2.21.2017

Fernando Aramburu ha escrito una extraordinaria novela sobre el dolor en los los tiempos de ETA BEGOÑA PIÑA EL PULPITO LAICO

“Patria” muestra que el País Vasco en la época del terrorismo ha vivido una guerra civil silenciada


Donostiarra de 1959, Fernando Aramburu nació el mismo año que se fundó ETA. En 1985, cuando la guerra antiterrorista ya se había desatado y ETA aumentaba siniestramente la trágica lista de víctimas, él se marchó a vivir a Alemania, donde reside desde entonces. Los noventa fueron los años oscuros, los del asesinato de Gregorio Ordóñez, el secuestro de Ortega Lara, el secuestro y ejecución de Miguel Ángel Blanco… Entonces este poeta, novelista, ensayista… estaba preparando el salto literario a la primera división… pero con el paisaje de Euskadi siempre de fondo.
Antes de su nueva novela, Patria, un relato excepcional sobre el terrorismo en el País Vasco, donde las víctimas ocupan un primerísimo plano, Aramburu ya había escrito desde la lejana Westfalia Los peces de la amargura, donde también hablaban las víctimas, y Los años lentos, donde la sombra de la culpa asomaba en el relato. Con ambos libros conquistó galardones prestigiosos: el Premio Mario Vargas Llosa y Premio Dulce Chacón de Narrativa Española en 2007, el Premio Real Academia Española en 2008, el Premio Tusquets de Novela en 2011…
Reconocimientos a la responsabilidad ética y también literaria de un creador que dejó una tierra de pistoleros en los ochenta y que ahora cuando vuelve, regresa a un pueblo más soleado, de gente despreocupada en la playa de la Concha y en la Zurriola, sentada en las terrazas, paseando sin guardaespaldas, con paredes limpias de pintadas. Un pueblo que necesita “un espacio de la memoria”, porque “las futuras generaciones tienen derecho a él2 y porque si no “el recuerdo será muy frágil”.


