Quien desde fuera secunde, de una u
otra manera, la lucha por la supervivencia del presidente del Gobierno
puede ver muy seriamente deteriorado su futuro. La cosa vale para el
PSOE y, cómo no, para Ciudadanos
¿Qué tiene la moción de censura de Podemos para poner de los nervios a todos los demás partidos y sobre todo
al PSOE? Las descalificaciones que ha provocado no dan pistas al
respecto. Acusan a Podemos de frívolo, de romper las reglas del juego,
de que la moción va a fortalecer a Rajoy. O sea más o menos lo mismo que
dicen cada vez que el partido que lidera Pablo
Iglesias hace el mínimo movimiento. Tampoco es sorprendente. Porque
Podemos juega en otro campo. Esa su principal bandera, su misma razón de
existir. Y eso no gusta a los demás, les incomoda mucho. De ahí la
animadversión. La misma de siempre. Pero esta vez
el asunto que la motiva tiene calado. Y es que la moción podría ser el
inicio de una nueva fase en la política española. Aunque también podría
terminar en mera anécdota.
Es evidente que los últimos
acontecimientos en torno a la corrupción del PP han generado una
situación extraordinaria. Que la normalidad política se ha roto
estrepitosamente. Porque más allá de las revelaciones sobre la mafia de
la Comunidad
de Madrid, ha salido a la luz un formidable y articulado intento de
manipulación de la justicia por parte del Gobierno que no ha hecho sino
confirmar y agrandar las dudas que persistían sobre su comportamiento en
anteriores episodios de corrupción. Estamos
ante un escándalo público cuya intensidad e impacto popular seguramente
superan los de episodios precedentes. Y por si eso fuera poco el
presidente del Gobierno está llamado a testificar en un proceso que
acusa gravemente al partido que él lidera.
Un momento tan excepcional como este,
que algunos creen que no ha hecho sino empezar, no puede afrontarse con
iniciativas de medio pelo. Por ejemplo, con comisiones de investigación
que la experiencia demuestra que no valen para nada. O con encendidos
discursos de denuncia en los medios. Hace falta una respuesta que esté a
la altura del desafío a la democracia que está haciendo el PP. La
moción de censura lo es. Cosa bien distinta es que pueda producir
efectos importantes o bien quedarse en nada o en muy
poco. Fuerzas muy poderosas y de distinto signo van a hacer todo lo que
puedan para que esto último ocurra.
Pero lo cierto es que esas fuerzas,
el PP, el PSOE y, a su manera, también Ciudadanos, están en una
situación de debilidad bastante notable. Empezando por el primero, los
escándalos de los últimos días han dejado a Rajoy y los suyos colgados
de la brocha. No pueden decir una sola palabra más sobre corrupción
porque ya nadie les cree. Lo único que pueden hacer es tratar de
gestionar lo mejor que puedan las secuelas de lo que ya se sabe, evitar
que se sepa más y administrar las dimisiones que inevitablemente
van a producirse. La primera la del secretario de Estado de Interior,
más adelante la del fiscal general del Estado y también la del ministro
de Justicia. El problema es que esos personajes son también los
encargados de frenar la hemorragia, de manipular la
Justicia y la policía y la Guardia Civil para que no haya nuevos
disgustos. La ecuación no tiene fácil solución.
El Gobierno está cercado. Pero puede
intentar romper ese cerco. Un acuerdo con el PNV para sacar adelante el
presupuesto puede ayudarle en esa dirección. Pero bastante menos que lo
habría hecho tan sólo hace un mes. Porque ese acuerdo va a aparecer,
sobre todo, como una concesión a los nacionalistas vascos que el PP
nunca habría hecho si no estuviera en una situación de emergencia como
en la que ahora se encuentra. Y eso no va a gustar la gente, incluso a
muchos votantes del PP.
El hipotético éxito de la aprobación
del presupuesto puede quedar muy empañado por esas contrapartidas. El
plan de Rajoy es aguantar un año sin que el techo se le venga encima
antes de entrar en la campaña por las municipales y autonómicas. No
está dicho que no vaya a lograrlo. Pero tampoco que no vaya a fracasar.
El escándalo de estos días tampoco le
ha venido muy bien al PSOE. Porque Rajoy es presidente del Gobierno
gracias a la abstención de los socialistas y cuando hoy se repite que
todo el mundo del poder sabía de las barbaridades de Ignacio González
es obvio que esos rumores o certezas también habían llegado a los oídos
de los dirigentes del PSOE. No podía ser de otra manera. Y sin embargo
dieron su visto bueno al que objetivamente es el responsable político de
ese desaguisado.
¿Cuál de las facciones que compiten
por el poder en el PSOE es más responsable de esa situación? Obviamente
la que propició la abstención. ¿Puede eso reducir las posibilidades de
Susana Díaz? Habrá que verlo. En todo caso tratar de capear el
temporal denunciando, todos los candidatos juntos, la osadía de Podemos
con su moción de censura no parece la manera más eficaz de salir del
entuerto. Porque en estos momentos el sentimiento predominante entre
buena parte de los simpatizantes del PSOE es el
rechazo al PP y sus prácticas corruptas y cualquier maniobra para
distraerlo corre el riesgo de volverse en contra de quien la propicie.
La partida está ya muy clara. De un
lado está el PP y su intento de mantenerse en el poder como sea. El
principal argumento que sostiene su empeño es que en el horizonte no se
atisba alternativa de gobierno alguna. Y menos con un PSOE que está
como está y que seguramente va a estar peor. No cabe excluir que dentro
de un tiempo, que puede ser breve, la novedad se produzca en el
interior del PP y que Rajoy y los suyos se vean obligados a dejar el
mando. Entre tanto, quien desde
fuera secunde, de una u otra manera, la lucha por la supervivencia del
presidente del Gobierno puede ver muy seriamente deteriorado su futuro.
La cosa vale para el PSOE y, cómo no, para Ciudadanos.
Nada de lo dicho hasta ahora afecta a
Podemos. Habrá hecho muy mal algunas cosas. Pero su colocación en el
marco político, y también su discurso, le siguen confiriendo una
autonomía que es oro molido en las presentes circunstancias. Eso irrita
mucho a los demás, particularmente al PSOE. Podemos no debe nada a
nadie, sólo tiene que pensar en sí mismo y buscar la manera de que sus
iniciativas le refuercen política y electoralmente. La moción de censura
le puede ser rentable. Porque inevitablemente
tiene eco popular, es algo que cuadra con la exigencia de respuestas
que deben estar formulando, aunque sea sólo en privado, aquellos
ciudadanos que están indignados y que deben ser muchos más que hace sólo
un par de meses.
¿Puede
salirle el tiro por la culata? Sí. Si hace las cosas mal. Si se pone
nervioso y no sabe cómo hacer frente al vendaval que se le viene encima
por haber roto la baraja. Si se equivoca en la elección del candidato a
sustituir
a Rajoy y más si éste hace el ridículo como Hernández Mancha en 1987.
Si el programa que presente no dice nada nuevo y es sólo una repetición
de eslóganes electorales. En definitiva, si no demuestra que Podemos es
algo más que buena voluntad
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