5.25.2019

No den a Compromís por perdedor, se consolida SALVADOR ENGUIX (EL PULPITO LAICO)

Se equivocan aquellos, que no son pocos, que han hecho una lectura perdedora del resultado de Compromís en las elecciones autonómicas. Los datos, más bien, confirman la consolidación de la coalición nacionalista que sólo ha perdido 9.000 votos en la Comunidad Valenciana respecto a los logrados en 2015: de 452.654 (19 diputados) a 443.640 (17 diputados). Si ampliamos la perspectiva, la hipótesis aún tiene más fuerza, pues Compromís en 2011 consiguió un total de 176.213 votos y sólo seis diputados. El mapa electoral traduce, además, que la coalición dispone de una enorme notoriedad en varias comarcas de la provincias de València y del norte de Alicante.

Se equivocan aquellos, que no son pocos, que han hecho una lectura perdedora del resultado de Compromís en las elecciones autonómicas. Los datos, más bien, confirman la consolidación de la coalición nacionalista que sólo ha perdido 9.000 votos en la Comunidad Valenciana respecto a los logrados en 2015: de 452.654 (19 diputados) a 443.640 (17 diputados). Si ampliamos la perspectiva, la hipótesis aún tiene más fuerza, pues Compromís en 2011 consiguió un total de 176.213 votos y sólo seis diputados. El mapa electoral traduce, además, que la coalición dispone de una enorme notoriedad en varias comarcas de la provincias de València y del norte de Alicante.
En política, es cierto, las expectativas suelen generar malas lecturas. No eran pocos, tampoco, los que ansiaban que Compromís obtuviera un mejor resultado que en 2015. Pero varios factores dificultaban la ilusión. El adelanto electoral decidido por Ximo Puig para unir las autonómicas a las generales iba a suponer un elemento de distorsión a la hora de reforzar a un partido que tiene su fuerza en el ámbito local. Dicho de otra forma, el voto útil de las generales ha penalizado a Compormís, pero a pesar de esto, en el ámbito autonómico el resultado de los valencianistas ha sido bueno dado el contexto. Otras fuerzas nacionalistas españolas como las gallegas han quedado totalmente aplastadas por el efecto de las elecciones generales. Compromís, sin embargo, ha logrado un escaño en el Congreso, a un precio en votos muy elevado.
Ocurre, además, que Compromís ha sido la fuerza sobre la que las derechas han realizado una mayor oposición, intentando ubicar a los nacionalistas en el ámbito del secesionismo político y lingüístico. Pues a pesar de esto, casi 440.000 valencianos han decidido seguir confiando en el partido de Mónica Oltra, que se ha quedado a sólo 64840 de los votos obtenidos por el PP y a sólo 27.000 de los logrados por Ciudadanos. La diferencia entre los valencianistas y el PP y Cs es que el voto de Compromís ha estado más concentrado en unas comarcas, diluyéndose su implantación en las del sur de Alicante y en las comarcas castellanohablantes. No es el caso de los partidos de Isabel Bonig y Toni Cantó, cuyo voto ha sido más equilibrado en todas las comarcas valencianas.
Estaría bien tener esto en cuenta por varias razones: Compromís va a ser fuerza clave no sólo en la configuración del nuevo Botànic II junto al PSPV y Unidas Podemos; también en todas las instituciones claves de la Comunidad Valenciana como las diputaciones (especialmente la de Valencia) y los principales ayuntamientos. Y atentos a las elecciones municipales, pues no es descartable que los resultados de Compromís sean incluso mejores que los obtenidos en las autonómicas y generales en la Comunidad Valenciana. Una simple extrapolación de datos ofrece la lectura de que en grandes urbes Compromís tendrá alcaldías o será decisiva para conformar los equipos municipales.
Compromís ha llegado para quedarse, y los resultados del 28A le otorgan la capacidad de decidir todas las políticas autonómicas en la próxima legislatura. Su papel e influencia será fundamental y Ximo Puig sabe que sin la complicidad de los valencianistas ningún proyecto de gestión institucional podrá salir adelante. Atentos a la negociación del nuevo Botànic, pues Compromís va a sentarse en la mesa con el cuchillo entre los dientes. No le perdonan a Ximo Puig que adelantara las elecciones autonómicas, y con ese ánimo intentarán consensuar un nuevo Botànic II más complejo, con más acores (un total de siete sensibilidades progresistas) y amenazado por muchas fragilidades.