Yo solo quiero comer tranquilo, de verdad. Llega uno del trabajo y
parece que todas las empresas saben a qué hora entro en casa:
interrupciones constantes para ofrecer un cambio en mi compañía del gas o
en la comercializadora de la luz, o el Banco ofreciendo el último
chollo, o una compañía telefónica con su paquete total casi gratuito. Y
uno, que no quiere ser maleducado e interrumpir bruscamente la
conversación, al final vuelve al plato con todo frío. Esto no puede ser.
¡Déjennos comer tranquilos!— José Vicente Rodríguez Conejo. Monforte de Lemos (Lugo).
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