12.03.2015

#ÉsElMoment - Acte de presentació: Candidatures i línies programàtiques

L'HERÈNCIA DE RAJOY (El pulpito laico)

MADRID.— Uno de los ejes que vertebran el discurso electoral del PP es que el Gobierno de Mariano Rajoy ha sacado a España de la crisisEl presidente del Gobierno se escuda en las grandes cifras macroeconómicas para repetir machaconamente que con él en el palacio de La Moncloa la economía española ha empezado a crecer y crear empleo, que en suma es lo que "les importa a los españoles", según ha dicho en varias ocasiones el propio Rajoy. 


Por si eso fuera poco, Rajoy presume, además, de "no haber dejado a nadie en el camino" en estos años de dura travesía del desierto, con recortes sociales por doquier. Si uno mira los datos de la evolución del PIB o del paro de los dos últimos años, puede llegar a creer que ese mensaje es verdad. Sin embargo, otras muchas estadísticas —muchas de ellas sacadas de organismos públicos—, esas que hurgan en el día a día de los ciudadanos, dejan en evidencia el mensaje triunfalista de Rajoy y confirman una realidad que sólo el PP y el Gobierno se niegan a ver: la España de 2015 es peor que la que había en 2011. 

Rajoy deja una España maltrecha: pese al crecimiento económico de los dos últimos años, la pobreza y la desigualdad han aumentado a lo largo de la legislatura. Las estadísticas reflejan que aunque se haya creado empleo —precario y mal pagado en su mayoría— y aunque la economía crezca, mucha gente sí que se ha quedado en el camino. Valgan algunos ejemplos: cada vez hay más pobres; la renta media por persona ha bajado y por tanto, cada vez hay más gente a la que le cuesta llegar a final de mes o simplemente pagar la calefacción de su casa. Y a todo ello hay que sumar los recortes en el Estado de bienestar encargado de proteger a los ciudadanos. En definitiva, hay indicadores de sobra que demuestran que el triunfalismo de Rajoy tiene pies de barro. Aquí hemos escogido algunos.

1. Un paro similar al de 2011, pero menos empleo

Mucha gente ya no se acuerda, pero cuando estaba en la oposición, Mariano Rajoy se pasó la legislatura anterior prometiendo milagros. Incluso llegó a decir que con él en el Gobierno el paro bajaría a la mitad. Sin embargo, a día de hoy hay menos gente trabajando en España que hace cuatro años. En cuanto al paro, la legislatura termina con unas cifras muy similares a las que había 2011, sólo ligeramente por debajo. ¿Cómo es posible entonces que si ha bajado el paro se haya destruido empleo?

La respuesta hay que buscarla en la Encuesta de Población Activa (EPA) que publica el INE cada tres meses. Según la EPA, a 31 diciembre de 2011 en España trabajaban 18,15 millones de personas y a 30 de septiembre de 2015 lo hacían 18,04 millones, en concreto 104.300 personas menos. En diciembre de 2011, cuando el PP accedió al poder, la tasa de paro era del 22,56% y había 5.287.300 parados.
 En septiembre de 2015, dicha tasa era del 21,18% con 4.850.800 personas sin empleo. Es decir, 436.500 parados menos casi cuatro años después. Pero la población activa (personas en edad de trabajar que tienen un trabajo o lo buscan) ha descendido en 540.800 personas en la legislatura de Rajoy; de ellas 436.500 han encontrado trabajo, lo que significa que otras 104.300 han sido, literalmente, expulsadas del mercado laboral español. Por lo tanto hay menos empleo en España que hace cuatro años. Y si hay menos empleo, hay menos riqueza.
 
2. Menos protección a los parados

Aquellas personas que han perdido su trabajo son los grandes sacrificados de la crisis. Entre diciembre de 2007 y diciembre de 2013 se perdieron 3,6 millones de empleos. Aunque a partir de 2014 empezó a crearse empleo, muchos trabajadores, especialmente los mayores de 45 años, no volverán a trabajar nunca. Pese a que el paro de larga duración se ha disparado, pese a que hay gente que no volverá a trabajar, el Gobierno del PP apenas ha mostrado sensibilidad alguna hacia los parados: no ha hecho nada por ampliar la tasa de cobertura del paro, que se ha reducido 18 puntos entre 2008 y 2015. Ahora, poco más de la mitad de los parados (54%) percibe la prestación por desempleo, cuando al principio de la crisis tres de cada cuatro desempleados estaban cubiertos (72%).