Alguien dijo hace poco que éste era un momento para el diálogo, pero que todavía no había llegado el tiempo del perdón, ¿usted cree que no estamos aún preparados?
No creo que debamos estar preparados para eso, sino tener voluntad. Debemos reconocer qué se ha hecho mal y tener la voluntad de hacerlo bien. Por otro lado, la solicitud de perdón en público no creo que vaya a suceder. Hay que tener empatía, buen corazón, sensibilidad y apego por lo noble del ser humano.
El perdón es algo muy íntimo y convertirlo en una declaración de principios creo que es un error. Las personas están implicadas con distintas intensidades en este asunto. Y ¿quién podría pedir perdón a las víctimas? Es difícil reducir un fenómeno tan complejo a una situación de perdón.
¿Usted perdonaría?
Si yo fuera una de las víctimas, no sé qué habría hecho.
En su novela hay nueve personajes y cinco son hombres, sin embargo se nota mucho el peso de la mujer…
Es cierto que son menos, estarían en minoría, pero buena parte de la novela sucede en el ámbito privado, en cocinas, dormitorios, salones… donde es muy habitual que la mujer vasca tenga un peso fuerte. Los personajes femeninos de mis libros tienen fortaleza de carácter y son las que ostentan la potestad de la palabra. Los hombres, sin embargo, son más retraídos, si hay que actuar, actúan, pero son remisos a hacer confesiones. Por otro lado, ¿cómo iba a relatar una historia de familiares sin madres y sin hermanas?
Hablando de familiares, cuando vuelve al País Vasco a ver a los suyos y a sus amigos y se cruza con alguno de juventud que luego ha estado vinculado a ETA, ¿qué ocurre?
Nunca he tenido un amigo que estuviera implicado con el terrorismo, si lo estuviera, dejaría de ser amigo suyo instantáneamente. Teníamos nuestras tendencias ideológicas, pero recuerdos los años de juventud como muy pacíficos, salíamos de pesca, ligábamos con chicas… Por razones naturales me he ido distanciando de mis amigos de juventud y he ido adquiriendo otro círculo de amigos.
¿Cuál era el propósito de esta novela?
La tarea consistía en trasladar a un texto una experiencia previa compatible con la literaria. Hay una experiencia anterior del libro sin la cual éste no hubiera surgido. Viene de artículos y noticias de prensa, de cosas que me han contado, de recuerdos de infancia y juventud. Era consciente de que yo no estoy muy empapado de la realidad local, entonces ¿qué podía yo contar? ¿Qué literatura podía yo hacer? Podía crear personajes con rasgos de personas que he conocido personalmente, aprovechar mis países de infancia y juventud…
¿Siente la responsabilidad o algún tipo de obligación de escribir sobre el terrorismo en el País Vasco?
La asumo, asumo la responsabilidad de tipo moral, pero desde la responsabilidad literaria. No me vale cualquier cosa. El relieve literario debe estar, el trabajo debe estar bien hecho. Otra es la responsabilidad que tiene que ver con mi conciencia y con el dolor que he sentido cada vez que han asesinado a alguien. Nunca me ha dejado indiferente. Me mueve a veces la indignación que siento al ver que unos seres humanos hagan daño a otros. Me siento incapaz de guardar silencio y eso lo canalizo por la vía de la literatura.
El cine ha tratado mucho más el tema de ETA que la literatura, ¿por qué?
El cine tiene aportaciones notables, pero respecto a lo de la literatura, no tengo respuesta. En mi biblioteca los libros de Historia sobre el terrorismo abundan más que los de ficción. Quizás es que hace falta reflexionar más… No se puede hacer una novela si no has entendido todo el fenómeno. Yo con esta novela quería hacer una especie de indagación en la condición humana, ¿cómo se vive el hecho de que a uno le maten al padre? ¿cómo se vive la soledad, el acoso, las interferencias con los vecinos…?
Usted ha estudiado el tema, es de allí, ¿cómo explica la existencia de ETA después de la dictadura?
