Tiburcio Arraztoa es natural de Irurita, un pequeño y hermoso enclave del Valle del Baztán, corazón del viejo reino de Navarra y la más euskalduna de las tierras de los viejos vascones. Tiburcio es un enamorado de los juegos de pelota a largo y por lo tanto de la pelota vasca y de la pilota valenciana. Ha dedicado su vida a la docencia y a la promoción del Laxoa, modalidad considerada, junto al Bote Luzea, como la más antigua de la pelota vasca. En ella todavía se usa la «banqueta» y el «quinze i ratlla». Contra olvidos e indiferencias ha conseguido salvarla y colocarla como una de las señas patrimoniales de la cultura vasco-navarra. Es un predicador apostólico de sus virtudes, discípulo de Peña y Goñi, aquel escritor y compositor donostiarra de finales del XIX que escribió la primera historia de la pelota vasca y que alzaba su voz lamentando la progresiva desaparición de los juegos de pelota en las calles y plazas vascas en sustitución de los frontones industriales.
«Entre Dios y la pelota» es la nueva y admirable aportación de Arraztoa a la historia del juego de pelota que se presentó el viernes en Pamplona. Lleva años dedicado a investigar todo lo relacionado con el clero y el juego que señoreaba los pueblos vascos€ y valencianos. Sí, ha tenido que ser un navarro del Baztán, paisano de conquistadores de Indias, virreyes y gobernadores, asesores de reyes, periodistas, y escritores, que toda esa pléyade de hombres ha dado el hermoso enclave pirenaico, quien se metiese en la historia de nuestro deporte más representativo para rescatar archivos, descubrir historias y recordar personajes como los obispos Olaechea y Vilaplana, o el «retor de Petrés»; o la presencia de la pilota de vaqueta de la mano de Álvaro en el mismísimo Vaticano. O la historia del Pare Cremades de Bellreguard€
Y todo ello en un enciclopédico repertorio de anécdotas referidas a grandes desafíos de pasados siglos, con participación directa de hombres entregados a Dios y al juego de pelota. El día que asesinaron a los jesuitas de El Salvador encontraron en la mesa del P. Ellacuria una pelota de cuero y una pala. Arraztoa recoge con entusiasmo en su obra el hermoso proyecto de D. Bosco Pelotari que extiende el juego de pelota por medio mundo. Todos ellos, detalles de la profunda y generosa estima de Tiburcio Arraztoa a la pilota valenciana que es otra manera de amar a la pelota vasca.
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