No dejo de pensar en eso de que el aumento de la esperanza de vida exige automáticamente el retraso en la edad de jubilación.
Veo todos esos inventos que hacen en un instante el trabajo que antes llevaba meses a cientos de hombres. Reparo en un desarrollo agroalimentario tan espectacular que ha enterrado para siempre la profecía de Malthus. Contemplo una ciencia en acelerada evolución que poco a poco se va acercando al santo grial de la energía inteligente, limpia y renovable. Y es entonces cuando me pregunto: ¿cómo puede ser que con todos estos avances humanos, uno de los rasgos del futuro vaya a ser la obligación de trabajar cada vez más años? ¿Es que somos idiotas?— Pablo González Caballero.
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