una época en la que –tras el colapso de la Unión Soviética- el mantra mundial giraba en torno al ‘There is no alternative’ de Margaret Thatcher. Su modelo, definido como ‘Democracia Económica’, se adentra en las variantes al modelo soviético tratando de buscar un socialismo más eficaz.
Reconociendo los logros del socialismo dirigido en Rusia, China o Cuba, como sacar de la hambruna a sus poblaciones, el filósofo y matemático estadounidense considera que es posible un socialismo de mercado basado en diversas experiencias. La autogestión de los trabajadores en Yugoslavia, el modelo cooperativo de la empresa Mondragón y las particularidades del capitalismo japonés (intervención estatal a gran escala en las decisiones de inversión, alta protección y participación de las pequeñas empresas y de sus trabajadores en la toma de decisiones), son las principales experiencias de éxito que aborda en el conjunto de su obra.
A su paso por España, dentro del curso de verano de la Universidad Autónoma de Madrid ‘Alternativas ecosociales en el Siglo de la Gran Prueba’, David Schweickart atiende en exclusiva a este medio en una cafetería céntrica de la capital.

¿Qué enseñanzas aprendió de Marx?

Sabía que había muchos problemas en el mundo, pero con Marx aprendí que el problema principal era el sistema económico. Ten en cuenta que en aquel momento de inicios de la década de 1970 no era tan evidente; no había tanto desempleo, los sueldos subían, los estudiantes no se endeudaban como ahora.
Me abrió los ojos al hecho de que el capitalismo es un sistema inherentemente explotador, y además se trata de una explotación invisible. Fue una revelación deslumbrante. Pero la pregunta, una vez Marx me convenció de que el capitalismo tenía problemas estructurales profundos, era cuál es la alternativa.

¿Qué cuestiones a las que no da respuesta Marx trata de resolver con su obra?

Marx no intentó dar una alternativa. Tenía fe en el carácter racional del ser humano y en que, llegado un punto, veríamos las contradicciones del capitalismo (en un enfoque que es clara herencia de Hegel). Marx celebra ciertos elementos del capitalismo y en el Manifiesto comunista afirma que el capitalismo ha creado más maravillas que nunca antes, pero también está lleno de contradicciones. Y fruto de ellas, ha dado lugar a un tipo de crisis completamente nueva: las crisis de superproducción.
¿Cómo puede generarse una crisis por producir demasiado? Es consecuencia de que la sociedad esté dividida entre propietarios y trabajadores: la lógica de los propietarios es mantener los sueldos lo más bajos posibles, pero entonces no se puede consumir todo lo que se produce. Esto que genera un círculo vicioso: menos beneficios, más despidos, etc. “Tiene que haber una forma de organizarnos mejor”, pensé.

¿Cómo surge la idea de explorar la alternativa de ‘Democracia Económica’?

Durante un tiempo parecía que había alternativa. Paul Samuelson preveía que, hacia la década de 1990, la URSS superaría a EEUU en crecimiento económico, pero empezó a decaer y mostrar serias deficiencias e ineficiencias. No podía basarme en Marx para las alternativas, porque todo se había vuelto demasiado complejo para que él lo hubiera previsto. Era claro que hacía falta pensar alternativas.
Me fijé en los experimentos cooperativistas, con introducción de mercados, en Yugoslavia y Hungría. Una idea importante es que no existe un único “Mercado”. Lo que llamamos “mercado” en realidad son tres: mercado de bienes y servicios, mercado de trabajo y mercado de capital.
Si lees a Marx, la conclusión es que hay que eliminar el mercado de trabajo y el de capital en el sentido de democratizar esos ámbitos. De ahí que hable de ‘Democracia Económica’. A la vez, conviene mantener el mercado de bienes y servicios, porque es una forma de democracia. Citando a Schumpeter, el dinero de los consumidores en el mercado de bienes y servicios opera en cierta medida como un voto: manifestamos qué queremos, qué no, y el mercado reacciona y trata de adaptarse a las preferencias. Democraticemos el trabajo.
Siempre cantamos las virtudes de la democracia, pero sorprendentemente desaparece en cuanto se trata del trabajo. Podemos elegir al presidente, pero no al jefe. Ocurre algo parecido con la inversión. Las decisiones en materia de inversión requieren planificación a largo plazo y afectan a muchísimos ámbitos y a las vidas de todos. ¿Por qué no tenemos voz al respecto? Los inversores deciden invertir o no, cuando y como quieren.
Si queremos una economía democrática de verdad, hace falta incorporar la democracia al trabajo y a la inversión. Los datos empíricos demuestran que las empresas democráticas funcionan al menos tan bien como las capitalistas y la banca pública también funciona en Japón o Corea del Sur.