Además, la cuantía media de la prestación por desempleo ha bajado desde que el PP llegó al poder. El Gobierno la recortó en julio de 2012; pese a ello en octubre de aquel año la prestación media aún era de 859,3 euros. Tres años después, en octubre de 2015 —último dato conocido—, dicha prestación había bajado hasta los 797,7 euros. Son 61,6 euros menos al mes y casi un 8% menos en términos porcentuales. 

 
3. Trabajar por menos dinero

Aquellos que tienen la suerte de trabajar, o que han podido conservar su empleo, tampoco pueden echar las campanas al vuelo.En estos años, el Gobierno de Mariano Rajoy ha apostado sin tapujos por la devaluación salarial como vía para que la economía española gane competitividad. A Rajoy y a su Ejecutivo no les ha importado condenar a los trabajadores españoles a cobrar salarios bajos con tal de maquillar las estadísticas. El gráfico adjunto, que recopila datos de la Agencia Tributaria, demuestra que el punto de inflexión se produjo en 2012: ese año bajó abruptamente el salario medio, y no ha dejado de hacerlo desde entonces. Ahora el sueldo medio de los españoles está al nivel del año 2007.
 
4. Más trabajadores pobres

Este dato demuestra en toda su extensión que la crisis ha sido una auténtica estafa y que han sido los ciudadanos los que han terminado pagando los excesos de la banca y de todo el sistema financiero. La importante recesión de estos últimos años ha dejado una herencia difícilmente aceptable: la bajada de salarios auspiciada desde el Gobierno de Rajoy ha tenido como consecuencia un importante aumento del porcentaje de trabajadores pobres entre 2011 y 2014. Trabajar en España ya no garantiza escapar de la pobreza. Lo saben casi uno de cada seis trabajadores.
 
5. La renta media por persona, a la baja

Otro dato dato que desmiente el triunfalismo de PP y del Gobierno es el de la renta media por persona, que entre 2009 y 2014 ha bajado en 1.000 euros. Quizás ninguna otra estadística refleje mejor los sacrificios de la sociedad española: la crisis se ha cebado sobre todo con las clases medias y bajas; ellas son las grandes perdedoras. 
 
6. Aumenta la pobreza energética

Hay estadísticas que demuestran por sí mismas que la realidad social de España no es ese paraíso económico que trata de vender el Gobierno. El crecimiento de la pobreza energética, sobre todo a partir de 2013, desmiente la afirmación de Rajoy de que nadie se ha quedado en el camino. Que en 2014, el año de mayor crecimiento del PIB desde 2007, un 11,1% de los ciudadanos no puedan permitirse usar la calefacción lo suficiente para calentarse demuestra que la recuperación que pregona a los cuatro vientos el PP no ha llegado, ni de lejos, a toda la población.

7. Más personas en riesgo de pobreza

Es curioso y contradictorio que el acelerón económico de los dos últimos años (2013 y 2014) haya coincidido en el tiempo con un aumento del número de ciudadanos en riesgo de caer en la pobreza. En 2014, un tercio de la población española, ni más ni menos. Este dato desacredita no sólo el discurso de Rajoy sino incluso la esencia misma de su política económica.
 
8. La aventura de llegar a fin de mes

Como corolario de lo anterior, llegar a fin de mes se ha convertido en toda una aventura para millones de ciudadanos. Es muy significativo que el incremento de las personas que según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE tienen "muchas dificultades para llegar a fin de mes" coincide en el tiempo con la llegada del PP al poder en diciembre de 2011. Entre esa fecha y finales de 2014, el porcentaje pasó del 11,1% al 17,5%, sin olvidar que en 2013 ese porcentaje superó el 18%. 

9. Más desiguales

Es otra de las amargas consecuencias de las política económica del PP. La cohesión social en España se ha resquebrajado. Lo certifica el propio INE a través de la evolución del  coeficiente de Gini, un indicador que se mueve entre los valores 0 y 100, y donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad y 1000 se corresponde con la perfecta desigualdad. En los últimos años, fruto de todo lo anterior (menos empleo, sueldos más bajos, menos renta disponible o menor protección social), el coeficiente se ha acercado bastante a 100. 

10. Menos gente para pagar las pensiones

La afiliación a la Seguridad Social es un termómetro perfecto para medir el estado de salud del sistema de protección social de un país pues es con las cotizaciones de los afiliados con las que se pagan las pensiones. Mirando la evolución de los datos, se puede decir que el sistema español está enfermo. El número de afiliados en 2015 es casi idéntico al que había en 2011; de hecho, en octubre de 2015 todavía hay 8.500 personas menos afiliadas a la Seguridad Social que cuando Rajoy llegó al poder. Un mal dato, pero si hay menos empleo, lo lógico es que haya menos afiliados... y menos gente para pagar las pensiones. 