Durante el franquismo, la gente pensaba que estaban contribuyendo a derrumbar la dictadura. Las distintas facciones de ETA despertaban simpatía general en la población. Pero en democracia era muy raro que siguieran matando, que mataran más. Entonces se decretó la amnistía. Ellos lo que querían era derribar el sistema democrático e imponer su totalitarismo igual que Franco en el 39. Lo que pasaba es que estaba limitada la acción a una parcela de España. Pero empezaron a caer los militantes, el caso Yoyes… asesinar fue la punta del iceberg, las amenazas… todo se resume en la palabra terror, que ha dividido a la sociedad, ha roto familias, amistades…
Y a pesar de todo el País Vasco ha encontrado hueco para el humor.
El humor es muy importante para desactivar al agresor, es saludable para la sociedad vasca. Vaya semanita ha hecho mucho bien, lo mismo que Ocho apellidos vascos, todo ello ayuda a desmitificar nuestros flancos ridículos, pero no se mofa de los que han sufrido.
En la novela no se menciona el nombre del pueblo nunca, ¿por qué?
Es una especie de responsabilidad que tengo con los detalles. Igual que necesito un orden con las fechas de los episodios más importantes, me pasa lo mismo con los espacios, necesito uno para que los personajes no se queden en el aire, pero no le hacía falta nombre. Es la responsabilidad por los detalles, aquí se insinúan, se sugieren, ayudan al lector a reconstruir.
La novela tiene una estructura muy estricta, está muy trabajada, ¿es antes la literatura para usted que el compromiso con esta realidad de la que habla?
La estructura es muy estricta, el trabajo de escritorio es minucioso y muy complejo, pero es la manera de ordenar un material caótico que tienes de una forma vaga en la mente. El sistema de narración está inspirado en los puzles sabiendo que terminará construyendo un dibujo general. Los nueve protagonistas se reparten tramos de narración, de tres en tres piezas, con alguna excepción de cuatro. Yo trabajaba con un panel con los nombres de los protagonistas y sabía a quién le tocaba protagonizar los siguientes capítulos.
También hay un juego con el tiempo…
No podía explicar los datos cronológicos, no tenía todos los datos, además, porque los periódicos de la época no daban todas las noticias, escondían algunos hechos.
Ahora hay paz, ¿qué siente cuando vuelve a San Sebastián?
En San Sebastián veo la playa llena de gente, los bares, las terrazas siempre con gente, músicos callejeros, paredes limpias de pintadas. “No se puede detener el tiempo”, la frase no es mía. Pero siempre pienso que hay que contribuir a un espacio de la memoria y que el que quiera acudir a él –películas, libros, historias…- pueda hacerlo. Las futuras generaciones tienen derecho a que exista ese espacio.
¿Y ese espacio de la memoria que verdad contará?
No hay una verdad única, cada uno lo ha vivido desde su punto de vista. En el futuro habrá una imagen más precisa que se conseguirá cotejando distintos testimonios. Pero si nadie se molesta en rodar, en escribir… los del futuro solo tendrán las hemerotecas y a sus abuelos y el recuerdo será frágil.
Pero tampoco todas las miradas tienen la misma intensidad.
No. Es muy difícil. Hay una herida interna que no tiene la misma dimensión si es de las personas a las que han matado a su padre, a su hijo… Es penoso nacer en un país donde se han pasado los años pegando tiros y poniendo bombas. Me hubiera gustado nacer en Suiza, en Noruega… donde los jóvenes tienen una posibilidad de desarrollo personal, pero ¡que aquí haya quien justifique la violencia aún! Es como los que defienden la violencia en Irak, pero esos ¿saben cómo se vive en Irak? Eso es muy fácil decirlo, pero hay que ir allí e intentar ayudar.
Con Patria, ya terminada, ¿qué sensación tiene?
La sensación de que uno está haciendo lo que debe. Lo doloroso es la experiencia previa, porque hubo pasajes de esta historia que me afectaron mucho. Ahora, después de escribir esta novela, estoy vacío, intento llenarme con lecturas de libros de otros.

