7.02.2017

Lazos de libertad de Manuela Carmena, alcaldessa de Madrid El pulpito laico

Madrid hace realidad una vez más su auténtico ser con la celebración del Orgullo Mundial. Más allá de cualquier etiqueta,  vuelve a reivindicar lo que es: la ciudad de la libertad. Creo que nada mejor demuestra esa condición que la bandera arcoíris, ya terminada,  para dar la bienvenida a esos dos millones de personas que esperamos para compartir la celebración con nosotros. Cien mil lazos con los colores de la bandera, cien mil puntadas dadas por  madrileños y madrileñas, cien mil gestos que muestran el sentir y la voluntad de la ciudadanía por tejer una sociedad libre, igualitaria. Por hacer realidad  ese lema de Ames a quien ames, Madrid te quiere
Porque Madrid es eso: una ciudad de puntadas con las que narra su historia y muestra su esencia libre y solidaria. Esos son, sin duda, dos de los rasgos principales de su retrato. Dos trazos que la convierten, además,  en una ciudad sin miedo. No lo tuvo cuando hace cuatro décadas se convirtió en un referente en la reivindicación de los derechos que quienes se enfrentaban no solo a la discriminación y el rechazo por su condición sexual, sino a la privación de sus derechos y, aún más, de su libertad.  Entonces se puso a la cabeza sin miedo a alzar la voz reclamando reconocimiento, justicia, igualdad. En cuarenta años no ha dejado de hacerlo. Con firmeza, sin olvidar nunca el sufrimiento que conlleva verse privado de los derechos inalienables a toda persona pero transformándolo en una fiesta reinvidicativa, solidaria, orgullosa.
Es maravilloso comprobar tanto camino recorrido en tan poco tiempo. Mirar atrás nos ayuda a valorar lo conseguido, a encontrarnos con nosotros mismos y, sobre todo, a no olvidar. Recordar como antídoto de la ira y la frustración, como motor de esperanza y alegría. Cuando miro atrás y constato que en los tiempos oscuros y tristes de la dictadura franquista, entre 1970 y 1979, se abrieron 3.600 expedientes por homosexualidad, de los cuales unos 1.000 fueron condenados sin garantías y sin haber cometido ningún delito en virtud de la Ley de Peligrosidad Social, me siento contenta y orgullosa de esta ciudad que no ha dejado de mostrar día a día su capacidad integradora, su vocación de hacer suyas las causas justas. Este verano lo volverá a demostrar al convertir lo que podría ser la fiesta de un colectivo en una celebración de toda la ciudad.  Una puntada más.