El término ‘socialismo de mercado’ puede acarrear muchas críticas por parte de los marxistas más acérrimos.

Marx nunca dijo que no pueda haber mercados. Al inicio de El Capital -cuando lleva a cabo el análisis de las mercancías, el intercambio, el valor, etc- queda claro que el elemento fundamental, lo que lo cambia todo, es un nuevo tipo de mercancía: la fuerza de trabajo. 
De repente, los seres humanos solo tienen una cosa que vender, su fuerza de trabajo. Ese es el secreto del capitalismo que desentraña Marx. Por la fuerza de trabajo se paga lo mismo que por cualquier mercancía. El problema es que la fuerza de trabajo sea una mercancía, la única que pueden ofrecer los trabajadores.






¿Cómo entendemos en su modelo el papel que debe jugar el mercado?

Lo que planteo es que cabe una sociedad socialista que tenga mercado siempre y cuando la fuerza de trabajo no sea una mercancía. El problema es la competencia, los trabajadores no tienen por qué competir por ver quién trabaja más por menos. Eso es consecuencia de la lógica propia del capitalismo (amenaza de despidos, etc.).
Estoy convencido de que Marx estaría de acuerdo en que el problema no es el mercado per se, sino la explotación de la fuerza de trabajo y la división entre propietarios de los medios producción y los trabajadores. Otra cosa relevante, aunque Marx lo planteara en términos muy abstractos, es que al hablar de capitalistas se refiere a quienes aportan el capital, pero en realidad no hacen nada. No son productivos, no fabrican las máquinas, ni los edificios, ni aportan nada; así que podemos tener un mundo sin capitalistas. Si el problema es la fuerza de trabajo como mercancía, ¿por qué no establecer fuerzas y centros de trabajo democráticos en los que se trabaje juntos y se compartan los beneficios? Ahí radica parte de la solución, en librarse del trabajo asalariado.

En su obra, Mondragón aparece como un ejemplo de éxito. En 2013 cerró su buque insignia Fagor y ha sido aprovechado por medios y economistas para condenar el modelo cooperativista al fracaso. ¿Ha arrastrado Mondragón los mismos males que una empresa capitalista al uso, tratando de crecer sobredimensionadamente y competir en un mundo globalizado?

Mondragón es un caso muy interesante. Es la inspiración para cualquier modelo cooperativista. Cierto, Fagor quebró, pero Mondragón opera con una lógica distinta a la de las empresas capitalistas. Prueba de ello es la reubicación de los trabajadores cooperativistas. Al participar en el capitalismo es cierto que se contagia de algunas de sus dinámicas e instituciones: hay trabajadores contratados y existe una cierta tendencia al crecimiento. Pero siempre está la diferencia interesante en su fundamento: orientación al empleo y distinta forma de afrontar crecimiento. Los trabajadores quieren proteger su trabajo, así que no se produce una deslocalización en el sentido capitalista.
Las empresas capitalistas no tienen ningún vínculo de lealtad con sus trabajadores ni con la comunidad. Para las empresas cooperativas que operan en el capitalismo, es difícil sobrevivir con éxito en la competencia encarnizada del capitalismo. Sigo pensando que Mondragón es un ejemplo histórico de éxito.

¿Qué instrumentos son clave para evitar que la competencia capitalista y la dinámica neoliberal afecten a las cooperativas?

