10.21.2007

UNA ENTREVISTA A CAYETANO RIVERA

"Soy fuera de lo común"


KARMENTXU MARÍN

EL PAÍS - Última - 21-10-2007

PERFIL. Con 30 años y una hija, es comedido y de hablar pausado, y se muestra siempre amable, aunque con un punto de desconfianza. Su hilaridad nunca pasa de una tenue sonrisa. Pese a ello, cree que es importante saberse reír, "sobre todo de uno mismo". Hace hincapié en su introversión, y dice que es sencillo y que busca la felicidad. Le gustan la moda, el cine y el arte, y practica esquí, rafting y submarinismo. Pregunta. ¿Cómo está, aparte de lo que se ve? ¿Recuperado?

Respuesta. Estoy mucho mejor. Tengo ya seis cicatrices, pero empiezo el entrenamiento.

P. ¿Le cunde ese pedazo de cuerpo?

R. Yo creo que, estéticamente, en el toreo ayuda. Fuera de la plaza, pues bueno, no me quejo [sonríe].

P. ¿El toro tiene manía a su familia?

R. No. El toro no tiene manía a nada. El riesgo es parte de la profesión, y a veces hay más suerte y otras, menos.

P. Pues da la impresión de que el morlaco se ha quedado con su cara.

R. Espero que no [risa tenue].

P. Para revolcón, ¿se le ocurre alguno mejor que el del bicho?

R. Se me ocurrirían varios mejores. ¿De qué estamos hablando? Yo creo que el de la cama es mucho mejor, ¿no?

P. Estudió en Suiza y Estados Unidos. ¿Tras conocer mundo puede acabarse en el toro?

R. Yo creo que sí. De hecho, estoy muy contento de haber empezado ahora, porque he tenido la oportunidad de tener otra vida antes y de formarme.

P. Pero se sabe atípico.

R. Soy fuera de lo común, sí. Lo normal es empezar antes. Ni mejor ni peor. Simplemente diferente.

P. ¿Y a quién se arrima, toro aparte?

R. Me arrimo a mis amigos. Estoy a gusto con ellos. De vez en cuando es necesario distraerse. O me voy al cine. Eso me abstrae de la realidad.

P. Volvió loco a Armani. ¿Se ofreció a hacerle los trajes de luces?

R. Se ha ofrecido para hacerme un traje goyesco, y yo estoy entusiasmado. Le despierta curiosidad el mundo del toro.

P. ¿Seguro que es el toro? Armani es vegetariano.

R. Él no es que sea un gran aficionado. Y aunque sea vegetariano y yo torero, sobre todo somos personas. Nunca ha querido ir a una corrida, pero ahora está en la idea. Aunque no sé si lo aguantaría, la verdad.

P. Aparte de los de luces, ¿quién le hace los trajes de sombras?

R. Las sombras me las busco yo en la intimidad. Me considero una persona muy reservada. Ésa es mi sombra.

P. Ahora hay mucho torero desfilando. ¿La pasarela tiene menos peligro?

R. Lo mío con la pasarela fue algo anecdótico. Me lo propuso Armani y acepté, por la experiencia. No es que no me divierta, pero no me llena como el toro.

P. ¿Prefiere ser hijo de papá o de mamá?

R. Yo, de los dos. Me siento orgulloso de los dos. Por desgracia, con mi padre no pude vivir tanto.

P. ¿Qué es lo que más le pesa a usted?

R. La responsabilidad. Te quita el sueño y te preocupa.

P. ¿Y la soledad?

R. La soledad la decide uno. O, si llega, el torero tiene que estar dispuesto al sacrificio, y ése es la soledad, por la concentración.

P. ¿Fragilidades?

R. Pues... No sabría decirle. A lo mejor es que no las quiero compartir. Una fragilidad es mi debilidad por el esquí. En nuestro caso no es muy recomendable.

P. Un zoo tailandés usa filmes porno para que los osos procreen. ¿Cómo lo ve?

R. Pues si funciona...

R. Riveras, Ordóñez, Dominguines... ¿Lo suyo es genético?

R. Yo no creo en el destino. Pero es normal que, si lo ves en casa, te llame la atención.

P. Quiere decir que, si viniera de familia de bomberos, estaría aquí con manguera y casco.

R. Pues es posible. Yo de chico lo que quería ser es carpintero.

P. ¿Qué toros prefiere ver desde la barrera?

R. Me gusta ver desde la barrera casi todo. Observar y aprender. Pero cuando me implico en algo, soy responsable y consecuente.

P. ¿Cómo anda de amuletos?

R. Yo no tengo. Ni en la plaza ni fuera de ella.

P. ¿Le gusta Isabel Pantoja?

R. Sí.

P. ¿Entiende a la duquesa de Alba cuando habla?

R. Perfectamente.

P. ¿De qué está hasta la montera?

R. Bueno, a veces no te gusta que pongan en tu boca palabras que no has dicho, o que te juzguen por intentar llevar tu vida lo mejor que puedes.

P. ¿No hay nada que le haga soltarse la coleta?

R. Me hace unas preguntas un poco comprometidas, ¿eh? Con los amigos es como disfruto más. O viajando, practicando deporte o tomándome una cena y unos vinos.

