4.19.2018
4.15.2018
LOS SALMONES en gira española 2018!- abierta contratación y reserva de fechas disponibles El pulpito laico
Hola gente! Soy Mario Ojeda desde Granada.
Gracias x compartir este mensaje entre sus amistades o pubs de amigos
con música en directo, y ayudarme a difundirlo.
Yo desarrollo a LOS SABINEROS, LOS SALMONES – tributo Calamaro & Los
Rodríguez-, TROVADOS dúo, Beba & Rockafeller –clásicos del rock en
inglés-, y otros proyectos musicales que podemos hacer por ahí.
Normalmente, trabajamos a hotel y cena más taquilla, y funciona muy
bien. ¡Sólo hay que pegar carteles y agitar la cosa! Con unos veinte
días de difusión y cartelería, estamos vendiendo una media de 90-100
tickets, anticipadas a 10 euros- 15 euros en puerta.
Igualmente, estamos abiertos a otro tipo de condiciones u ofertas, y
con SALMONES o TROVADOS también realizamos conciertos a cachet, en
pubs y bares, hasta el 1 de junio, por 400 euros más hotel y cena
hasta 200 km de Granada ciudad (600 euros mas hotel y cena en el caso
de Beba & Rockafeller)
Ya nos dicen algo. ¡Gracias! 699-854-239
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Lo grave no es Cifuentes, sino todo lo demás Emmanuel Rodríguez / Isidro López (EL PULPITO LAICO)
El
tiro no se ha elevado lo suficiente como para plantear lo que sería el
mayor alivio para esos estudiantes: la vuelta a un sistema de estudios
superiores plenamente público y transparente, sujeto al
más amplio debate académico y ciudadano
"Una
clase política corrupta es solo el espejo político de una sociedad
corrupta". Se trata de una cita sin autor, una cita de evidente
moralismo, pero que debe ser tomada muy en cuenta por cualquiera que
trate con algo de profundidad el problema de la corrupción. De natural,
somos bien intencionados, queremos "ser buenos", estar del lado bueno.
Por eso, la corrupción se presenta como un cáncer, una anomalía, algo
excepcional y acotado. Incluso cuando es manifiesto
(como es el caso) que la corrupción es "transversal" a toda la clase
política, el discurso político (por ejemplo el de Ciudadanos, pero
también el de Podemos) tiende siempre a separar positivamente a la
ciudadanía, o al pueblo honesto y trabajador, de aquella
parte corrupta, que le es ajena. La corrupción es, por tanto, cosa de
los políticos, de un segmento de los políticos. Basta tener buen
periodismo y buenos jueces. Pero lo cierto es que este enfoque no
entiende, ni por asomo, lo que podríamos definir como la
"sustancia de la corrupción". Y que no es otra que la del propio
ejercicio del poder.
La
democracia fue para la Atenas clásica el gobierno del pueblo, de "los
muchos": para Aristóteles, sin ambages, el "gobierno de los pobres". Y
además la de un gobierno directo, que exigía muy pocas mediaciones
institucionales. La democracia moderna se constituyó sobre pilares
radicalmente diferentes. Convertida en un gobierno de representantes, la
democracia moderna sería, a los ojos de un ateniense quizás, en el
mejor de los casos, un gobierno de los
aristoi
(los mejores), apenas confirmados por un plebiscito regular. El
problema que nos señalaría inmediatamente ese ateniense es que, casi
siempre, el gobierno de los
aristoi degenera o se "corrompe" en gobierno de los
oligoi (los ricos y poderosos), los únicos con capacidad y medios para ser conocidos y ratificados por el pueblo.
No
queda ahí la cosa. La democracia moderna fue también identificada con
eso que llamamos "Estado de derecho". Estado de derecho quiere decir que
el gobierno está sometido a la ley, pero sin ningún componente
sustantivo sobre lo que debería ser la ley: autoritario o democrático,
punitivo o restaurador. Por eso cualquier régimen antidemocrático puede,
caso de tener una judicatura relativamente independiente, declararse
también "Estado de derecho".
De todos modos, algo verdaderamente democrático se ha transmitido
en nuestra tradición política. Curiosamente, esta "nota democŕatica"
moderna coincide con la ilustración liberal, esto es, con su
desconfianza al poder. El poder para los modernos (al fin
y al cabo, para nosotros) es siempre sospechoso de abuso, de
corrupción. Por eso debe estar sometido a controles precisos. Esto
quiere decir, que el poder debe ser transparente, público. En sustancia,
de acuerdo a esta tradición, la corrupción no es el resultado
de la excepción del poderoso, que se sitúa por encima de la ley, sino
del abuso de poder consustancial al poder. Y esta corrupción se produce,
en parte, por la falta de transparencia, la falta de publicidad de la
política. La corrupción es, como se ve, la
forma esencial de las democracias modernas, en las cuales casi todas
las decisiones se toman de forma privada y de acuerdo a intereses
privados, aun cuando se ajusten a la ley.
