10.17.2013

Beatificaciones en Tarragona (EL PAÍS)

De entrada diría que la Iglesia y una gran mayoría de cristianos ha considerado esta ceremonia como exclusivamente religiosa, aunque bien es verdad que ha habido alguien que se salió del guion, pero esto no debería influir en el conjunto de la misma.
Ante las críticas de diversos colectivos, cristianos o no, les diría que no hay, no puede haber víctimas de primera y segunda categoría. Y como cristiano que intento ser, quisiera expresar, con toda sinceridad, de corazón, mi tristeza por aquellas familias que aún ahora no han podido recuperar ni saber dónde están sus seres queridos víctimas de aquella desgraciada contienda. Y también para aquellos que al fin lo han conseguido, por las trabas y dificultades que han encontrado en tan largo camino.
Pero los recién beatificados eran personas que murieron violentamente solamente por causa de su fe, porque se ratificaron en su fidelidad a Cristo. Fueron almas puras en las que muchos debemos mirarnos, y desear que acontecimientos como aquellos no vuelvan a pasar jamás.
Para ellos, para todas las víctimas y para sus familias, no se me ocurren palabras más apropiadas que las que dijo Manuel Azaña: paz, piedad y perdón.— Juan Ribas.