2.12.2017

Rajoy está cayendo en sus propias trampas Carlos Elordi (El pulpito laixco)

Los últimos acontecimientos –la conferencia de presidentes autonómicos, el récord de las tarifas eléctricas, el plan para las cláusulas suelo y hasta las catastróficas nevadas de Levante– han confirmado que el gobierno tiene problemas que no sabe o no puede resolver. Y la lista es larga.

Es cierto que, hoy por hoy, Rajoy tiene amarrada la estabilidad de su Gobierno. Que el apoyo del PSOE y de Ciudadanos a sus iniciativas le confiere una mayoría parlamentaria que aleja tensiones políticas de calado. Y que el hecho de que no vaya a haber elecciones hasta dentro de un año y medio hace pensar que esa situación va a seguir así durante bastantes meses. Pero no cabe excluir sorpresas. Porque el PP tiene construido su montaje sobre bases bastante más débiles de lo que dicen sus corifeos. Los últimos acontecimientos –la conferencia de presidentes autonómicos, el récord de las tarifas eléctricas, el plan para las cláusulas suelo y hasta las catastróficas nevadas de Levante– han confirmado que el Gobierno tiene problemas que no sabe o no puede resolver. Y la lista es larga.
Contrariamente a lo que dicen los medios amigos, o no enemigos, del PP, que son casi todos, la cumbre autonómica ha sido un fracaso. Primero porque no han acudido los presidentes de Cataluña y el País Vasco. Y eso indica, sobre todo, que Rajoy es incapaz de dialogar con los exponentes de casi el 40% del PIB español y sin cuyo concurso, tentaciones centrífugas aparte, está la solución de los muchos y acuciantes problemas que tiene el modelo autonómico. Pero, además, en la conferencia ha saltado a la luz otro problema, también pendiente desde hace años: el de los privilegios fiscales que los dirigentes del PP madrileño han venido concediendo a los empadronados en su comunidad autónoma y que los barones socialistas no parecen dispuestos a seguir tolerando.
¿Hasta cuándo Rajoy va a seguir mirando para otro lado, como ha venido haciendo en los últimos cinco años? Es impredecible, sabiendo cómo se las gasta el personaje. Pero una cosa empieza a parecer clara. Los barones socialistas, particularmente los de Andalucía, Valencia y Extremadura, por mucho que crean que lo mejor es seguir sosteniendo al PP en Las Cortes, empiezan a tener dudas de que puedan volver a ganar sus elecciones –los últimos sondeos andaluces son muy inquietantes para Susana Díaz– y van a necesitar de todo el dinero posible para disipar esas incertidumbres. En el acuerdo para la abstención del PSOE en la investidura esa contrapartida era la más importante. ¿Está Rajoy en condiciones de cumplirla?
La locura de las tarifas eléctricas y en el plan pactado entre el PP y el PSOE para que los 1.400.000 afectados por las cláusulas suelo obtengan el dinero que se les debe, plantean otro tipo e interrogantes no menos serios. En el primer caso porque lo que está ocurriendo es el resultado del marco tarifario que Rajoy y su ministro Soria se sacaron hace tres años de la manga para cambiar las formas sin que los intereses del oligopolio eléctrico se vieran afectados. Todos los expertos, salvo los pagados por el Gobierno y/o las eléctricas, que son muchos, vienen denunciando, y ahora más, la irracionalidad de ese apaño que ahora ha explotado en las manos de quienes lo diseñaron.
Y en el caso de las cláusulas suelo ocurre tres cuartas de lo mismo. Porque el apaño que han acordado PP y PSOE deja la puerta abierta para que los bancos no devuelvan el dinero en una larga lista de supuestos. En definitiva, que socialistas y populares siguen sin atreverse a hacer la mínima pupa a bancos y eléctricas, tal y como viene ocurriendo desde hace mucho tiempo: ¿No es llamativo que ningún exponente del sector socialista dominante haya dicho algo mínimamente crítico en torno a los precios de la electricidad?
Sólo que esta vez la cosa se les complica. Porque ambas cuestiones han generado un gran rechazo popular. Y ese efecto no se va a poder contrarrestar fácilmente con mera propaganda mediática ni con trampas que no solucionen los problemas. Las airadas reacciones que han producido los efectos de las nevadas –mucha gente es muy sensible a estas cosas– pueden quedar arrumbados dentro de pocos días. Entre otras cosas, porque a lo mejor el Gobierno no lo ha hecho tan mal, aunque la formidable reducción de las inversiones en infraestructuras que Rajoy ha propiciado desde 2012, puede que tenga algo que ver con el desastre. Pero no va a ser fácil que lo otro se borre de las sensaciones de la gente.
Está claro que no ha sido una buena semana para el Gobierno ni para los socialistas que defienden con ardor el entendimiento con el PP "porque así se obtienen cosas concretas". Pero alguna de las citas pendientes para los próximos meses no van a ser más fáciles. Ni la de la reforma de las pensiones, que inevitablemente va a ser impopular, ni la del presupuesto, que Rajoy no va a presentar hasta que el PSOE aclare su futuro y veremos qué hace si éste no es el que él desea. Sobre todo, porque necesitaría de su concurso para hacer frente a la impopularidad que provocarán los recortes que tendrá necesariamente que hacer si no quiere gravar a los más ricos para reducir el déficit público hasta el 3,1%.
Y luego está la crisis catalana, que por mucho que los grandes medios la ignoren o la tergiversen intolerablemente para engañar al personal, sigue ahí y sus plazos son cada vez más acuciantes. Está claro que Rajoy no ha avanzado un ápice en ese terreno, que la ridícula operación de relaciones públicas de Soraya Sáenz no ha valido para nada y que sus planteamientos siguen siendo los de siempre, los el palo y el arriba España. ¿Hasta cuándo? Eso por no hablar de que no está dicho que Urkullu y los suyos no vayan también a levantar la mano y que puede que el acuerdo entre el PNV y el PP que los cronistas oficiales del marianismo dan por casi firmado no sea más que una patraña.
En última instancia, que todavía hay partido. Aunque los que no están con Rajoy, que son la mayoría, van a tener que jugar lo que queda de manera muy distinta a como lo han hecho hasta ahora.