El
escándalo del máster, o el no máster, de Cifuentes ha pasado por
distintas fases desde que se supiera de la manipulación del expediente
de la presidenta. Empezó como un asunto que afectaba única y
exclusivamente
a la carrera política, ya no tan meteórica, de la exdelegada del
Gobierno. Este ha sido el gran asunto que ha ocupado la agenda mediática
y política desde entonces. En relación con el mismo se ha hecho un
excelente trabajo periodístico y también un trabajo
político, ya no tan bueno. Como era de esperar, la política ha ido a
rastras del escándalo, ha escenificado la indignación, ha exigido la
dimisión de Cifuentes y ha amenazado con mociones de censura. Pero ahí
acaba el asunto, la clase política, también la
nuestra, ni quiere ni sabe ir más allá. A fin de cuentas, ir más allá
supondría empezar a analizar cómo se ejerce el poder en nuestras
democracias, y por qué estas son tan propensas a la corrupción.
Posteriormente,
el escándalo ha terminado afectando a la Universidad Rey Juan Carlos
(URJC), la institución que supuestamente expidió el título, al parecer
con toda clase de irregularidades. El caso de la
Rey Juan Carlos es interesante porque nos acerca a otra perspectiva. De
un parte, muestra algo evidente: esta Universidad ha sido un
"chiringuito universitario" del Partido Popular. Chiringuito, por
supuesto, pagado con dinero público. Esta Universidad (no
obviamente toda la estructura pero sí un buen número de sus profesores y
departamentos) ha promovido, sin mucho disimulo, un retiro dorado para
una buena cantidad de políticos del partido, ha servido también de
espacio de formación de futuros cuadros y además
ha sido la incubadora de algunas consultoras y think tanks populares.
La
URJC no es, sin embargo, una anomalía. Históricamente, las
universidades públicas, depuradas por el franquismo, fueron convertidas
en cotos de las familias políticas de la dictadura, especialmente del
Opus
Dei. En clara línea de continuidad, durante la democracia, las familias
políticas del nuevo régimen trataron de hacer lo mismo inaugurando
nuevas universidades. Así, lo hizo el PSOE madrileño con la Carlos III o
la CiU catalana con la Pompeu i Fabra, por no
mencionar una enorme cantidad de ejemplos autonómicos.
Decimos
que la Universidad Rey Juan Carlos es un "chiringuito del PP", pero
sería injusto olvidar el papel de otras familias políticas de la
democracia, incluso de las más insospechadas. Así conviene recordar
el papel que en la URJC jugó IU, mediante aquel célebre defensor del
proletariado, Moral Santín, el mismo que se pulió más de 450.000 euros
con la tarjeta
black
de Bankia, y que ejerció una particular influencia sobre la URJC desde
su mandarinato universitario en la Complutense. Quizás no sea tan
casualidad que dos de las profesoras
cuya firma aparece, probablemente falsificada, en el acta de Cifuentes
estén vinculadas a IU. En realidad y por ser claros, la Universidad Rey
Juan Carlos es un caso límite de los mismos esquemas de prebendas y
clientelismo que dominan la universidad española,
en algunos casos vinculados al poder político propiamente dicho (los
partidos), y en otros simplemente como coto particular del poder
académico (los mandarines y cátedros de turno).
La
Universidad no es la clase política, y sin embargo pertenece a esa
misma galaxia de la corrupción, que inevitablemente se forma cuando el
poder no es público y cuando el poder no está convenientemente
distribuido
"entre muchos". Pero el caso de la Universidad no es único. Se podría
hablar, desde luego, de todo aquello que recibe el nombre de "sociedad
civil", o de una forma todavía más evidente, de ese cascarón público
lleno de dinámicas ultrafinanciarizadas que eran
las cajas de ahorro. Nótese bien, una modalidad de banca casi pública,
privatizada ya antes de su privatización, por una particular alianza de
élites políticas e intereses empresariales.
Si se considera el asunto con amplitud, la verdadera cuestión política que se juega en el
affaire
Cifuentes, está por tanto en otro lugar que el de su dimisión. Un lugar
que hoy parece ocupar un segundísimo plano para los representantes de
la "nueva política", centrados
como están en las tensiones entre partidos y candidatos para dejar
cerrada la sucesión de la cabeza de los populares madrileños. De una
forma muy concreta, la "privatización de lo público", que es la fuente
de toda corrupción, se manifiesta en el caso Cifuentes
como ejemplo palpable de la degeneración de una institución pública ya
de por sí muy degradada, la Universidad.
Desde
hace 20 años, desde los llamados acuerdos de Bolonia (que trataron de
inaugurar el "espacio europeo de educación superior"), se ha impuesto la
necesidad de obtener un título de máster, como credencial "valiosa"
de estudios. Al tiempo, se asumía sin reparos la devaluación de los
títulos medios, los llamados "grados" (antes licenciaturas). La
contraparte de este proceso ha sido una nueva ronda de privatización por
la puerta de atrás. Donde antes existían ciclos de
cinco y seis años plenamente públicos y cursos de doctorado también
públicos, ahora hay una inacabable sucesión de másters,
extraordinariamente caros y excluyentes. El máster, a pesar de su por lo
general mediocre calidad, se ha convertido en el "título que
realmente importa". Y por mucho que estos másters estén promovidos y
gestionados por universidades pagadas con dinero público, no dejan de
ser espacios de negocio privado bastante poco transparentes, y por ende
extremadamente propensos a la "corrupción".
