Asisto al curso de psicología positiva «La cuina de la felicitat», en la Universitat d´Estiu de Gandia, que imparten Sacra Pinazo, Iolanda Torró y Fanny Palomares. Atención a los datos: tres sabias al frente, 31 matriculadas y cinco despistados en la sala. ¿Será la felicidad asunto de mujeres? ¡Quién sabe! Coincido con una amiga –también psicóloga, pues solo me junto con este gremio– que, como tantos profesores, disfruta de sus merecidas vacaciones. No se paga con dinero la ingente labor de los orientadores en la enseñanza. Causa pesar que el gentío no se acuerde de ellos ni para despellejarlos. Junto a los docentes, los psicólogos también duermen estos días a pierna suelta. Pues eso: no se olviden de los psicólogos aunque solo sea para ponerlos a caldo. El caso es que esta moza acude al curso en estado emocional catatónico. A los hijos adolescentes uno no sabe dónde meterlos. Descartados el asador, la trituradora y el congelador, solo queda el campamento. Considero un imperativo moral expandir la receta culinaria de esta jornada gastropsicológica.
Ingrediente 1: Honrarás los chiringuitos. De máxima urgencia nutrirse de la vida social. La felicidad aumenta al ritmo que crece nuestra sociabilidad. Ingrediente 2: Aléjate de los cenizos, gente tóxica en general y vampiros emocionales en particular. El optimismo es la sal de la vida, enriquece el modo de interpretar, afrontar y enfrentarse a la realidad. Ingrediente 3: No seas rico. El dinero da problemas. Conviene tener el suficiente para vivir bien. Un exceso en la cuenta corriente desemboca en un déficit de salud. Ingrediente 4: Evita la envidia. Es la emoción más negativa, destruye los talentos del individuo, el carpe diem, deforma la realidad. Ingrediente 5: Sé tú mismo. Párate para ti, dedícate tiempo, quiérete, déjate de obligaciones, envía a tus hijos de campamento y al marido a La Patagonia. Ingrediente 6: Hay que mantenerse activo. Esto es, construye desde las fortalezas que te acompañan. ¡Cultiva tu elemento! Y si no lo encuentras, ¡búscalo! (La naturaleza concede potencias a todos). Ingrediente 7: Mima las relaciones. A los que quieres y te quieren. No olvides que el cerebro humano guarda como oro en paño las palabras negativas, los reproches. Comunica su valor a los que te valoran. Ingrediente 8: Gústate. Por delante de ti no va nadie, como tantas veces me recuerda mi amiga Valentina. Ingrediente 9: Sé libre. Es importante escoger dentro del abanico de posibilidades que la vida nos ofrece. Pero recuerda que infinitas opciones se convierte en problema. Decídete, actúa, sé consecuente. Ingrediente 10: Todo depende de ti. La misma situación, la misma realidad, idéntico problema, se distinguen entre sí por nuestro modo de abordarlos.
Así pues, recuerden: la felicidad es asunto de cocción. La receta no es tan compleja. Tampoco sencilla. Consiste en centrarse en uno mismo. No olviden que las fuerzas del mal se aúnan para que vivamos descentrados. Y ahí andan muchos, como mi amiga, inmersos en un sinvivir existencial. Céntrense. Olviden el espejismo de la piscina. Si buscan la plenitud, sigan mi consejo: tienen que cocinar la felicidad.
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