11. Más endeudados

Pese a los amplios recortes sociales, que han supuesto miles de millones de euros, ni Rajoy ni su Gobierno han conseguido mantener la deuda pública bajo control. Dicha deuda no ha dejado de crecer a lo largo y ancho de la legislatura hasta superar el billón de euros y rozar ya el 100% del PIBEspaña debe mucho más dinero en 2015 que hace cuatro años: en concreto, en septiembre de 2015 la deuda pública era 340.000 millones mayor que el mismo mes de 2011. ¿Cómo es posible ese aumento si se ha recortado el gasto? Pues porque no se gasta mucho menos que antes; simplemente, se gasta en cosas diferentes: antes se invertía más en Educación, pero ahora se dedican más de 100.000 millones a rescatar a los bancos, por ejemplo.
 
12. 'Sálvese quien pueda'

El indicador de la evolución del PIB en principio debería dejar en buen lugar a Mariano Rajoy. Pero es también una acusación en toda regla: Rajoy ha optado por la salida más injusta y neoliberal de la crisis, por aquella que le han impuesto los mercados, sin importarle en absoluto quien que se queda atrás. Porque es difícil explicar que en 2015 con un crecimiento interanual del PIB superior al 3%, aumente la pobreza y se ensanche la brecha social entre ricos y pobres. Es la demostración de que el crecimiento por el que aboga el PP es insolidario y no garantiza un mejor país, sino una salida precipitada y a cualquier precio del hoyo, de dónde, diga lo que diga el PP, aún no hemos salido.
 

 

 

12.01.2015

Mònica Oltra: "Me gustaría reeditar el pacto con Podemos para 2019" (EL PULPITO LAICO)

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha declarado que no estaba feliz, que estaba agobiada. ¿Usted es feliz como vicepresidenta del Consell?
Sí. La política debería ser una herramienta para generar las bases y que las personas podamos ser felices. Entiendo que si no eres feliz con lo que haces tampoco puedes transmitir mucha felicidad. Eso se lo dije a mi equipo: 'tenemos un trabajo para cuatro años, no sé si podremos cumplir todos los sueños que tenemos, pero en cualquier caso nos lo vamos a pasar bien'.
¿Y le da tiempo a conciliar la vida laboral y la familiar?
Eso ya es más difícil. Aunque me busco mis espacios ha sido un año durísimo porque empezamos con las primarias, luego las autonómicas, la formación y aterrizaje en el Gobierno y, ahora las elecciones generales. No tuve vacaciones... Espero que, a partir de Navidad, tengamos más momentos.
¿Tiene morriña de las camisetas?
No porque tengo el despacho lleno. Me las siguen regalando. Las camisetas me seguirán acompañando y, siempre que haga falta que me ponga una, me la pondré. Cada camiseta era una manera de expresar lo que el rodillo del PP no nos dejaba. Y, desde luego, son compromisos que iremos cumpliendo. En política, cuando alguien da su palabra tiene que cumplirla y, si no puede, tiene que explicarlo muy bien. Yo en campaña dije que no hacía promesas, sino que me comprometía.
¿Dará alguna rueda de prensa del pleno del Consell con una camiseta?
Si hace falta sí. En el primer pleno como vicepresidenta llevaba una camiseta de Gandhi que decía en inglés: ojo por ojo y el mundo quedará ciego. Era una declaración de intenciones de como quería ejercer mi labor de gobierno desde el diálogo, la empatía y la amabilidad.
Hay quien pone en duda esa cara amable. Hay quien dice que usted se cargó a Esquerra Unida y, ahora, está haciendo lo propio con el Bloc.
Soy abogada y siempre me he caracterizado por ser muy pactista. Más vale un mal acuerdo que un buen pleito. Siempre intentaba agotar la vía del diálogo para llegar a un acuerdo fuera del tribunal. Y en política he actuado igual. Estoy convencida de que si repasamos los números, soy la diputada de la oposición que más propuestas consiguió pactar. Sí que es verdad que he tenido también una imagen muy batalladora. Cuando se agotan las vías de diálogo o frente al abuso de poder o la corrupción me revuelvo. Si no hay pacto, al pleito... y soy muy buena pleiteando.
Pero en clave interna su imagen no es tan amable.
Para llegar al acuerdo electoral de las generales hubo diferentes opiniones y finalmente se llegó a una entente, porque intervenimos las personas que teníamos que hacer un poco de paz. Dije aquello pues nos teníamos que querer y respetar más.
¿Usted se ve formando parte de Podemos?
Pablo Iglesias y yo nos hemos visto cuatro o cinco veces. Él está centrado en cuestiones estatales y yo en la Comunidad. Sí que es verdad que tenemos una sintonía política, aunque en otras cosas no coincidimos tanto. Pero yo tengo un proyecto muy claro que es Compromís con todos los amigos de viaje que hemos incorporado para estas últimas elecciones. Compromís tiene esa manera de ser que a mí me gusta mucho, que es su pluralidad interna y su manera de tomar decisiones. Agotamos la vía del diálogo hasta la extenuación para que nadie imponga su parecer.
¿Usted se ve de líder de Podemos?
No.
¿Y de presidenta de la Generalitat en 2019?
Bueno, aún queda. Lo que pasará dentro de cuatro años ya veremos. Tenemos que gobernar y hacerlo bien. Me veo en el espacio en que me muevo. España es demasiado grande, yo soy de tierras chiquitas.
¿Le gustaría de cara a 2019 que ese pacto Compromís-Podemos se reeditara?
Claro, incluso más ampliado. Si conseguimos durante estos cuatro años hacerlo bien, con políticas que mejoren la vida de las personas, probablemente creceremos en el 2019 y podremos tener la confianza de más personas. Eso es deseable.
 