Frente a este gigantesco problema de
"corrupción de lo público", Podemos y la nueva política, en consonancia
con su tradicional propensión al tacticismo más plano, se han limitado a
lanzar mensajes dirigidos a empatizar con los
padres y alumnos de máster que se sacrifican, tanto en tiempo como en
dinero, para sacar adelante los llamados posgrados. En ningún caso, se
ha llegado a elevar el tiro lo suficiente como para plantear lo que
sería el mayor alivio para esos estudiantes y familias,
la vuelta a un sistema de estudios superiores plenamente público y
transparente, sujeto al más amplio debate académico y ciudadano. Esta
ausencia de ambición política sorprende aún más, cuando buena parte de
los cargos públicos de la nueva política hicieron
su debut en las luchas universitarias contra el Plan Bolonia del
espacio superior de educación. Precisamente, aquel movimiento
estudiantil se oponía a este sistema de universidad semi privatizada. En
resumen, de aquí en adelante, convendría que nos tomáramos
muy en serio lo que significa la palabra corrupción, que ciertamente va
da mucho más de la oportunidad de tumbar a un rival político.La caradura de Cristina Cifuentes es insoportable para quienes hemos sufrido lo indecible para sacarnos la carrera @RaulSolisEU EL PULPITO LAICO
La universidad no era para mí. No había nadie en mi familia que hubiera cruzado las puertas de los estudios superiores. Nadie. Tenía una madre que no sabía leer, dos hermanos sin graduado escolar, un hermano que llegó hasta primero de BUP y una hermana que se había sacado el título de peluquera. No es que yo fuera más listo que mis hermanos, es que tuve algunas más oportunidades que ellos, por ser el más pequeño y tener que ordeñar menos vacas, limpiar menos zahúrdas de cochinos y conseguir que mi padre me dejara estudiando algunas tardes, en lugar de llevarme al campo a sembrar, arar, regar o escardar criaderos. Aunque hice todo eso, lo hice en menos ocasiones que mis hermanos.
Para quienes somos hijos de familias sencillas de solemnidad, en las que ninguno de nuestros padres tienen siquiera los estudios primarios y que dormíamos en literas con hermanos que no habían terminado ni la EGB, ir a la universidad sonaba a quimera, a imposible. A quienes el fracaso escolar nos ha perseguido toda la vida, aprobar cada año era una prueba de fuego porque no aprobar era lo que nos separaba de irnos a trabajar con los albañiles o ir al instituto. A mis 36 años, puedo decir que recuerdo como un suplicio la entrega anual de notas porque era un examen sin posibilidad de retroceso. Si aprobaba, podía seguir estudiando en septiembre; si suspendía, mis padres me reclutarían para trabajar en el campo o con los albañiles, porque la holgazanería no formaba parte del curriculum familiar.
En ese entorno de imposibles crecí yo y muchos otros hombres y mujeres que a duras penas hemos podido terminar yendo a la universidad a cursar estudios superiores. Yo empecé a estudiar en la universidad con 25 años, porque, efectivamente, el fracaso escolar hizo acto de presencia en mi vida en el último curso de bachillerato. Un accidente familiar de mis padres me llevó a sustituir a mi madre en el humilde puesto de verduras en el que mi familia se ha ganado la vida honradamente. Era imposible aprobar en esas circunstancias, no tenía cuerpo para ir al nocturno después de levantarme a las siete de la mañana todos los días. La desigualdad me obligó a dejar los estudios, pero estadísticamente yo era un ‘fracasado escolar’. Así de crueles e inhumanas son las estadísticas del Informe PISA.
Con 25 años, trabajando de pescadero, me matriculé por fin en la universidad. Me saqué el bachillerato por las noches después de salir de trabajar. No recuerdo mayor ansiedad en mi vida que el examen de acceso a la universidad. No sabe nadie lo que se sufre pensando que nunca podrás ser lo que sueñas ser por el simple hecho de la cuna en la que naciste. Aprobé y me pude matricular en Periodismo. Recuerdo como si fuera ayer la mañana de julio en la que me matriculé en la Universidad de Sevilla, allá por 2007. Tras entregar todo el papeleo y recoger la documentación que me acreditaba como alumno de la Licenciatura en Periodismo, salí a la puerta de la facultad y me paré en el medio de la acera ancha del acceso, con los brazos elevados al cielo y los ojos cerrados: “Lo he conseguido, por fin”, me dije, acordándome de todos los míos.
Llamé a mi madre para informarle de que me había matriculado para ser periodista. A mi madre, que no sabe leer ni escribir, le dije que el último de sus cinco hijos por fin había roto el techo de cristal de los pobres: ir a la universidad. Cuando colgué el teléfono a mi madre, lloré. Lloré mucho, se me pasó por delante de mis ojos toda mi vida y la de los míos. Me sentía representante de una estirpe que había arruinado los deseos de los padres ideológicos de Cristina Cifuentes, Pablo Casado y algún otro ilustre ‘portavoz del esfuerzo’ que, desde su privilegio, se atreven a decirle a los pobres que lo son porque no se han esforzado en la vida.
