Ustedes conocen mejor que yo el resto de la lista de quienes sí son Hacienda, pagan sus impuestos y sufren las políticas de sufrimiento masivo decretadas precisamente por quienes ni son, ni se sienten Hacienda.
Por si a alguien le quedaba alguna duda la abogacía del Estado lo ha afirmado de manera textual, en la solemnidad de un tribunal de Justicia. Hacienda somos todos solo es un eslogan publicitario, igual que "Ya es primavera en El Corte Inglés", "Nocilla qué merendilla", o "Dijo el toro al morir: siento dejar este mundo sin probar pipas Facundo".
Hacienda solo somos algunos es la cruda realidad que ha evidenciado la abogada del Estado, un tanto cegada por esa prepotencia tan de cuerpo superior del Estado. Concretamente quienes cobran una nómina mensual con su pertinente retención, esos autónomos que liquidan cada tres meses su IVA como buenos creyentes, los pensionistas que ahora copagan sus medicinas o los dependientes y sus familias que resisten cada día como pueden esperando a la caballería. Ustedes conocen mejor que yo el resto de la lista de quienes sí son Hacienda, pagan sus impuestos y sufren las políticas de sufrimiento masivo decretadas precisamente por quienes ni son, ni se sienten Hacienda.
Hacienda no son Rodrigo Rato, ni Bárcenas, ni todos aquellos que se han beneficiado de la amnistía fiscal decretada por este Gobierno en nuestro nombre y pretendiendo que además estuviéramos agradecidos a los defraudadores. Hacienda tampoco son Amancio Ortega, ni los Alba, ni los Botin, ni los demás grandes patrimonios que disfrutan de las comodidades de ese paraíso fiscal llamado España mientras imparten lecciones de sacrificio patriótico y cultura del esfuerzo.
Hacienda no son las grandes empresas y corporaciones de este país que tributan a una media por debajo del 10% de sus beneficios mientras los sueldos de sus ejecutivos y consejeros multiplican por veinticinco el salario medio de sus empleados. Hacienda tampoco son los más de trescientos cincuenta mil millones de euros que cotizan a menos de un 5% blindados tras las decenas de artefactos fiscales puestos a su servicio. Ustedes también conocen mejor que yo la larga lista quienes no se sienten obligados por Hacienda pero sí con el derecho a decidir quiénes son Hacienda.
Por supuesto, y no sabemos si por derecho divino como en los buenos tiempos, Hacienda tampoco es la infanta Cristina, que lo continúa siendo mientras su hermano elige el rimbombante marco del Salón del Trono del Palacio Real para explicarnos lo grande que es la historia de España y los enormes e incontestables éxitos que conseguimos todos juntos cuantos trabajamos unidos. En casa del herrero cuchillo de palo y en la del Rey, cucharilla.
Hacienda solo somos algunos es la cruda realidad que ha evidenciado la abogada del Estado, un tanto cegada por esa prepotencia tan de cuerpo superior del Estado. Concretamente quienes cobran una nómina mensual con su pertinente retención, esos autónomos que liquidan cada tres meses su IVA como buenos creyentes, los pensionistas que ahora copagan sus medicinas o los dependientes y sus familias que resisten cada día como pueden esperando a la caballería. Ustedes conocen mejor que yo el resto de la lista de quienes sí son Hacienda, pagan sus impuestos y sufren las políticas de sufrimiento masivo decretadas precisamente por quienes ni son, ni se sienten Hacienda.
Hacienda no son las grandes empresas y corporaciones de este país que tributan a una media por debajo del 10% de sus beneficios mientras los sueldos de sus ejecutivos y consejeros multiplican por veinticinco el salario medio de sus empleados. Hacienda tampoco son los más de trescientos cincuenta mil millones de euros que cotizan a menos de un 5% blindados tras las decenas de artefactos fiscales puestos a su servicio. Ustedes también conocen mejor que yo la larga lista quienes no se sienten obligados por Hacienda pero sí con el derecho a decidir quiénes son Hacienda.
Por supuesto, y no sabemos si por derecho divino como en los buenos tiempos, Hacienda tampoco es la infanta Cristina, que lo continúa siendo mientras su hermano elige el rimbombante marco del Salón del Trono del Palacio Real para explicarnos lo grande que es la historia de España y los enormes e incontestables éxitos que conseguimos todos juntos cuantos trabajamos unidos. En casa del herrero cuchillo de palo y en la del Rey, cucharilla.
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