1.14.2010

El Cabanyal les une, Cruz Sierra


El Cabanyal les une





Cruz Sierra

Como a un clavo ardiendo se han agarrado los dos grandes partidos valencianos y sus dirigentes a un nuevo argumento, el del Cabanyal, que siga justificando su razón de ser y estar (el verdadero problema, el de la crisis económica, les supera). Asistimos sobresaltados a un nuevo episodio de intercambio de golpes en forma de acusaciones de franquismo, manipulación y prevaricación precisamente entre franquistas, manipuladores y prevaricadores. La incapacidad de ambos ya ha conducido a la intervención del Gobierno de la nación y dentro de poco, enseguida, será el Tribunal Constitucional quien deba intentar poner orden en este gallinero en el que incluso se ha presentado un ignoto señor de derechas de toda la vida blandiendo a Indalecio Prieto con la misma insolvencia y descaro con la que la oposición manipula defendiendo radicalmente un conservacionismo urbano a ultranza que en otras ocasiones ha preferido obviar. Queda claro que les importa poco el destino y la voluntad de los miles de ciudadanos afectados -precisamente no entre los más acomodados-, las infraestructuras y la trama social de la ciudad, así como la programación global del futuro de esta baqueteada urbe mediterránea. Del mismo modo resulta dudoso que pueda valer todo a la hora de amasar el futuro urbanístico de una ciudad tal y como manejaba un colega la semana pasada en estas mismas páginas cuando recordaba el glorioso pasado de aquella itálica Valentia que durante siglos fue siendo enterrada bajo escombros para levantar sobre ellos, entre otra multitud de elementos, la hermosísima calle de La Paz y su entorno. Tal vez si los urbanistas y arquitectos que un día idearon tan magnífica vía urbana hubieran decidido conservar la arquitectura original, en estos momentos contaríamos dentro del patrimonio de Valencia con un catálogo de monumentos romanos tan excelso o más que los de Mérida, Segovia, Sagunto, Ourense, Tarragona, Lugo, Cartagena... Y simultáneamente, en sus inmediaciones, muy cerca, en otra ubicación pero igualmente hermosa, conviviría la misma o mejor calle de La Paz que al día de hoy ha logrado sortear milagrosamente las sucesivas oleadas de catetismo urbanístico y arquitectónico que han machacado otras zonas nobles de la ciudad.
Seguramente puedan construirse tantos argumentos superficiales a favor como en contra de la prolongación de Blasco Ibañez y la correspondiente transformación del Cabañal que lleva aparejada. Es bastante cómico si no fuera porque refleja una burda pero exitosa manipulación de la opinión pública local escuchar de labios de Juan Cotino acusaciones de «franquismo» hacia el Gobierno de Zapatero por su decisión de frenar la piqueta (el vicepresidente tercero sabe muy bien qué significa realmente ser franquista, tanto en política como en Administración pública, economía y empresa, e incluso en religión, o todo ello en un revoltillo al genuino estilo franquista). Sean ser serios, planteen los problemas de forma profesional y dejen los tremendismos en el armario de las crispaciones, que ya bastante tenemos con la crisis. Del mismo modo, la oposición debe tener presente que tal y como muy bien recordaba el otro día el ex concejal popular Martín Quirós, ya el último gobierno socialista presidido por Clementina Ródenas dejó sentadas a finales de los ochenta sus dudas sobre la viabilidad de la prolongación 'en peine' de Blasco Ibañez hacia el mar cuando abrió un proceso de búsqueda de fórmulas alternativas para dar salida a esa avenida tal y como se había pensado en su diseño inicial. Sólo su elevado coste social y económico les frenó.
También a principios de 2008, once empresas privadas constructoras y promotoras abandonaron el proyecto de prolongación porque la crisis general sumada a la del ladrillo lo había convertido directamente en ruinoso (fueron Acciona, Villegas, Armiñana, Urbis, Salvador Vila, Calviga, Ecisa, Ducat, Sedesa, Edifesa/Pavasal y GIC). Entonces, Rita Barberá y Francisco Camps, pletóricos de arrogancia y prepotencia, decidieron asumir el desafío a través de Aumar y el IVVSA. Lo que se había convertido en inasumible para el ruinoso sector inmobiliario, verdadero impulsor de una iniciativa a la que se le calculaban suculentas plusvalías (si no, de qué), lo asumía una no menos ruinosa Generalitat y Ayuntamiento valencianos, ambos endeudados hasta la médula y en plena decadencia presupuestaria. Mantenerla y no enmendarla por encima de cualquier consideración...
Tenemos ante nosotros la ciudad que tenemos y no la que podríamos haber tenido, pero en todo caso una gran metrópolis con un gran potencial de crecimiento si se proyecta con talento, tal y como urbanistas y arquitectos internacionales sugieren. Dentro de ella, tarde o tempano tendremos que aceptar, de forma realista y mirándonos al espejo, que la actual situación del eje Blasco Ibañez es insostenible y un colosal 'aborto' urbanístico que debe ser solucionado consensuadamente de la forma más inteligente posible y con el menor daño para personas y patrimonio. Por este motivo es una frustración para los ciudadanos no poder esperar ni del PP ni del PSOE, ni tampoco de las partes afectadas, una moratoria en las agresiones y un replanteamiento civil de la cuestión. ¿Están seguras ambas partes de que no existe una solución ingeniosa para el conflicto que resuelva la prolongación de Blasco Ibañez sin destruir esa joya urbana llamada El Cabanyal tal y como de forma consentida está ocurriendo en la actualidad? Mas bien parece que nos esperan otros 20 años de conflicto legal, como en la reforma del teatro romano de Sagunto, para que el sentido común impere. El Cabanyal les une... en la incapacidad.