Me saqué la carrera aunque cada año pensé que sería el último en la universidad, que suspendería y tendría que abandonar. Crecer con el fracaso en los talones te condena a vivir siempre pensando en él. No me dieron beca del Ministerio ni un solo año porque, literalmente, me dijeron que era demasiado pobre como para poder vivir independiente de mi familia. Los 600 euros que ganaba de pescadero, al Ministerio le parecían insuficientes para ser una persona independiente que pagara una habitación compartida y se pudiera alimentar pero no lo necesario como para darme una beca. No se imaginarán, en toda su vida, Pablo Casado o Cristina Cifuentes lo que sufrí para poder recaudar el dinero que me costaba la matrícula, porque eran tan pobre que el Ministerio no me pagaba ni la matrícula. No sabrán nunca las noches que me tiré sin dormir pensando a quién pedirle el dinero. Todavía le debo 6.000 euros a la persona que me prestó varios años el dinero de la matrícula.
A finales del tercer año, un profesor me salvó la vida, literalmente. Yo pensaba que no podría terminar la carrera porque realmente era dificilísimo trabajar de pescadero y estudiar Periodismo de manera presencial. Pedía vacaciones para estudiar e iba a clases todas las tardes que podía, que fueron muchas, pero había clases y exámenes importantes a las que no podía ir. Durante unas jornadas universitarias, un profesor me dijo que me esperara al final de su charla que tenía una cosa que decirme. Tan acostumbrado a perder, juro que pensé que había hecho algo malo y que me iba a caer la mundial. Me equivoqué: el profesor me ofreció una beca salario para un proyecto de comunicación europea que financiaba la Unión Europea. Los dos últimos años de la carrera cobraba 600 euros al mes sólo por estudiar y colaborar en este proyecto de investigación. No me lo podía creer. Pude pedir la cuenta en mi trabajo y dedicarme al sueño de mi vida: estudiar, formarme y romper el maleficio malvado de la desigualdad.
En esos dos años, falté muy pocas veces a clases. Fui todo lo que pude porque ya había faltado bastante en los años anteriores. El miedo a que me quitaran la beca me animó a matricularme de dos cursos en un año, me saqué 18 asignaturas de una tacada, entre junio, septiembre y febrero. Yo tenía que acabar mi carrera antes de que se terminara esa maravillosa beca que me había salvado del fracaso universitario.
Finalmente, me licencié. Y volví a llorar después de llamar para informarle a mi madre, analfabeta, de que su hijo menos era periodista. Para quienes han crecido rodeados de padres y madres con profesiones finas y elegantes, ir a la universidad es un trámite sin importancia; para quienes nos hemos criado en hogares sin historial universitario y con una mochila cargada de
desigualdad y sacrificio, cruzar la puerta de los estudios superiores ha sido, además de un triunfo, un homenaje a todas las criaturas de nuestra estirpe que, incluso teniendo talento, no pudieron cumplir su sueño de abandonar el pelotón de la desigualdad y los trabajos duros. Yo siempre supe que la única manera que teníamos los pobres para salir del bucle de la desigualdad era estudiando. Lo sabía porque a mi madre la sacaron de la escuela a los nueve años para llevarla a servir casas de señoritos.
Llevo una semana maldiciendo a Cristina Cifuentes y a todo ese ejército de portavoces del PP por poner la universidad a los pies de los caballos con sus chanchullos y su corrupción en un país en el que, por sus políticas de odio contra la gente sencilla, hay muchas criaturas que no pueden ir a la universidad porque ya sólo hay becas para quienes sacan más de un 6,5 de media, mientras los universitarios acomodados pueden estudiar sin fecha de caducidad aunque saquen un 4 de media en sus calificaciones, tras la modificación de las condiciones para recibir una beca, en nombre del esfuerzo, por el Partido Popular.
Cristina Cifuentes no sólo tiene que dimitir porque el delito de falsedad documental sea penalmente muy grave y porque lo que ha hecho es un atentado contra el Estado de Derecho, sino porque es insoportable, para quienes hemos sufrido lo indecible por terminar nuestros estudios y hemos llorado muchas veces por no tener tiempo para prepararnos un examen, que estemos gobernados por gente que justifica, legitima y aplaude que sea más útil para triunfar los chanchullos de las élites que el esfuerzo de los hijos de los pobres que hemos podido ir a la universidad contra todo pronóstico y que, precisamente porque no era para nosotros, queremos que siga siéndolo.
...los "MASTER" a parte de un saca dinero, es un ataque más a la igualdad de oportunidades. Las clases económicamente acomodadas eran las que podían mandar a sus hijos a la Universidad, así se hacía patente que esa aristocracia del saber marcaba distancias y justificaba privilegios. Con la enseñanza obligatoria, pública y gratuita se tambaleó el sistema. Hijas de obreros y asalariados, con el esfuerzo de sus familias que les liberaron de aportar a la economía familiar, dieron el salto demostrando que su condición baja socio económica, no era consecuencia de una falta de inteligencia. Llegaban a la Universidad y triunfaban. Ver a la hija del portero, o al chico de la mujer de la limpieza hacer sombra a los "señoritos" no fue asumida y se empezaron a subir las matrículas, disminuir las becas y para rematar el trabajo, nada mejor que devaluar las licenciaturas, sacándose del sombreo unos Master casi inalcanzables por su coste económico...así los curriculum, volvían a marcar diferencias, y devolvían a las hijas de familias humildes al lugar de "CENICIENTAS" del que nunca debieron intentar salir. Y ya sólo faltaba que además se puedan conseguir, si perteneces a la élite, sin esfuerzo alguno, fraudulentamente .