No hay una solución definitiva. Es más difícil establecer cooperativas que montar una empresa capitalista. Si reforzamos la banca pública, se puede favorecer la creación de cooperativas. Lo bueno es que dan estabilidad a las comunidades, no se van, y eso es un problema esencial hoy.
Fijémonos en Detroit, al abandonar las empresas la ciudad solo queda tierra quemada. La gente creía aquello de que lo que era bueno para General Motors era bueno para EEUU, pero ahora somos mucho más escépticos sobre la lealtad o el compromiso de las empresas. Los procesos de deslocalización son ilustrativos en ese sentido. Los instrumentos clave pasarían por el control social de la inversión y un sistema de bancos públicos que canalicen los fondos de inversión.

¿El colapso mundial en 2008 ha sido la gran oportunidad perdida para cambiar o reformar el sistema?

Uno de los problemas de la crisis de 2008 es que no había ninguna sensación de alternativa. Ante algo así hay que rescatar a los bancos porque si no se les rescata toda la economía sufre, la gente pierde su trabajo, no hay ingresos públicos… ¿Y por qué no nacionalizar la banca? Nadie pensaba en eso, no era una posibilidad, suena a comunismo.
Pero ¿acaso hemos vuelto a la normalidad? Es sorprendente porque ahora, más que cuando empecé a escribir, existe una profunda sensación de que el sistema no funciona y está corrompido. Si no, ¿por qué se elige a Donald Trump? Si hemos elegido este presidente es porque no estamos en una situación normal.
Los datos muestran la evolución y la relación entre productividad y sueldos, y cómo los sueldos, ajustados a la inflación, son más bajos ahora que en los años 70. No tiene nada que ver con aquella época dorada del capitalismo entre 1945 y 1975. La productividad sigue subiendo y la situación empeora. Los sindicatos están diezmados, los contratos son cada vez más precarios, aumenta la acumulación de riqueza. Habrá nuevas crisis económicas y quizá entonces será el momento de hacer algo distinto, aunque nadie se atreva a formularlo rotundamente.

En su visita a España aborda cuestiones como la crisis ecológica. ¿Es la gran amenaza que se cierne sobre el capitalismo o cabe la posibilidad de que se produzca un “capitalismo verde” que aproveche la coyuntura climática?

 El capitalismo verde no es una imposibilidad lógica, pero sí virtual. El capitalismo necesita crecer para estar sano. La plusvalía capitalista debe reinvertirse para generar más beneficio. Si no se invierte, la consecuencia es una recesión con efectos devastadores. Hace falta consumo y crecimiento constantes. Es curioso: cuando la economía no crece se dice que hay “estancamiento”; cuando las células del cuerpo no crecen lo llamamos estabilidad, y si crecen lo llamamos cáncer.
Siempre cito a Kenneth Boulding, un economista que decía que “solo un loco o un economista creerían que un crecimiento exponencial puede perpetuarse en un mundo finito”. Solo hay que hacer las cuentas. En Estados Unidos durante el siglo XX, incluso con la Gran Depresión, hubo una tasa media de crecimiento anual del 3%. Con esa tasa de crecimiento, la economía se duplica cada 24 años. En un siglo, se multiplica por 16. El PIB de Estados Unidos en el año 2000 era de 10 billones de dólares.


¿Alguien puede creer que para final de siglo la economía será 16 veces mayor?, ¿qué consumiremos 16 veces más? Te dicen que no serán cosas materiales, pero que alguien me diga cómo se puede conseguir un crecimiento así sin consumo material. Tenemos que poner freno, y es una necesidad urgente por lo que estamos haciendo con los océanos y el clima.
Si queremos parar el cambio climático hace falta la intervención decidida del Estado. En la derecha se oponen, pero no hay alternativa. Y lo interesante es que sí existe una alternativa: la Democracia Económica.
Las empresas capitalistas tienden a crecer con rendimientos constantes de escala, pero esa lógica no opera en las empresas democráticas, aunque exista competencia. No hay interés en crecer de esa forma porque eso supone repartir los ingresos entre más gente, en lugar de obtener más beneficios para unos pocos, como en las empresas capitalistas. La competencia es buena, es el motor de la innovación y es sano intentar mejorar, pero el problema es la necesidad de crecimiento constante.