Entiendo que sí, que le gustaría una candidatura en 2019 encabezada por usted con el apoyo de Podemos.
Quien la encabezará ya lo dirán, espero, unas primarias abiertas a la ciudadanía. Me gustaría que Compromís siguiera en la idea fundacional de juntarnos por la voluntad de ser más diversos y plurales. Creo que estos pasos que estamos dando son la evolución natural de Compromís.
Hablaba de primarias abiertas. ¿Está usted contenta con cómo se ha hecho el pacto Con Podemos, sin el refrendo del Consell General y con sólo el Bloc y Podemos eligiendo a sus candidatos por primarias?
Cada uno ha ratificado el acuerdo en el seno de su organización y ha escogido a sus candidatos en elecciones abiertas aunque, efectivamente, no ha sido un proceso modélico. Tenemos que mejorar, eso es verdad. Creo que en el futuro deberíamos manejar mejor nuestro tiempo para que no vuelva a pasar esto.
Muchas voces de Compromís piden que, para evitar este tipo de situaciones, la coalición temporal se convierta en un único partido. ¿Sigue usted oponiéndose a esa idea?
Si lográramos de mantener el equilibrio y el respeto a las minorías, creo que se puede hablar. Si al final construimos un partido al uso, no tendremos el instrumento novedoso que nos ha dado esa proyección tan fuerte. Creo que el resultado del 20 de diciembre va a dar unas pistas de por dónde tiene que evolucionar Compromís, porque el resultado va a ser bueno y eso nos reforzará.
¿Cree que después de las elecciones Podemos entrará a formar parte del Consell?
La fórmula que se encontró de acuerdo con las tres partes que sostienen al Gobierno está funcionando bien. En cualquier caso, los tres estamos abiertos a que el pacto crezca, cambie y se actualice, pero no me parece una necesaria causa-consecuencia de las elecciones generales. Depende de la voluntad de los tres. Me parece bien la situación actual y me parecerá bien cualquier situación que decidamos.
Si ustedes consiguen un resultado mejor que el del Partido Socialista, ¿pedirá un nuevo equilibrio de fuerzas en el Consell?
Creo que los equilibrios están bien como están. La única consecuencia del 20D, si Compromís-Podemos es la fuerza más votada, es que tendremos más diputados y senadores. No habrá consecuencias directas en el Consell del 20D.
Tras meses de convivencia con el PSPV, ¿ha aprendido a quererles más? ¿Ha variado su percepción?
No, sigue siendo es la misma, aunque como dice Morera el roce hace el cariño. Pero yo sigo opinando lo mismo del bipartidismo antiguo, pero eso no tiene nada que ver con los afectos y las relaciones personales.
¿Sigue creyendo que es un partido antiguo?
No es que lo piense es que es objetivo.
¿Le gusta cómo está funcionado el mestizaje en el Consell?
Me gusta mucho y está funcionando muy bien y me encantaría que el futuro gobierno de España tuviera una fórmula similar a la del pacto del Botánico.
Pero la imagen desde fuera es de continuas disfunciones.
Disfunciones no, lo que pasa es que hay que aprender a gestionar la pluralidad y eso tiene unos tiempos de debate más largos, pero luego tiene unos resultados muy buenos. Hemos generado un sentimiento de corporativismo importante que va más allá de las siglas. Hemos conseguido tener un único gobierno. Claro que hay debate, como lo hay en los gobiernos de un solo partido. En el anterior Consell tenía a consellers que no se hablaban entre ellos.
¿La sensación de espionaje no es real?
No puede haber espionaje porque todo está a la vista de todos. Todos estamos en todas las reuniones.
Después de las elecciones autonómicas usted no cogía el teléfono a Ximo Puig. Ahora incluso ha ido a Morella a pasar el día con su familia. ¿Qué día cambió su relación?
Cambió el día que se constituyeron las Cortes. El día anterior parecía que se rompían las negociaciones y que el PSPV exploraba la vía de Ciudadanos. Tras conformarse el Parlamento, Puig y yo nos emboscamos cinco minutos, nos dijimos lo que nos teníamos que decir, esa tarde se firmó el pacto del Botánico y en unos días fue investido.
