Guillem Agulló fue un joven valenciano que murió en 1993 asesinado de una cuchillada a manos de un grupo de jóvenes. Tenía sólo 18 años. De los 14 años de condena, el autor confeso, Pedro Cuevas, sólo cumplió cuatro en la cárcel. El resto del grupo fue absuelto.
Una señora decide que he ofendido su honor en una entrevista y reclama quince mil euros de indemnización. Gano, y se condena a la señora a pagar las costas. La señora se declara insolvente. He perdido seis mil euros: lo que costó mi defensa a cuenta de las tasas de Gallardón.
Un cargo público insulta en Twitter a Guillem Agulló y viene a decir que bien muerto está. Si mi hija hubiera sido asesinada a los 18 años, si sus asesinos no van a la cárcel, y si para colmo un señor insulta a mi hija y dice que merece haber muerto, yo lo habría denunciado por apología de la violencia e injurias. No entiendo por qué si yo mañana digo que una víctima del terrorismo de ETA era una hija de puta y está bien donde está se me puede acusar de apología del terrorismo y que sin embargo a este señor no le denuncie nadie. Y así lo escribo en mi perfil de Facebook.
Luego me responde con un tuit en el que me acusa de filoterrorista y reclama más respeto por las víctimas de ETA. Posteriormente, en otro, me acusa de fea y mala escritora (pese a que él no sabe puntuar, acentuar ni respetar la ortografía).
Lo que no sabe este señor es que el primo de mi padre fue secuestrado por ETA. Y por eso, precisamente, porque sé lo que es ser víctima de la locura ideológica, siento compasión y empatía por la madre de Guillem Agulló. No creo que haya víctimas de primera y segunda categoría. Creo que el dolor de una madre que pierde un hijo por un absurdo odio fundamentalista es el mismo siempre, venga el golpe asesino de donde venga.
Llamo a una abogada: ¿puedo denunciar a este señor? Me dice que sí, pero que me saldrá carísimo. Desisto.
Entre tanto este señor, que hace apología de la violencia, que nos llama filoterroristas a familiares de víctimas y a personas que hemos estado directamente amenazadas (yo lo he estado), que muestra una incultura flagrante y cuyo único argumento cuando una mujer le rebate es llamarla fea, recibe 2.500 euros mensuales que se pagan con el dinero de los impuestos de los ciudadanos.
Vivo en un país donde el ministro impone unas tasas absurdas para que la justicia sea privilegio de ricos. Un país carcomido por la mentalidad colectiva de la corrupción, el engaño, el insulto gratuito, el chanchullo, el yo-y-mis-amigos, el “y tú más” y el “por mis cojones”. Un país en el que se pretende proteger al bebé en la tripa, pero, una vez fuera, se puede desahuciar a su madre, o no se le protege si es discapacitado. Voy en un barco al que ha arrastrado al fondo una tripulación en la que, desde el capitán hasta el grumete pasando por los marineros, han ido robando provisiones de la bodega y vendiendo las cartas de navegación. Vivo en un país fracasado, tocado y hundido, en el que ETA es la excusa perfecta para etiquetar al primero que disienta... Vivo confusa y asustada y cuanto más conozco este país, más quiero a mis perros.
PD: La imatge és de: http://ca.wikipedia.org/wiki/Fitxer:Pasatge_de_Guillem_Agull%C3%B3_i_Salvador.jpg
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