El "posgrado en Harvard" de Pablo Casado fue un curso de cuatro días en Aravaca Ignacio Escolar EL PULPITO LAICO
El paso por esta prestigiosa universidad
estadounidense del portavoz del PP consistió en un programa intensivo
del 16 al 19 de junio de 2008 que se impartió en Madrid, en la sede del
IESE
Este programa de Harvard estaba
patrocinado por la Comunidad de Madrid y Casado, entonces diputado
autonómico, "no recuerda" si fue becado
No había requisitos académicos de admisión ni tampoco más exigencia para aprobar que la asistencia a las clases
"Yo
por entonces ya tenía cuatro posgrados en mi materia: uno en Harvard y
otro en Georgetown, ambos en Estados Unidos, y otros dos en España",
aseguró Pablo Casado este martes para explicar cómo pudo aprobar su
máster en la Universidad Rey Juan Carlos sin ir a clase. Y es cierto
que en su currículum en el Congreso de los Diputados figura un "DGP de
la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard". Pero
cuando se profundiza en este "DGP", el curso brilla
bastante menos de lo que el vicesecretario del PP luce en su expediente
académico.
Este título de Harvard se impartió en Madrid, en el barrio de Aravaca, en el
campus del IESE, una de las escuelas de negocios
más prestigiosas del mundo
y que pertenece a la Universidad de Navarra. Se trataba de un cursillo
de solo cuatro días, entre el 16 y el 19 de junio 2008. No había otro
requisito académico para inscribirse que el pago de la matrícula y el
paso por un comité de admisiones. Tampoco había
otro requisito para el título que la asistencia a todas las clases,
como suele ser habitual en estos programas de formación para políticos
que se imparten con el
método del caso y que abundan en el currículum de Pablo Casado.
En Internet, en la web del IESE,
aún
queda rastro de ese curso de cuatro días en "Driving Government
Performance", un programa de "estrategias de liderazgo" para "directivos
públicos". El curso contó con el patrocinio de la Comunidad de Madrid,
la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de
Barcelona. La inscripción costaba 2.000 euros. Se impartía en inglés
con traducción simultánea, según confirman desde el IESE.
En aquel momento, Pablo Casado era diputado en la Asamblea de Madrid. A las preguntas de eldiario.es sobre su matrícula, Casado "no recuerda" si pagó esos 2.000 euros que costaba este curso o si disfrutó de algún
tipo de beca por ser diputado autonómico. Asegura a eldiario.es
que se enteró de estos estudios a través del IESE, porque ya había
realizado otro programa anterior en esta misma escuela de negocios.
El profesor que impartió este curso de Harvard de cuatro días al que asistió Casado fue
Robert Behn. Según explican desde el IESE, el título es de Harvard aunque
el curso se impartiera en el campus del IESE en Madrid. El mismo programa con el mismo profesor está disponible también
en el campus de Harvard en Boston
con una duración similar y un precio más oneroso: 8.800 dólares, según las últimas tarifas.
El dirigente del PP asegura que nunca ha dicho nada que sea falso y que
en su currículum en el Congreso presenta estos programas como un complemento a su formación académica.
En cuanto a los "posgrados en España" de Casado, son dos. El primero es el
PLGP,
Programa de Liderazgo
para la Gestión Pública, una formación de unos diez días –un lunes de
cada mes de septiembre a julio– con el método del caso, que está
orientado a políticos y que muchos otros diputados de distintos partidos
exhiben en sus currículums. Pablo Casado lo curso
en 2006-2007. Al igual que otros estudios de estas características,
solo es obligatoria la asistencia para lograr el título.
El segundo posgrado que Casado asoma en su currículum lo cursó en Deusto. Es el
PLPE,
Programa de Liderazgo Público de Emprendimiento e Innovación.
También consiste en diez clases, un lunes de cada mes, y está orientado
a políticos y cargos en la administración pública. El coste es de 1.900
euros, aunque
hay diez becas anuales de 1.000 euros que entrega la Fundación Rafael
del Pino. En la web de Deusto, Casado es
uno de los políticos que recomienda este curso.
"Se
puede decir que son posgrados. Sí, porque te piden la licenciatura para
acceder a ellos", afirma Pablo Casado. No es correcto porque en estos
cursos de entre cuatro y diez días, más el tiempo de estudio, no
hay ningún requisito académico obligatorio para asistir, tampoco la
licenciatura. Solo el pago de la matrícula y el visto bueno en el comité
de admisiones. como se puede comprobar en la
web
de Deusto, la web de IESE,
el propio folleto del curso de Harvard que se impartió en Madrid o
su equivalente en Harvard.
Así lo confirman también fuentes de IESE.
Casado también ha explicado a eldiario.es
que ese curso de cuatro días, el DGP, no es su única relación con
Harvard, aunque sea el único título que muestra en su currículum
público. También cuenta con otro certificado
en otro programa intensivo, de unos pocos días de duración, en agosto
de 2008, en el Real Colegio Complutense en Harvard, de la Universidad
Complutense de Madrid, en Boston.