¿Le dijo en algún momento a Puig que no quería ser presidenta?
No. Yo le hablé de confianza. Esa tarde se firmó el acuerdo y al día siguiente planteamos nuestra propuesta de nuevo gobierno [en la que Oltra ofrecía al PSPV la Presidencia].
Insisto, nunca le dijo que usted no quería ser presidenta.
No.
¿Cuál le gustaría que fuera la huella de su paso por el Gobierno?
Me gustaría que después de cuatro años, los ciudadanos pudieran analizar la situación y ver que viven mejor que hace cuatro años.
¿Ya se ha dado cuenta de lo difícil que es gobernar?
En cuatro meses de gobierno hemos gestionado mejor que el PP en los últimos años. Sí que me ha sorprendido hasta que punto se puede gobernar mal. Ya les dije en su día que eran más peligrosos por inútiles que por corruptos, pero me quedé corta. Un ejemplo: Con el drama de los refugiados recibimos una avalancha de peticiones de ayuntamientos e intentamos hacer una carta para decirle a los municipios que íbamos a intentar coordinar las ayudas; entonces nos enteramos de que no hay ni siquiera una base de datos con las direcciones de los ayuntamientos.La conselleria que tiene las competencias de servicios sociales podía gobernar sin tener contacto directo con los municipios. Además de corruptos y déspotas, poco trabajadores y malos gestores. Han pulverizado el tópico de que la derecha gestiona bien.
Hay cosas que usted se comprometió en campaña y que no se han cumplido. Hay mucha gente enfadada porque no se han eliminado todos los copagos.
El copago antes se dividía en dos: mayores y diversidad funcional. Los compromisos electorales de los partidos que firmamos el acuerdo del Botánico eran eliminar completamente el segundo, que era el de menor cuantía. Cuando llegamos, decidimos promocionar un modelo de autonomía personal frente a un modelo de dependencia y dividimos el copago (sea de mayores o discapacitados) en dos: para los que están en un centro diurno, que no copagarán, y para los que duermen en residencia. El primero lo eliminamos y solo los segundos tendrán que hacer una aportación suplementaria. Eso sí, ese copago no puede dejar a la persona sin capacidad económica y hemos mejorado las cantidades. Además, hay que atender a las 45.000 personas que el PP dejó fuera del sistema de dependencia: Nuestro compromiso es acabar con la lista de espera en tres años. Si eliminamos todos los copagos, se nos quedan muchas personas fuera del sistema.
¿Con qué trabas se están encontrando para desmontar el modelo Cotino?
Con todas las del mundo. La Abogacía de la Generalitat quería pleitear por la nulidad del contrato, pero el Consell Jurídic dijo que 'no' y su informe favorable es obligatorio. Es un sistema perverso, porque las empresas beneficiarias tienen mejor puntuación que aquellas que injustamente no han podido concurrir en condiciones de igualdad, y esa ventaja la van a mantener siempre y en la mesa técnica van a sacar mejores puntuaciones. Por eso, las cláusulas sociales que hemos puesto en marcha van a mejorar la posibilidad de libre concurrencia. Vamos a poner en valor otro tipo de parámetros, no solo el económico.
Usted desde la gestión ha visto los datos, ¿cree que se estaba beneficiando a las residencias de la familia Cotino?
Claro. No es que lo crea, es que es objetivo.
Parece que vamos encaminados a una nueva guerra o intervención militar. ¿Qué opina?
Creo que las guerras no solucionan nada. Siempre las pagan los mismos.Lo primero que se debería hacer es cortarle el grifo a Isis que vende petróleo a Occidente. No tiene sentido financiar una organización que está generando el terror allí y atentando aquí. Hay que hacer un trabajo de inteligencia y atacar el epicentro del conflicto, pero no bombardear a población civil.
¿El barco fletado por el Consell con los refugiados llegará?
El barco llegará a la semana de que el Gobierno de España nos dé la autorización.