2.04.2017

Més de 13 milions de persones necessiten ajuda humanitària per sobreviure.
¿Què puc fer?
Diu el Senyor: “Feliços els compassius, Déu se’n compadirà”. (El pulpito laico

ENTREVISTA a Susan George de ATTAC Marina Estévez El pulpito laico)

“La izquierda cree que sus ideas son tan estupendas que no le hace falta defenderlas”

"En realidad, la austeridad funciona muy bien para lo que ha sido diseñada: transferir riqueza de abajo a arriba. Y nos han convencido de que es el mejor resultado"
"Ahora hay gente que se está rebelando, pero la mayoría vota contra sus intereses, vota a Trump. Todo su gabinete proviene de las grandes empresas. Pero la gente corriente vota esto, creen que en su interés"

En 2018 cumple 20 años el movimiento ATTAC. Nacido en Francia como grupo de presión a favor de la introducción de una tasa a las transacciones financieras internacionales (conocida popularmente como Tasa Tobin), su propósito es organizar a la sociedad civil para “poner freno a la dictadura de los poderes económicos, ejercida a través de los mecanismos de mercado”. A finales de enero, Madrid ha acogido una reunión de ATTAC Internacional, en la que participa su presidenta de honor y del Transnational Institute de Ámsterdam, Susan George. Esta lúcida filósofa y analista política nacida en Ohio (EEUU) hace 82 años (desde 1994 tiene la nacionalidad francesa) es la autora de la célebre distopía “El Informe Lugano”.

¿Cómo cree que pueden afectar al comercio internacional las recientes decisiones del nuevo presidente estadounidense Donald Trump de dinamitar distintos tratados comerciales internacionales?
Estoy encantada de que Trump se haya desembarazado del Tratado Transpacífico (TTP), y espero que también lo haga con el europeo TTIP. Creo que probablemente lo hará, porque ha dicho que quiere establecer acuerdos bilaterales. Si se deshace de estos dos grandes tratados, no creo que perjudique al comercio mundial en absoluto, porque no se trataba de comercio, sino de dar más privilegios regulatorios a las grandes compañías transnacionales. Si se llega a acuerdos bilaterales, puede incluso ser beneficioso. No digo que todas las decisiones económicas (de Trump) sean beneficiosas, pero usted me ha preguntado por el comercio.

En los últimos meses hemos vivido una sucesión de filtraciones, como los Papeles de Panamá. ¿Cómo contempla esta nueva forma de conocer los desmanes de las empresas para defraudar impuestos?
Es muy buena, los periodistas realmente están haciendo su trabajo. Cientos de miles de personas pueden comprender ahora mejor lo que significa un paraíso fiscal y cómo funciona, y cómo están robando dinero que pertenece a los ciudadanos. Por ejemplo, en Francia se ha hecho un estudio parlamentario que muestra que entre 60.000 y 80.000 millones de dólares han desaparecido de los fondos del Tesoro. Impuestos que no se han pagado porque transferencias que se tendrían que haber hecho en el país no se hicieron. La mayoría de la gente no supo estas cosas hasta que se publicaron en los periódicos. Gracias a filtraciones como "Los Papeles de Panamá" mucha más gente sabe que les han estado robando a ellos, directamente, de sus hospitales, de su transporte público.

Una de las razones de la desigualdad es que las multinacionales no estén pagando todos los impuestos que deberían.
Tengo un amigo que es inspector de hacienda retirado, y le planteé esa pregunta hace muchos años: “¿Están las transnacionales pagando todos los impuestos que deben?”. Y me contestó: “Siempre pagan algo, pero pagan lo que quieren”. Deberían decir en cada país en el que operan cuáles son sus volúmenes de ventas, cuáles son sus beneficios, cuántas personas tienen empleadas, lo básico, y entonces podemos decidir cuánto tienen que pagar. No sería tan difícil, resolvería muchas cosas, pero no tenemos los instrumentos legales adecuados para ello. Y Trump probablemente va a hacer que continúe siendo así.