P. ¿Qué queda de Bolita?

R. Pues muchos recuerdos y muy buenos. ¿Quién se lo ha dicho? Así me llamaba mi abuelo, porque de chico era muy gordo.

P. Dice que le gustaría saltar en paracaídas. ¿Es usted un chico de riesgo?

R. De emociones. Me gusta sentir, y conocer las diferentes sensaciones que puedo llegar a vivir.

US L'HE PENJADA PERQUÈ CONSIDERE QUE ÉS INTERESSANT EL QUE DIU.

10.14.2007

Los 12 de octubre

Luna Miguel Santos, (estudiante de segundo de Bachillerato) - Almería

EL PAÍS - Opinión - 14-10-2007
El 12 de octubre de 2001 debuté en la diabetes, y desde entonces no hay día en que no tenga que atravesar mi piel con una fina aguja de insulina. Recuerdo perfectamente aquel día; el olor de la sala de urgencias y los labios secos de deshidratación: "Eres diabética, señorita", aseguró la enfermera. No me sentí orgullosa, ni patriota, ni española, sino una pobre desgraciada más con las venas demasiado dulces.
Dos años después, un 12 de octubre, me senté en el sillón de Ángel y Teresa en Capileira. Mientras miraba al fuego empecé a escribir en un cuaderno, que horas antes me había comprado en alguno de los otros pueblos cercanos. Era un cuaderno azul, Made in Nepal, entonces fue cuando ocurrió: mis primeros versos, mi primer poema; y no me sentí española, no me sentí patriota, sólo alguien más con la necesidad de deshacerse del dolor que llevaba dentro.
El año pasado, en Niza, el 12 de octubre a la una de la tarde me enamoré de un loco, olvidé Nepal y la insulina y dejé que me hicieran daño. No era española, era extranjera, no era patriota, estaba triste. Otro año más con el corazón abierto.
Este 12 de octubre no sé qué habrá ocurrido, señor Rajoy, usted puede salir a la calle con banderas de colores, usted puede gritar cantos que a mí no me dicen nada. Yo habré celebrado la tristeza, el recuerdo, el exceso de azúcar, el azul de Niza, y los versos antiguos. No me diga lo que debo hacer con mi tiempo, señor Rajoy, el 12 de octubre usted tampoco habrá sido nadie.

10.13.2007

DESCLOT, Un éxit, don Mariano

Amb ulleres ertes i el gest exaltat, Mariano Rajoy va fer una crida patriòtica dimecres passat. Molt bé, Don Mariano, prietas las filas. Flanquejat per una bandera d’Espanya i una fotografia del rei amb marc d’amiant, el president del PP –que es vol d’Espanya, la Una– va comparèixer davant les càmeres del seu partit, que encara el van fer més agrest. Amb la veu pausada habitual però un punt més agut, ai!, Mariano Rajoy va demanar als fletxes que el segueixen que proclamessin ahir “amb orgull i el cap ben alt” que són espanyols i que senten els colors de la bandera, “que és el símbol d’Espanya”. Caram i collons. Això no és nacionalisme. Això és programació televisiva amb una ics ben grossa. El problema de Don Mariano és que la fúria espanyola i el desdeny casernari no li peguen. Més aviat semblava una flauta imitant el tambor. Ni Rajoy ni Acebes ni Zaplana serveixen per escalfar l’ambient amb proclames patriòtiques i gestos tallants. Però Don Mariano ho va intentar. Tot d’una el va seguir una allau de missatges telefònics que demanaven que l’exhibició d’orgull es concretés amb banderes espanyoles esteses al vent i al balcó. Diuen els enviats especials amb síndrome d’Estocolm a Madrid que a la capital n’hi ha a balquena per balcons i finestres. Sobretot en els barris més fins. El PP té un formiguer a la capital. I a Barcelona? Ai, Don Mariano! Aquí ahir hi havia roba estesa al Raval i a la Barceloneta, com és habitual, símbol de l’orgull de les classes populars, que no tenen celobert però presumeixen d’anar netes. I poca cosa més. Va, vinga, sí. A l’Eixample, al carrer d’Aragó a tocar amb el passeig de Gràcia, diuen que hi havia una bandera espanyola amb escut postfranquista. I encara una altra a Lesseps. Un èxit, Don Mariano.

10.12.2007

Un article de Julián Marías (per a la reflexió)