El
otro "posgrado en Estados Unidos" del que presumió Casado esta semana,
el de Georgetown, sí aparece en su currículum y tuvo una duración
"similar" al DGP de la Kennedy School of Government. Casado no recuerda
exactamente cuántos días de clase tuvo en ese curso en Washington, que
también realizó en agosto de 2008.
En apenas tres meses, entre junio y agosto
de 2008, Pablo Casado aprobó tres "posgrados": dos de Harvard y uno de
Georgetown en un solo verano.La carta de Méndez de Vigo de 1976 donde defendía la violencia de la extrema derecha (EL PULPITO LAICO)
"La violencia de la
impropiamente denominada extrema derecha
es el reflejo de su legítima defensa ante el asalto de grupos activistas de signo absolutamente contrario, con un marcado cariz comunista".
Esta escalofriante frase aparece en una
carta de 1976 escrita por 17 alumnos de la facultad de Derecho de la
Complutense que remitieron al entonces ministro de Educación, Robles
Piquer. Entre los firmantes,
aparece el nombre del ahora delegado del mismo ministerio, Íñigo Méndez de Vigo.
Este jueves, el profesor de Historia
Contemporánea en la Universidad de Santiago de Compostela ha compartido
en Twitter la noticia que recogía esta carta en
La Voz de Galicia el 21 de marzo de 1976. En ella se pueden leer las palabras concretas de los universitarios.
A parte de defender la violencia de la
derecha ultra como "legítima defensa", el escrito dicta que "mientras la
convivencia universitaria no esté garantizada debidamente, la respuesta
no puede ser otra por parte de los que queremos
que la autonomía de la Universidad sirva para erradicar de ella la blasfemia intolerable y las soeces injurias a la patria y al Rey".
El tuit -pero sobre todo la carta- no ha dejado indiferente a los usuarios de la red social. Las
reacciones contra la violencia defendida por Méndez de Vigo y sus compañeros pretenden ser todo un ejemplo de convivencia ideológica.
Algunos han pedido al ministro que ahora no pretenda dar lecciones. Otros han dicho que sería acusado de terrorismo -o no-. También le han
reprochado que sea 'El novio de
la muerte'. Y los más duros, que deje de esconderse tras el "oropel" de la democracia cuando ese no es su papel.
4.13.2018
4.06.2018
Pensionistas: de la sumisión a la insurrección Luis Alejo EL PULPITO LAICO
En el País Vasco, sobre todo en Bizkaia,
ni partidos ni sindicatos participan de forma directa. Por exigencia de
los propios pensionistas no se admiten pancartas de ninguna
organización
Cuando
Stéphane Hessel lanza en 2010, a la edad de 92 años, la consigna
“indignaos”, coreada por José Luis Sampedro con 93 años, los
pensionistas españoles no se sienten aludidos. Tras la muerte de Hessel y
Sampedro,
aquellos pensionistas, entonces reserva de votos del PP, inician una
revuelta que hace temblar al endeble gobierno de Mariano Rajoy. La causa
de esa inesperada rebeldía, promovida desde un colectivo de 10 millones
de personas, es el recorte de las pensiones,
provocado por las reformas laborales y de la Seguridad Social que en
2011 y 2013 impusieron los gobiernos del PSOE y del PP a los actuales y
futuros pensionistas. En realidad la ofensiva contra las pensiones
públicas comenzó en 1995 al desvincular las cuentas
de la Seguridad Social de los Presupuestos Generales del Estado.
El retorno de los viejos rokeros
A
poco que se analice la composición social de ese núcleo población deja
de asombrar que se indignen y rebelen. Se trata de una generación
bipolar, con comportamientos dispares: mientras una parte se atrincheró
en el silencio y el miedo provocado por la dictadura, otra se
comprometió en la lucha antifranquista, hizo realidad la conquista de
las libertades y posibilitó el estado de bienestar, ahora amenazado.
Este colectivo es el que está protagonizando la lucha contra
el recorte de las pensiones.
Los
partidos políticos, los que gobiernan y el resto, habían olvidado que
dentro del núcleo de población menos politizado, el de mayor edad, se
encuentra el más combativo e ideologizado, el que lleva toda la vida
defendiendo causas propias y ajenas. Se equivocaron quienes impusieron
las reformas contando con el miedo y la sumisión de los pensionistas.
Tampoco aciertan los partidos que renuncian a la experiencia política y
la capacidad organizativa de tanta gente, centrando
su actividad en la juventud.
Entre el espontaneísmo y el organicismo
Las
formas organizativas y métodos de coordinación que adoptan las
movilizaciones de pensionistas son múltiples, dependiendo en particular
de la incidencia sindical. A diferencia de otros territorios, en el País
Vasco, sobre todo en Bizkaia, ni partidos ni sindicatos participan de
forma directa. Por exigencia de los propios pensionistas no se admiten
pancartas de ninguna organización. La coordinación se lleva a cabo
desde la base, mediante plataformas ciudadanas
o a través de asociaciones donde están los sindicatos, aunque sin hacer
ostentación de sus siglas. Las convocatorias generales parten de la
Coordinadora Estatal en Defensa del Sistema Público de Pensiones, ajena a
los sindicatos. En Euskadi, al tomar la iniciativa
los pensionistas, pese a la división sindical el apoyo a las
movilizaciones es unánime.
