2.28.2015

El ´Candy Crush´ es la mejor encuesta, MATÍAS VALLÉS 28.02.2015 (D'El pulpito laico)


Sería inhumano condenar a un ser humano por jugar a Candy Crush o al Frozen Free Fall mientras divaga Rajoy. La concentración absoluta en las palabras del presidente del Gobierno cursa con secuelas irreversibles, cualquier distracción que amortigüe el impacto de sus palabras debe gozar de licencia terapéutica. A juzgar por el debate de esta semana, el propio orador dispensa una atención amortiguada a sus palabras como medida preventiva.
Sin embargo, Celia Villalobos no puede acogerse a la dispensa general. Su cargo conlleva la necesidad de sufrir impertérrita la radiación discursiva de su jefe. Ni la adicción al Candy Crush ni los precedentes en otras cámaras parlamentarias atenúan su responsabilidad. 
Recapitulemos, la presidenta de las Cortes en funciones y tercera autoridad del Estado dirige el debate más importante de la legislatura, balance de gestión y puesta de largo electoral. Mientras interviene la segunda autoridad del Estado, se entretiene con videojuegos cuyo coeficiente intelectual cabe omitir para no enemistarse con un contingente reseñable de lectores.
Con el Estado en juego, le parece más serio jugar al Candy Crush o derivados. Por elevado que sea el grado de multitarea de Villalobos, no se encuentra disculpa posible. Al tratarse de la esposa del cerebro estadístico del PP y figurante en los papeles de Bárcenas, la distracción de la vicepresidenta adquiere una dimensión demoscópica. La multidiputada está desahuciando a Rajoy desde la presidencia cameral y ante los ojos atónitos de millones de españoles.
Para qué se necesitan los debates paralelos de Pablo Iglesias, si ya tenemos a Villalobos satirizando la prestancia de las sesiones del Estado de la Nación. Su indiferencia virtual retrata a la tribu sin tribulación, a los privilegiados que no comparten las vicisitudes de los contribuyentes. El Candy Crush es la mejor encuesta imaginable. Pedro Arriola ha de pensar que la actitud lúdica de su esposa retrata el futuro del Gobierno con mayor efectividad que un macrosondeo. 
Pese a las evidencias en contra, la corrupción no tiene nada que ver con el Derecho Penal. El abandonismo premonitorio de Villalobos no la obliga a dimitir, porque ya lo ha hecho. Desde el preciso instante en que se enchufa aplicada al Candy Crush, se desconecta del Congreso y firma su cese como diputada. 
Está en otra cosa, que diría Rajoy con su cosificación del lenguaje político. Cuando se efectúe el balance electoral retrospectivo de 2015, el énfasis se alejará de los discursos anodinos para centrarse en la vicepresidenta que, en los rigores de febrero, ya se percató de que todo se había consumado.