Un espectáculo para los vivos JAVIER MARÍAS

EL PAIS SEMANAL - 05-10-2007
Supongo que este artículo me va a ganar reproches y antipatías sin cuento, pero qué se le va a hacer. Esta sociedad, tras unos años de comprensión de la diversidad, está volviéndose a hacer tan intolerante ante ciertos asuntos -tradicionalmente lo fue- que cualquier voz disonante casi causa indignación. En gran medida son culpables nuestros medios de comunicación, dedicados a magnificarlo y exagerarlo todo y a convertirlo en escándalo o espectáculo. Lejos de seguir el viejo precepto que a menudo le oí a mi padre -"No se debe conceder importancia a lo que no la tiene"-, parecen decididos a contravenirlo, es decir, a dar enorme importancia a las nimiedades. No es raro que hoy, en los telediarios de todas las cadenas, el locutor anuncie alguna "bomba" en forma de declaraciones de alguien -sea un político o un deportista-. A continuación las emiten, y las tales declaraciones "polémicas" o "tremendas" suelen ser, a lo sumo, una leve insinuación de alguna crítica o queja, si no una chorrada sin trascendencia. Pero el espectador medio tiende a quedarse con el envoltorio, con el anuncio de que va a oír algo llamativo o impertinente, y por mucho que las palabras que luego salen de la boca de Luis Aragonés o de Zaplana sean una mera parida como los centenares de ellas que nos brindan desde hace años, se queda haciéndose cruces y exclamando: "¡Hay que ver! ¡Qué fuerte!"
El grado de histrionismo aumenta con las desgracias, y el mayor ejemplo lo vimos hace mes y pico con la desdichada muerte del futbolista Puerta, del Sevilla. Sin duda es muy triste que un muchacho pierda súbitamente la vida, y para su familia y sus allegados es una irreparable tragedia personal. El hecho de que se tratara de un jugador conocido -pero no era Ronaldinho ni Zidane ni Raúl-, y de que además se desplomara en medio de un partido, y de que durante unos días se debatiera entre la vida y la muerte, añadió dramatismo al caso. Bien, hasta ahí se comprende sin esfuerzo. Lo que ya no se comprende es lo que vino después. Yo vi cómo TVE, supuestamente la cadena más seria, interrumpía su programación e intercalaba un avance informativo, como cuando se produce un atentado grave de ETA, para comunicar el fallecimiento del pobre muchacho. También vi cómo casi todos los telediarios abrían con esa noticia y sus secuelas, durante varios días. Cómo los histéricos periodistas deportivos pedían, exigían, que no se celebraran más partidos esa semana. Cómo el Presidente del Madrid, Calderón ?que, para no ser menos, rivaliza en inteligencia con aquel ex-Presidente del Barça, Gaspart?, hacía caso y suspendía la disputa del Trofeo Bernabéu, y cómo sobre el Barça ?el único club normal en este asunto? llovían censuras por no cancelar a su vez el Trofeo Gamper y limitarse a guardar un minuto de silencio en memoria de Puerta. Cómo, a lo largo de semanas, todos los futbolistas de todos los equipos alzaban su dedo al cielo cada vez que metían un gol, hubieran conocido o no al fallecido. Y cómo Sevilla medio se paralizaba con sus exequias. Pero en fin, Sevilla, ya lo sabemos, tiende a ser muy festiva en las fiestas y muy desgarrada en las desdichas, y además el jugador era de allí. Lo que resulta desproporcionado, y hace sonar una nota inevitablemente falsa y teatral, es que se sevillanice todo el país.
Son pocos los futbolistas que mueren en el terreno de juego, si consideramos cuántos saltan a ellos cada semana, en el mundo entero. Y muere gente en todas partes, en las oficinas, en las carreteras, en las obras, en sus casas. Para los allegados es terrible, sí, pero el mundo no se para, como nunca se ha parado por los miles de millones de muertos de la historia. Ahora hay pretensiones desmesuradas: que no se jueguen partidos, que se suspenda esto y lo otro, que asista algún Ministro al entierro, que todo el mundo participe del duelo. Es como si una parte de la sociedad hubiera tomado al pie de la letra los emotivos versos de Auden -popularizados por la película Cuatro bodas y un funeral- que empiezan así: "Parad todos los relojes, cortad el teléfono, no dejéis que ladre el perro ante su sabroso hueso, silenciad los pianos y con amortiguado tambor sacad el ataúd, que vengan las plañideras". Es el lamento por la pérdida del amigo, la expresión de la íntima necesidad de que nada siga al interrumpirse la vida de un ser querido. Pero después Auden añade: "Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y Oeste, mi semana de trabajo y mi domingo de descanso, mi mediodía, mi medianoche, mi hablar, mi canto -" Pasa a lo personal, el único ámbito al que en realidad pertenecen las muertes. No se puede obligar a guardar luto a los demás, y eso es lo que hoy se hace en España a veces, so pena de ser tenido por un desalmado, un insensible, un duro de corazón. Es como si en algunas cosas hubiera una exigencia de unanimidad -un totalitarismo de fondo-: "Ha ocurrido esta desgracia. Que todo se pare, y nadie quede sin llorar públicamente". En ocasiones así uno se pregunta qué se ha hecho de la vieja sobriedad española, del pudor, la entereza, la austeridad famosa, la involuntaria elegancia de las gentes de este país. Claro que, si recordamos el histerismo colectivo sobrevenido a la reservada y estoica Inglaterra cuando murió Lady Di, habrá que concluir que el fenómeno es universal. Quizá es que hoy se detesta y teme tanto la muerte que la única forma de enfrentarse a ella sea convertirla en un espectáculo y una celebración. Aunque sea a costa del finado; y para los vivos, claro está.

P.S. La imatge pertany a l'homenatge i record del 25é aniversari de l'assassinat de monsenyor Òscar Romero.