Los
sindicatos venían convocando movilizaciones en defensa de las pensiones,
sin alcanzar el auge actual hasta entrar en acción los métodos de
coordinación y de agitación propios de los movimientos sociales. En
fechas previas al 17M circulaba por la redes una extensa variedad de
carteles y viñetas llamando a la manifestación. Así que han confluido
los procedimientos de difusión tradicionales y los virtuales ajenos al
sistema. Y como ocurrió el 8M, los medios de comunicación
han ejercido de caja de resonancia. No ha sido necesario empapelar las
calles para movilizar a la ciudadanía.
Luchar por el respeto y la dignidad
La
clave de las movilizaciones es la determinación de rechazar el
incremento anual del 0,25%, planteando como alternativa revalorizar las
pensiones en base al IPC. Esa subida, equivalente a una limosna, ha
encendido
los ánimos de los pensionistas, licuando su sangre mejor que el
Sintrom. Las concentraciones semanales, el reencuentro con colegas de
pasadas militancias, ayudan a rejuvenecer. Mal augurio para el
maltusianismo que ciñe la problemática de las pensiones a
cuestiones demográficas; va a resultar que el activismo social alarga
la esperanza de vida.
Recortar
las pensiones o revalorizarlas son decisiones políticas. Los gobiernos
determinan cómo y cuándo distribuir la riqueza. Establecen prioridades
basadas en criterios más ideológicos que económicos. Rescatando
a la banca en vez de a la gente que se arruinó con las hipotecas basura
de la banca, se intensifican las desigualdades, aumenta la precariedad
y la exclusión social. Por eso, no queda más opción que cambiar de
política económica, o sea, de gobierno. Los pensionistas
han aprendido la lección, gritando cada día con mayor decisión: “Los
recortes de pensiones se pagarán en las elecciones”, “Ni un día más de
gobierno del PP”, “Rajoy dimisión”.
Ofensiva contra las pensiones públicas
Mariano
Rajoy comparece en el Congreso para recordar sus planes en materia de
pensiones. Confirma que no está dispuesto a revalorizarlas. Esa
obstinación contrasta con la decisión de incrementar los sueldos de los
funcionarios públicos el 1,75% en 2018, llegando al 8% hasta 2020. Es
un agravio comparativo que no pasa desapercibido entre los pensionistas.
Tratándose de una medida electoralista sorprende que Rajoy no utilice
el mismo método con los pensionistas. Todo
apunta a que los recortes de las pensiones públicas encajan en el
proyecto para sustituirlas con planes de pensiones privados.
Se
intenta convertir esos productos financieros en el negocio más prospero
de la banca. El País Vasco es pionero: las EPSV (entidades de previsión
social voluntaria) manejan el 34% del PIB, siendo el 10% a nivel
estatal. Ese modelo de pensiones privadas esté promovido por
instituciones controladas por el PNV (Gobierno Vasco, diputaciones,
ayuntamientos, Kutxabank), lo negocian en los convenios sindicatos que
cobran por su gestión, se financian con impuestos, tienen
bonificaciones fiscales y no tributan a la Seguridad Social. Es decir,
se compite de forma desleal con las pensiones públicas.
Resurgir de las movilizaciones ciudadanas
Las
concentraciones de pensionistas, manifestaciones del 22 de febrero,
movilizaciones feministas del 8M, manifestaciones del 17M, tienen una
trascendencia comparable al “No a la Guerra” del 2003. Constatada la
capacidad movilizadora de pensionistas y feministas, así como la
impotencia de los partidos de la oposición para enfrentarse de forma
conjunta a las regresivas medidas sociolaborales de la derecha, los
sectores más vulnerables y oprimidos de la sociedad toman
conciencia de su fuerza y reclaman sus derechos con firmeza. No es
casual que el movimiento de pensionistas haya apoyado públicamente las
acciones del 8M y que el feminista haga otro tanto el 17M.
Las
manifestaciones del 17 de marzo confirman la dinámica de cambio social.
Se trata de movilizaciones intergeneracionales transversales donde
diferentes mentalidades comparten motivaciones comunes. Tal es la
característica
fundamental del movimiento en defensa de las pensiones públicas,
conforme se constata analizando los índices de participación. El ejemplo
más significativo es el de Bilbao, donde una plataforma unitaria y
plural, sin protagonismo político ni sindical, logra
agrupar a 115.000 personas. El caso opuesto es Madrid, con dos
manifestaciones que compiten entre sí, pese a coincidir las consignas.
¿Y
ahora qué? En cualquier país de democracia consolidada el 17M provocaría
una crisis de gobierno. Aquí es diferente, habrá que esperar a la cita
con las urnas, salvo que el PNV considere que apuntalar la corrupción
ha dejado de ser rentable y Rajoy opte por huir hacia adelante. De
todos modos, los pensionistas volverán a concentrarse los lunes, al sol o
bajo la lluvia, preparando las condiciones para dejarse oír a las
puertas de La Moncloa. Será una jornada más de orgullo,
reclamando sobre todo respeto y dignidad. Eso significa pasar de la
indignación a la insurrección rechazando el 0,25%.