Varios países, entre ellos España, han dicho que estarían dispuestos a implementar una tasa a las transacciones financieras internacionales, una suerte de tasa Tobin como la que defiende ATTAC. ¿Ve posible este escenario?
Por desgracia, fue Francia, mi país, el que evitó que se implementase en el pasado. Pero me parece muy bien que España se haya mostrado a favor. En algún momento tendrán que aplicarla, porque de nuevo volvemos a la cuestión de que nuestros ahorros están siendo robados. Una vez que la gente lo sabe, piensa que su dinero puede gastarse mejor que ir al bolsillo de los más ricos del mundo.
Por eso la información es tan importante. Cuando yo comencé en el activismo y en la política, decíamos “debéis salir de Vietnam”. Y la gente quizá estaba de acuerdo, o quizá no, pero sabían de lo que estabas hablando. Ahora las respuestas son más largas y complejas. La información es muy importante y es muy importante seguir repitiéndola. 

Los índices de desigualdad están creciendo incluso si nuestros gobiernos hablan de subidas de PIB. ¿Cree que se puede decir que la crisis económica forma parte del pasado?
Es que no creo que sea una crisis. Una crisis significa algo terminal, significa que o vas a recuperarte o vas a morir, pero no dura casi diez años. Esto no es una crisis, es una enfermedad que está siendo fomentada por las políticas económicas actuales. En realidad, la austeridad funciona muy bien para lo que ha sido diseñada: transferir riqueza de abajo a arriba. Y nos han convencido de que es el mejor resultado.

¿Qué opina de la idea de que el desempleo está creado por los gobiernos y por los poderes para mantener a la gente con miedo, para que no se rebelen?
No sé si es deliberado crear miedo. Pero escuché una charla de Tony Benn (un destacado diputado laborista británico, fallecido en 2014) en la que empezaba diciendo “el miedo es la disciplina de la economía capitalista”. Es una manera muy elegante de decirlo. Si los gobiernos lo hacen aposta, no lo sé, porque tendrían mucho más éxito y serían reelegidos si luchasen contra el tipo de desigualdad que vivimos en nuestros países.
A mediados de los años 70, en Europa las rentas del trabajo eran el 70% y las del capital del 30%. Ahora las rentas del trabajo son del 60% y las del capital del 40%. Así que se ha perdido un 10% de riqueza en el bolsillo de la gente. Un 10% del PIB europeo son algo así como 1,6 billones. Es mucho dinero que no va a ir al consumo y la inversión europeas, y que no pagará impuestos por ello.
Así que no es un misterio que en los últimos años la gente tenga menos que gastar, que la gente esté corta de dinero. Entonces la pregunta es pertinente. ¿Es que los gobiernos lo hacen aposta o es que no saben economía? Pero lo que es cierto es que hay una economía equivocada (la de la austeridad) que se ha convertido en la biblia. Y para convencer de ella hay enormes inversiones en think tanks, en libros, artículos, tribunas universitarias, jueces, instituciones religiosas.
Gramsci en los años 20 ya dijo “puedes ganar a través de la violencia, pero también a través de sus cabezas. Y para hacer eso tienes que usar las instituciones”. Y eso es lo que la izquierda no ha entendido y la derecha, sí. La izquierda cree que sus ideas son tan estupendas que no hay que defenderlas (somos generosos, somos simpáticos, defendemos los derechos humanos). Pero el problema es que la derecha ha logrado enmarcar estas cuestiones de manera que han dicho a la gente, y les han convencido: “Si no tienes trabajo y eres pobre, es tu culpa. No eres organizado y te mereces lo que tienes”. Mucha parte de este mensaje ha sido interiorizada.
¿En qué se nota?
Ahora hay gente que se está rebelando, pero la mayoría vota contra sus intereses, vota a Trump. Todo su Gabinete proviene de las grandes empresas. Pero la gente corriente vota esto, creen que en su interés. El Brexit es parecido, creo que la gente corriente tiene una idea equivocada de lo que va a pasar allí, porque las leyes sociales británicas son peores que las europeas, en cuanto a salario mínimo, horas extra, en aspectos sociales van a estar peor, pero lo votaron probablemente por miedo a la inmigración, aunque estén equivocados.