12.03.2015
L'HERÈNCIA DE RAJOY (El pulpito laico)
Mucha gente ya no se acuerda, pero cuando estaba en la oposición, Mariano Rajoy se pasó la legislatura anterior prometiendo milagros. Incluso llegó a decir que con él en el Gobierno el paro bajaría a la mitad. Sin embargo, a día de hoy hay menos gente trabajando en España que hace cuatro años. En cuanto al paro, la legislatura termina con unas cifras muy similares a las que había 2011, sólo ligeramente por debajo. ¿Cómo es posible entonces que si ha bajado el paro se haya destruido empleo?
Aquellas personas que han perdido su trabajo son los grandes sacrificados de la crisis. Entre diciembre de 2007 y diciembre de 2013 se perdieron 3,6 millones de empleos. Aunque a partir de 2014 empezó a crearse empleo, muchos trabajadores, especialmente los mayores de 45 años, no volverán a trabajar nunca. Pese a que el paro de larga duración se ha disparado, pese a que hay gente que no volverá a trabajar, el Gobierno del PP apenas ha mostrado sensibilidad alguna hacia los parados: no ha hecho nada por ampliar la tasa de cobertura del paro, que se ha reducido 18 puntos entre 2008 y 2015. Ahora, poco más de la mitad de los parados (54%) percibe la prestación por desempleo, cuando al principio de la crisis tres de cada cuatro desempleados estaban cubiertos (72%).
Aquellos que tienen la suerte de trabajar, o que han podido conservar su empleo, tampoco pueden echar las campanas al vuelo.En estos años, el Gobierno de Mariano Rajoy ha apostado sin tapujos por la devaluación salarial como vía para que la economía española gane competitividad. A Rajoy y a su Ejecutivo no les ha importado condenar a los trabajadores españoles a cobrar salarios bajos con tal de maquillar las estadísticas. El gráfico adjunto, que recopila datos de la Agencia Tributaria, demuestra que el punto de inflexión se produjo en 2012: ese año bajó abruptamente el salario medio, y no ha dejado de hacerlo desde entonces. Ahora el sueldo medio de los españoles está al nivel del año 2007.
Este dato demuestra en toda su extensión que la crisis ha sido una auténtica estafa y que han sido los ciudadanos los que han terminado pagando los excesos de la banca y de todo el sistema financiero. La importante recesión de estos últimos años ha dejado una herencia difícilmente aceptable: la bajada de salarios auspiciada desde el Gobierno de Rajoy ha tenido como consecuencia un importante aumento del porcentaje de trabajadores pobres entre 2011 y 2014. Trabajar en España ya no garantiza escapar de la pobreza. Lo saben casi uno de cada seis trabajadores.
Otro dato dato que desmiente el triunfalismo de PP y del Gobierno es el de la renta media por persona, que entre 2009 y 2014 ha bajado en 1.000 euros. Quizás ninguna otra estadística refleje mejor los sacrificios de la sociedad española: la crisis se ha cebado sobre todo con las clases medias y bajas; ellas son las grandes perdedoras.
Hay estadísticas que demuestran por sí mismas que la realidad social de España no es ese paraíso económico que trata de vender el Gobierno. El crecimiento de la pobreza energética, sobre todo a partir de 2013, desmiente la afirmación de Rajoy de que nadie se ha quedado en el camino. Que en 2014, el año de mayor crecimiento del PIB desde 2007, un 11,1% de los ciudadanos no puedan permitirse usar la calefacción lo suficiente para calentarse demuestra que la recuperación que pregona a los cuatro vientos el PP no ha llegado, ni de lejos, a toda la población.
Es curioso y contradictorio que el acelerón económico de los dos últimos años (2013 y 2014) haya coincidido en el tiempo con un aumento del número de ciudadanos en riesgo de caer en la pobreza. En 2014, un tercio de la población española, ni más ni menos. Este dato desacredita no sólo el discurso de Rajoy sino incluso la esencia misma de su política económica.
Como corolario de lo anterior, llegar a fin de mes se ha convertido en toda una aventura para millones de ciudadanos. Es muy significativo que el incremento de las personas que según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE tienen "muchas dificultades para llegar a fin de mes" coincide en el tiempo con la llegada del PP al poder en diciembre de 2011. Entre esa fecha y finales de 2014, el porcentaje pasó del 11,1% al 17,5%, sin olvidar que en 2013 ese porcentaje superó el 18%.
Es otra de las amargas consecuencias de las política económica del PP. La cohesión social en España se ha resquebrajado. Lo certifica el propio INE a través de la evolución del coeficiente de Gini, un indicador que se mueve entre los valores 0 y 100, y donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad y 1000 se corresponde con la perfecta desigualdad. En los últimos años, fruto de todo lo anterior (menos empleo, sueldos más bajos, menos renta disponible o menor protección social), el coeficiente se ha acercado bastante a 100.
La afiliación a la Seguridad Social es un termómetro perfecto para medir el estado de salud del sistema de protección social de un país pues es con las cotizaciones de los afiliados con las que se pagan las pensiones. Mirando la evolución de los datos, se puede decir que el sistema español está enfermo. El número de afiliados en 2015 es casi idéntico al que había en 2011; de hecho, en octubre de 2015 todavía hay 8.500 personas menos afiliadas a la Seguridad Social que cuando Rajoy llegó al poder. Un mal dato, pero si hay menos empleo, lo lógico es que haya menos afiliados... y menos gente para pagar las pensiones.
Pese a los amplios recortes sociales, que han supuesto miles de millones de euros, ni Rajoy ni su Gobierno han conseguido mantener la deuda pública bajo control. Dicha deuda no ha dejado de crecer a lo largo y ancho de la legislatura hasta superar el billón de euros y rozar ya el 100% del PIB. España debe mucho más dinero en 2015 que hace cuatro años: en concreto, en septiembre de 2015 la deuda pública era 340.000 millones mayor que el mismo mes de 2011. ¿Cómo es posible ese aumento si se ha recortado el gasto? Pues porque no se gasta mucho menos que antes; simplemente, se gasta en cosas diferentes: antes se invertía más en Educación, pero ahora se dedican más de 100.000 millones a rescatar a los bancos, por ejemplo.
El indicador de la evolución del PIB en principio debería dejar en buen lugar a Mariano Rajoy. Pero es también una acusación en toda regla: Rajoy ha optado por la salida más injusta y neoliberal de la crisis, por aquella que le han impuesto los mercados, sin importarle en absoluto quien que se queda atrás. Porque es difícil explicar que en 2015 con un crecimiento interanual del PIB superior al 3%, aumente la pobreza y se ensanche la brecha social entre ricos y pobres. Es la demostración de que el crecimiento por el que aboga el PP es insolidario y no garantiza un mejor país, sino una salida precipitada y a cualquier precio del hoyo, de dónde, diga lo que diga el PP, aún no hemos salido.
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