Si
los pensionistas persisten en su lucha y castigan al PP en las urnas, el
gobierno del cambio que no fue posible a través de la unidad de la
izquierda tal vez se haga realidad en base a un compromiso de
regeneración
democrática y de progreso social que incluya la derogación de medidas
que afectan a las condiciones de jubilación y estabilidad de las
pensiones públicas. Es más, dado el creciente peso de las pensiones en
el conjunto de la economía, convendría considerar
la revalorización de las pensiones y la economía de los cuidados como
factores de desarrollo sostenible. Es decir, un
keynesianismo basado en
la rentabilidad social, no en el gasto en infraestructuras. Pero esa es otra historia.
Cuatro juzgados investigan la presunta financiación ilegal del PSPV y el Bloc entre 2007 y 2011Toni Cuquerella EL PULPITO LAICO
En el epicentro de la
presunta trama estaría la empresa Crespo Gomar que habría realizado
trabajos para los socialistas y los nacionalistas
La investigación, que se desarrolla en juzgados de Madrid, Benidorm y Gandia, abarcaría delitos de
falsedad, prevaricación, malversación y delito electoral
Un
juzgado investiga la presunta financiación ilegal del PSPV en época de
Joan Ignasi Pla como secretario general, así como al Bloc (partido hoy
integrado en Compromís), por la campaña electoral
de 2007, unas investigaciones que se extenderían hasta 2011, según el
Tribunal Superior de Justicia (TSJ) valenciano. El magistrado ha
repartido la causa en cuatro juzgados (dos en Madrid, uno en Gandia y
otro en Benidorm) para que los hechos se investiguen
en los partidos judiciales donde se habrían cometido los posibles
delitos.
Se
trataría de una trama con prácticas similares a las de la 'Gürtel', una
empresa que organiza actos electorales y que posteriormente recibe
contratos públicos, en este caso del Gobierno socialista
de José Luis Rodríguez Zapatero. La investigación abarcaría delitos de
falsedad, prevaricación, malversación y delito electoral vinculados a
las campañas de 2007 y 2011.
Según ha publicado el diario
El Mundo el
origen de la investigación se sitúa a mediados de 2016, cuando
representantes del PP habrían llevado a una comisaría
de València documentación, facturas y correos electrónicos que se
habrían enviado entre empresarios y dirigentes del PSPV y del Bloc.
Desde entonces se habría puesto en marcha una operación policial llevada
en secreto.
El
juzgado que investiga el caso habría comprobado la veracidad de la
documentación aportada identificando en varios informes el circuito que
presuntamente habría seguido el dinero de empresas
tanto públicas como privadas para pagar actos de la precampaña y la
campaña de 2007.
La
investigación que ha llevado el juzgado de Instrucción número 21 de
Valencia -el mismo del caso Blasco- se encuentra bajo secreto de
sumario, lo que implica también que se desconoce la cantidad
de dinero de la que se está hablando, aunque podría rondar el millón de
euros.
'Clan de Gandia'
Como
instrumento de este sistema estaría la sociedad de comunicación Crespo
Gomar (hoy extinguida), la cual facturaría los servicios a formaciones
políticas que eran pagados por otras empresas,
pagos que según las investigaciones tributarias coincidirían hasta en
los céntimos.
Esta
sociedad tuvo como presidente a Alberto Gomar, hijo del exteniente de
alcalde del Ayuntamiento de Gandia, el socialsta Antoni Gomar, y tendría
también entre sus trabajadores a José Ramón Tíller,
exdiputado autonómico socialista y ex jefe de gabinete de los
exalcaldes de Gandia Pepa Frau y José Manuel Orengo (actual asesor de
Ximo Puig).
Sobre
la vinculación con el Gobierno de Rodríguez Zapatero cabe señalar que
la empresa Crespo Gomar obtuvo contratos por valor de más de 600.000
euros de organimos estatales para campañas de comunicación.
Entre estos estaría la campaña de la desalinizadora de Torrevieja y
Aguas del Júcar de AquaMed por 234.700 euro y otra de 148.000 euros para
difundir los contenidos del Plan de la Vivienda 2008-2012 del
Ministerio de Vivienda. Destaca la campaña 'Compra con
criterio' del Ministerio de Sanidad y Consumo por 200.000 euros,
concedida desde la Dirección General de Consumo que entonces encabezaba
Etelvina Andreu, quien fue candidata a la alcaldía de Alicante en 2007
por el PSPV y cuya campaña dirigió precisamente
Crespo Gomar.
Bloc
Por
lo que respecta al Bloc la investigación afectaría también a la campaña
de 2007, la etapa en la que la formación tenía como líder y candidato a
Enric Morera -actual presidente de las Corts-
y que un documento de Crespo Gomar incluía el apartado "estados de
cuentas de Bloc".
En
esta documentación una tabla desarrolla conceptos, importes de facturas
y un estadillo en el que se reitera la palabra "concepto" con diversas
empresas, y esto da pie a que la Policía investigue
si estas empresas asumieron las facturas del Bloc.
Entre
las empresas señaladas estaría Egevasa, empresa con participación
pública de la Diputación de València. Entre las factures habría sesiones
de fotografías a candidatos, cuñas publicitarias
o el alquiler de un vehículo.
...como lamentamos que nuestra justicia no cumpla el principio necesario para
ser JUSTA, la rapidez, para evitar tanto las prescripciones vergonzantes como las prolongaciones de las sospechas.
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